Pocas horas después de que la canciller Laura Sarabia anunciara su salida de la cartera de Relaciones Exteriores, el embajador de Colombia en Brasil y exministro del Interior en la administración Santos, Guillermo Rivera Florez presentó su renuncia irrevocable, que será efectiva a partir del 31 de julio del 2025.
Así lo dio a conocer en una carta dirigida al presidente y la futura excanciller: “Me permito presentar ante ustedes mi renuncia irrevocable a mi cargo como Embajador de la República de Colombia ante la República Federativa de Brasil a partir del 31 de julio de 2025”.
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Rivera Flórez, que también fue Consejero Presidencial para los Derechos Humanos y Asuntos Internacionales y Miembro de la Cámara de Representantes, agradeció su nombramiento e hizo un balance escueto sobre las relaciones entre ambos países antes de su salida del cargo:
“Les agradezco la confianza depositada en mi para estar al frente de esta misión diplomática. Luego de 28 meses de funciones puedo decirles que la relación bilateral se ha consolidado al nivel de ser considerada por ambos como estratégica. Esa dimensión se ha reflejado en los ámbitos político, económico, cultural, ambiental y de seguridad pública”.
En la misiva indicó que “mención aparte merece el trabajo realizado en favor de una política común regional para preservar la selva amazónica en pie y la restauración de aquella que ha sido degradada, teniendo siempre presente la necesidad de agotar todos los esfuerzos por mejorar las condiciones de vida de las comunidades que habitan en esos territorios”.
Y finalizó su pronunciamiento enviando un abrazo a ambos e informando: “Regreso a Colombia con la satisfacción de haber sido partícipe de múltiples tareas para fortalecer la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica -OTCA-, el único organismo internacional existente en la Amazonía. En un mundo en el que se ha debilitado el multilateralismo, la OTCA constituye no solo una excepción a esa triste realidad, sino también una luz de esperanza en el propósito común de nuestros países de preservar uno de los biomas más importantes y estratégicos para garantizar el ciclo del agua y para enfrentar la crisis climática, entre otros”.
Horas antes se conoció la renuncia de la Canciller Sarabia:
El impacto de la dimisión de Laura Sarabia se hizo sentir en las primeras líneas de la carta en la que, la ahora excanciller, señaló que su salida representa un acto de coherencia y límite frente a las recientes orientaciones del Ejecutivo. Sarabia dejó por escrito que los motivos que la llevaron a apartarse del cargo sobrepasan las diferencias menores y responden a desacuerdos sustanciales con el rumbo trazado por el Gobierno de Gustavo Petro en los últimos días.
En su misiva fechada el jueves 3 de julio y dirigida al presidente, la excanciller expresó gratitud por la oportunidad de haber formado parte del círculo más estrecho del mandatario, a la vez que subrayó la profundidad de los lazos de confianza y franqueza que los caracterizaron en el ejercicio público. Sarabia remarcó que los recientes cambios en la administración no contaron con su respaldo, enfatizando: “No se trata de diferencias menores ni de quién tiene la razón. Se trata de un rumbo que, con todo el afecto y respeto que le tengo, ya no me es posible ejecutar”.
La renuncia de Sarabia llega en un escenario de tensiones para el equipo de ministros y asesores de Casa de Nariño, que enfrentan desafíos respecto a la ejecución de reformas, la conducción de la política exterior y la gestión de las problemáticas sociales y económicas del país.
La ahora exjefa de la diplomacia colombiana formó parte del círculo de mayor confianza del presidente Petro, con un ascenso notorio desde la coordinación de agendas hasta la definición de políticas públicas y la representación de Colombia en foros internacionales y ante organismos multilaterales.
En el repaso a su trayectoria junto al presidente, Sarabia recordó los cargos que desempeñó durante el actual gobierno: jefa de gabinete, directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), directora del Departamento de Prosperidad Social (DPS) y canciller. En cada función, según describió en la carta citada por el medio, su labor estuvo guiada por principios de ética, honestidad y la convicción de que transformar el país exige valentía y determinación.
Y dejó constancia de que la decisión de abandonar el gabinete fue producto de una reflexión detenida, nacida del sentido de responsabilidad con Colombia y de la convicción de que el ejercicio del poder siempre debe responder a límites éticos, definiendo este paso como “un acto de cuidado”, destinado a preservar sus principios y establecer una frontera clara entre el servicio público y la conciencia individual.