El azul es parte de la simbología de Gildo Insfrán en Formosa. Todas las obras del gobernador -que son muchas- se distinguen por tener el techo de este color. También sobresalen por su inmensidad. Contrastan con la falta de asfalto, la rebosante cartelería electoral y el florecimiento de la mercadería informal a la vera del Río Paraguay.
“Esta es la obra número 29 del mes”, destacó el jefe provincial desde hace tres décadas al inaugurar el Hospital de la Madre y la Mujer en la capital. Apuntó directamente a Javier Milei. Lanzó, desafiante: “¿Cuántas obras ustedes se enteraron que el señor Presidente de la Nación inauguró?”.
En la vera del río Paraguay, la actividad comercial informal prospera sin disimulo. A metros del centro y en los alrededores del paseo costanero, se apilan los puestos donde se venden celulares Samsung A16 a $200.000 -“en Personal están a $300.000”, aclara el vendedor-, parlantes con bluetooth desde $12.000 hasta $38.000, termos Stanley que oscilan entre $9.000 y $23.000 y bolsos de mano por entre $10.000 y $23.000. También hay electrodomésticos de procedencia paraguaya, como cafeteras eléctricas a $30.000, tostadoras a $26.500, y planchas chinas por $25.000. En un puesto ofrecen cubiertas chinas y paraguayas desde $40.000 hasta $150.000, mientras que en otro aparecen entre $38.000 y $115.000. Una docena de cuchillos y tenedores Tramontina se ofrece a $40.000. Todo sin ticket.
A ese mundo paralelo del comercio sin papeles se le superpone otro, oficial y monumental: el de las obras públicas. En las afueras de la ciudad, se levanta un parque acuático de ocho hectáreas que, en temporada, funciona de diciembre a abril y llegó a recibir hasta 20.000 personas en un solo fin de semana. La entrada es gratuita. Tiene tres piletas -una para niños, otra con efecto de olas y una más profunda-, patio de comidas, cinco módulos de sanitarios y estructura techada azul, marca registrada del oficialismo. Hay además otro parque similar, llamado “El Paraíso de los Niños”, más antiguo pero igual de colosal.
Las escuelas también abundan. La cartelería electoral destaca que la gestión de Insfrán construyó “más de 1500 establecimientos educativos”. El gobernador lo repite en cada discurso, como bandera de su legado. En paralelo, la falta de asfalto en los barrios periféricos vuelve habitual la escena de autos empantanados y calles intransitables tras las lluvias. El barro, como la propaganda electoral, forma parte del paisaje.
En la arteria que da acceso a la ciudad, los carteles monopolizan el campo visual. Forman una fila interminable de colores que van del rosa al azul. “Uno chico puede llegar a costar más de $20.000″, comentó un dirigente formoseño, con experiencia en campañas electorales.