Recientemente, participé en el Women Open Innovation (WOI) Summit 2025, un espacio internacional con sede en Chile que, más allá de visibilizar el liderazgo femenino, plantea una verdad incuestionable: sin mujeres, no hay innovación transformadora en los sectores estratégicos como la minería, la energía o el comercio.
Este evento no solo reunió a líderes del sector público, la academia y la empresa privada, sino también a mujeres emprendedoras que hoy están redefiniendo lo que significa innovar con propósito. Lo más potente fue escuchar historias concretas de mujeres que, desde sus regiones y saberes técnicos, están abriendo caminos hacia una economía más sostenible, equitativa y rentable.
¿Y por qué este tema debe importarle al Perú?
Porque actualmente solo el 7.7% del empleo directo en minería está representado por mujeres, según el Boletín Estadístico Minero (BEM, abril 2025). En comparación, Chile alcanza un 21.8%, Colombia un 18% y Argentina entre 12% y 16%. Estamos rezagados. Pero no se trata solo de cerrar brechas: la diversidad de género es rentable. De acuerdo con McKinsey, las empresas con mayor equidad de género tienen hasta 25% más de probabilidades de obtener mejores resultados financieros.
Nuestro país necesita un ecosistema de innovación minera que no solo tolere la presencia de mujeres, sino que la fomente, financie y valore. Aún persisten desafíos estructurales: políticas públicas desarticuladas, escaso financiamiento para emprendimientos femeninos en ciencia y tecnología, brechas en carreras técnicas y profesionales STEM, y sesgos culturales que excluyen a las mujeres de espacios de pilotaje e innovación.
Frente a este panorama, el WOI Summit dejó claro que hay soluciones viables y urgentes que podemos replicar, como Programas de formación dual en regiones mineras para acercar a más mujeres jóvenes a tecnologías aplicadas; Laboratorios de innovación inclusiva, mediante alianzas entre universidades públicas y empresas mineras; Educación técnica temprana con enfoque minero en colegios, creando oportunidades desde la adolescencia; Convenios con institutos técnicos para incrementar la presencia femenina en áreas clave como automatización, sostenibilidad y procesamiento de minerales.
Y sobre todo, visibilizar referentes femeninos que ya están transformando la minería peruana desde dentro.
El mensaje es contundente: innovar con mujeres no es una demanda simbólica, es una decisión estratégica. Incorporarlas en la cadena de valor minera implica también sumar legitimidad territorial, aumentar la capacidad de adaptación a nuevos estándares globales, y responder a una ciudadanía que exige una industria más justa y transparente.
Por ello, el Perú debe trazar una hoja de ruta clara y medible para la equidad en la innovación minera. Eso implica que instituciones como el MINEM, ProInnóvate y los principales gremios del sector incluyan criterios de género en fondos y concursos de I+D, midan y publiquen la participación femenina en sus áreas de innovación y establezcan alianzas con universidades y startups lideradas por mujeres.
El futuro de la minería peruana será sostenible si es rentable. Y será rentable si es equitativa. El momento de pasar del discurso a la acción es ahora. Innovar con mujeres y en comunidad no es solo lo correcto, es lo inteligente.