El presidente Javier Milei volvió a bajar en estos días la orden a todos los ministros. No habrá gastos extraordinarios: el 1,6% de superávit primario comprometido con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se cumplirá como sea. “Se pagan salarios, jubilaciones, y si alcanza, el resto”, ilustraron desde un ministerio. “Todos deberán arreglarse con el presupuesto vigente, solo habrá plata para gastos corrientes y, lo que es capital, se subejecuta”, explicaron. Son tiempos turbulentos. Y es importante que la principal ancla del programa económico se mantenga firme.
En la City ya se espera que la oferta de dólares del campo empiece a menguar en unos diez días. A diferencia de lo que sucedió en el macrismo, sin embargo, el Gobierno no sólo transita una elección con superávit fiscal, sino que además, pese a que evita mencionarlo seguido, todavía mantiene los controles cambiarios para empresas. No debiera haber grandes sobresaltos. Pero los argentinos todavía deben acostumbrarse a que el tipo de cambio flote, aunque más no sea, acotado entre bandas.
Pero, como siempre, los grandes inversores, aunque ilusionados con la Argentina a mediano plazo, empiezan a mostrar mayor conservadurismo. Los representantes de fondos internacionales que visitaron Buenos Aires en los últimos días y que mantienen diálogo fluido con los grandes bancos locales, sólo quieren saber qué va a pasar con la elección de medio término y cuál es el programa del Gobierno para los próximos dos años. De acá a octubre nadie espera que haya grandes inyecciones de dinero. Es posible que, incluso transcurrida la elección, ya el mercado empiece a exigir que las reformas que prometió el Gobierno –la laboral, la tributaria y la previsional– finalmente avancen. En la Argentina, no hay industria que no se esté preparando para dar pelea cuando eso suceda. Nunca antes los think tanks como FIEL o la Fundación Mediterránea tuvieron tantos trabajos por encargo. Bancos, laboratorios, todos ya encomendaron informes que demuestran lo importante que es que se les baje impuestos primero.
En el Gobierno lo saben. Si hay algo que le reconocen al equipo económico los inversores internacionales es que, pese a su discurso poco flemático, fue más pragmático de lo que se esperaba originalmente. Pero no serán semanas necesariamente sencillas.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) recién podría aprobar la revisión del programa firmado en abril a fines de mes. “Todavía no se terminó el informe del staff. Una vez que el staff hace su informe sobre el programa, el directorio suele tener unos quince días para revisarlo y luego dar su veredicto”, explicó una fuente. Del visto bueno del directorio del FMI depende que el organismo termine de desembolsarle al país los US$2000 millones inicialmente comprometidos para junio. Dentro del directorio del FMI, las dudas pasan esencialmente por dos cuestiones: las intervenciones del Banco Central (BCRA) en el mercado de dólar futuro, y el no cumplimiento de la meta de acumulación de reservas. En el directorio, sin embargo, hasta ahora prevalecía la idea de acompañar al gobierno de Milei.
También el inicio del verano y de las vacaciones en el hemisferio Norte deja al Gobierno de Milei sin la posibilidad de dar buenas nuevas en el frente externo. Por lo pronto, ya no será durante la presidencia de la Argentina del Mercosur que se anuncie la aprobación del acuerdo con la Unión Europea. Horas antes de que aterrizaran en el país las delegaciones de Brasil, Paraguay y Uruguay para la Cumbre de presidentes del Mercosur, la Comisión Europea suspendió sorpresivamente el trámite por el cual debía envíar el convenio ya legalizado a los países miembros. “Es el primer paso para que avance definitivamente el acuerdo –reconoció una fuente diplomática–. Se suponía que el lunes la Comisión debía pronunciarse sobre la forma legal del convenio y dar su recomendación para su aprobación. Pero decidió no hacerlo. Es un paso meramente técnico, pero que se decidió postergar”, explicó.
Una vez cumplida esta formalidad, el Consejo Europeo -que reúne a los dirigentes de los Estados miembro- debe aprobarlo. Aquí unas luces de alerta se encendieron en los últimas semanas. No sólo Francia y Polonia, países que tienen reparos con respecto al impacto que podría tener el acuerdo en sus sectores agrícolas, sino que Italia también ha expresado sus dudas. Apenas una semana después de que el presidente Milei visitara a su par italiana, Georgia Meloni, en Roma, los ministros encargados de los asuntos europeos de Italia y de Francia se reunieron en la misma ciudad y sacaron un comunicado conjunto: “Italia y Francia consideran que, aunque el acuerdo UE-Mercosur actual presenta beneficios, no protege suficientemente a los agricultores europeos frente a los riesgos de perturbaciones del mercado, y no permite garantizar de manera sostenible la soberanía alimentaria del continente”. Puede ser que se trate de una acción para contener a sus frentes internos, más que para trabar una negociación que parecía cerca de concluirse después de 20 años. Sólo el tiempo lo dirá.
Pero el europeo no es el único frente que presenta obstáculos. La negociación comercial con Donald Trump también empieza a presentar sus bemoles. El Tribunal de Comercio Internacional de los EE.UU. determinó la semana pasada que las importaciones de tubos para la industria petrolera procedentes de la Argentina, México, Rusia y Corea del Sur perjudicaron a la industria nacional norteamericana, tal como había establecido en 2022 la Comisión de Comercio Internacional. La decisión, que no había trascendido aun localmente, afecta sobre todo a la multinacional Tenaris, del grupo Techint, que venía hasta ahora apelando el cuestionamiento de la Comisión de Comercio, con diversos argumentos que ahora fueron desestimados por la jueza del Tribunal, Jennifer Chloe-Groves. Los negociadores argentinos no tienen una tarea fácil: ser amigos de Trump no garantiza vía libre para todos los intereses nacionales.
En el frente interno, en tanto, el encarecimiento del costo del crédito y, en el caso de los individuos, los ingresos rezagados, están provocando que siga aumentando la morosidad. Se siguen sumando grandes nombres: este jueves el de Bioceres SA, la empresa de biotecnología dedicada al agro, que incumplió pagarés por US$5,31 millones el mes pasado, según informó Bloomberg. Se suma a los casos de Los Grobo, Red Surcos, Agrofina, Albanesi, y Aconcagua Energía. Y habría por lo menos tres nombres más de compañías del agro y del sector energético que están en conversaciones preliminares con bancos, por dificultades financieras.
En el caso de los individuos, son dos temas los que empiezan a pegar más: el rezago en los ajustes salariales y también el deterioro de las condiciones laborales. Los bancos registraron en marzo 500.000 cuentas sueldo menos que en diciembre de 2024, según los últimos datos disponibles en el Banco Central. La cantidad de empresas registradas en el sistema financiero, en tanto, pasó de 662.181 en diciembre pasado, a 626.836 a fines del primer trimestre de este año. Aunque la ilusión de mejora se mantiene firme -los niveles de popularidad del Gobierno siguen elevados, no importa qué encuesta se mira-, todo indica que los próximos meses no serán fáciles. Será cuestión de pasar el invierno… y hasta la primavera también.