Amenazas para el liberalismo del ojo por ojo

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La narrativa pública de Javier Milei ha dado un salto en su nivel de desmesura. Se declara en guerra contra “enemigos” que buscan matarlo. Dice que quienes no coinciden con él están “infectados con parásitos mentales”. Se vanagloria de ser cruel. Reparte insultos y neologismos denigrantes. Aplaude a quienes dicen que hay una violencia buena según quién sea el destinatario de ella. Pasó de solo odiar a los periodistas a desearles graciosamente la décima plaga de Egipto (la muerte de los primogénitos).

La relevancia de esta escalada reside no tanto en el contenido del discurso sino las acciones políticas que derivan de él. Como les pasa a menudo a gobernantes que merodean la cima, Milei olvida la lección cínica que les dan a los principiantes en el arte del poder: nunca compren el buzón que venden.

Al atarse a una fábula excluyente, la del profeta vengador en un país de buenos y malos, sacrifica dosis del pragmatismo que le ha permitido gobernar con estabilidad a pesar de su escueta minoría parlamentaria.

Milei invitó al líder indio Narendra Modi a salir al balcón de la Casa Rosada

Un mes atrás hubiera sonado inverosímil que los 24 gobernadores se pusieran de acuerdo para presentar dos proyectos de ley, como hicieron esta semana, para recomponer las cajas provinciales. Esa alianza en defensa propia que integran kirchneristas, peronistas camaleónicos, macristas, radicales y aspirantes a libertarios es producto de las carencias y el hartazgo. “Hacen el ajuste con la nuestra”, se queja uno de los jefes provinciales que añoraba un 2025 en paz.

El recorte de partidas fue la chispa final que encendió la bronca de los que se mantenían en el lote de los aliados por necesidad. La estrategia electoral de los primos Menem, validada por Karina Milei, deja heridos por todo el mapa. La Libertad Avanza les pisa el territorio a los gobernadores que habían dado apoyo al oficialismo hasta ahora. Les ofrecen pactos leoninos, bajo la amenaza de armar listas opositoras y resquebrajarles la gobernabilidad local.

Los primos Menem y Karina Milei, ejes del armado electoral de LLA

Entre las arengas de Javier y la acción de Karina, los Milei cantan un jaque al sistema político aún más enfático que el que implicó su desembarco en el poder. Despliegan un liderazgo que demanda lealtad entendida como obsecuencia. Y azotan a quien no entienda la diferencia.

Les pasó esto a los diputados Martín Arjol, en Misiones, y Mariano Campero, en Tucumán. Eran los pioneros del mileísmo dentro de la UCR, pero se quedaron secos en el reparto electoral. Ahora resisten las directivas del oficialismo en el Congreso. Son “radicales momentáneamente sin peluca”; oficialistas en modo espera, que en el mientras tanto constituyen un peligro latente para los planes legislativos de Milei.

En el Pro también avanza el desconcierto por la negociación de un acuerdo en Buenos Aires. Milei riega la discusión de palabras ofensivas para los “ñoños macristas” que le cuestionan sus formas ásperas; su hermana exige sumisión en el armado de las listas. A Cristian Ritondo –entusiasta del pacto- le costó entusiasmar el viernes a los intendentes que se perciben marchando hacia la disolución del partido en el que militan desde hace 20 años. Todo indica que competirán juntos contra el kirchnerismo bajo el nombre Frente La Libertad Avanza. “Guarda que lo de ‘frente’ somos nosotros y lo ponen adelante”, ironiza un jefe comunal que se hace mala sangre con la situación.

Congreso turbulento

La combinación de gobernadores enojados y aliados desilusionados anticipa un mes turbulento en el Congreso. El Senado pretende sancionar la ley de aumento de las jubilaciones que ya pasó por la Cámara de Diputados. Los votos están. La presión desde las provincias permite pensar que, de no mediar algún gesto de la Casa Rosada, avanzarán los proyectos para regular el reparto de los Adelantos del Tesoro Nacional (ATN) y para hacer coparticipable el impuesto a los combustibles líquidos. Las iniciativas para blindar el financiamiento del Garrahan y ampliar los fondos para las universidades también ganan impulso al calor de la temporada electoral. Y nada enciende más alarmas en el Gobierno que la intención opositora de endurecer los requisitos para convalidar los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU).

El Congreso se salió de control. Se vio el miércoles en la sesión donde casi terminan a las piñas la diputada kirchnerista Paula Penacca y la libertaria Juliana Santillán. Pero también en las disparatas reuniones de comisión en el Senado en las que se discutió sobre los haberes jubilatorios y el dinero para asistir a la discapacidad. Las internas libertarias no ayudan a calmar las aguas.

Milei insiste que vetará todo lo que afecte el superávit fiscal y anticipa una avalancha de acusaciones contra aquellos que lo desafíen.

A su juicio no son rivales políticos. “No contemplo la posibilidad de una oposición constructiva. Son enemigos que intentan matarte”, dijo. Su ideólogo favorito y jefe además de la organización recaudatoria Fundación Faro, Agustín Laje, dijo esta semana que “no está mal» usar “formas violentas contra el mal”. ¿Y qué hace a alguien malvado? “Un corrupto es una persona malvada, una persona que vota a un corrupto es una persona malvada, una persona que genera inflación es malvada”, opina.

Otro escritor libertario, el chileno Axel Kaiser, conquista a Milei con la teoría de los “parásitos mentales”. Lo explica así: “Hay ideas que se instalan en tu sistema nervioso como parásitos. Se llaman neuroparásitos. Muchas de esas creencias tú las encuentras en grupos políticos como el kirchnerismo”. Esos neuroparásitos “les impiden pensar racionalmente y los condicionan a reaccionar de manera violenta”. Los kirchneristas, a su juicio, “son seres humanos cuya mente está infectada por estos parásitos”. Hay un lado positivo: pueden curarse “si abrazan las ideas de la libertad”.

Los parásitos de Kaiser son siete, según el libro que escribió, entre ellos la justicia social, los derechos sociales, el Estado benefactor, la responsabilidad social empresarial y la diversidad. ¡Cuánto trabajo por delante para las Fuerzas del Cielo!

La ley del Talión

Milei le añade condimento propio a la retórica divisiva que importó de experiencias pioneras de la nueva derecha internacional. Configura una suerte de liberalismo del ojo por ojo cuando advierte que su lógica de interacción pública es responder a todo aquello que considere una agresión con una violencia mayor.

Normaliza así una degradación del debate y coloca el escarmiento por encima de la justicia. Por ejemplo, su candidato deseado en la provincia de Buenos Aires, José Luis Espert, llegó a expresar la siguiente fórmula para acabar con la inseguridad en el conurbano: “Colgas cuatro o cinco de estos delincuentes en la plaza pública, llenalos de balazos y decí ‘el próximo sos vos, hijo de puta’”.

El propio Espert sufrió un repudiable acto vandálico en la puerta de su casa, cuando militantes kirchneristas tiraron estiércol, colgaron un pasacalle y tiraron volantes ofensivos. La inusual detención en una cárcel común por ese hecho de la dirigente camporista Alesia Abaigar recibió el aplauso del Gobierno bajo el lema bullrichista: “El que las hace las paga”.

Milei volvió habitual la expresión “no se bancan el vuelto”. La usó para amplificar una campaña de desprestigio contra una periodista, Julia Mengolini, que hace dos años dijo que Milei estaba “enamorado de su hermana”. Festejó que sus seguidores la acusaran falsamente de tener una relación incestuosa con su hermano y difundieran videos escabrosos hechos con inteligencia artificial. “Acción-reacción”, explicó el Presidente.

The New York Times se hizo eco de las campañas de Javier Milei contra los medios

A otro periodista, Fabián Doman, lo denunció por injurias porque opinó en un programa de streaming que puede ser interesante saber sobre la vida sexual de los líderes políticos. El abogado que firma la demanda consideró aplicable en ese caso la doctrina de la real malicia, que refiere a quien miente a sabiendas o afirma algo con “total desprecio por la verdad”. Es decir, lo que hace Milei de manera explícita cuando alienta la reprimenda a sus críticos con la difusión de falsedades.

Denunció también a Jorge Rial porque un periodista que reporta a él contó que le había pedido conseguir “información sobre los perros” de Milei. Lo tomó como la prueba de “una operación de inteligencia” en su contra. “Esta lacra moral va contra los hijos”, escribió el funcionario Santiago Oría, que trabaja de alimentar la cruzada presidencial contra el disenso.

Javier y Karina Milei, con Santiago Oría

Se enardece también con quienes tildaron de homofóbico su discurso en Davos, pero no corrige a los propagandistas del Gordo Dan cuando tratan de pedófilo y le desean que contraiga el sida al diputado Esteban Paulón, del socialismo de Santa Fe.

En los tuits donde llama a “odiar” a los periodistas Milei ahora añade una alusión a la décima plaga de Egipto. Es decir, la muerte de los primogénitos, el castigo final con el que el Dios de la Biblia logró que el faraón se rindiera y liberara a los hebreos. ¿Desea la muerte de los hijos de quienes osan criticarlo? Hay que suponer que no quiso ser literal. Es indudable, en cambio, que incurrió en un error de lectura o de memoria. Se le mezcló el libro del Éxodo con una vieja película sobre la vida de Moisés. Interpretó entonces que la décima plaga era una venganza divina por una amenaza proferida por el faraón ante Moisés. Lo que intentó decir Milei es que aquel que hable contra él debe saber que lo que diga se volverá en su contra.

Suele caer en despistes cuando se entusiasma en el señalamiento de los réprobos. El mismo día en que aludió a las plagas había atacado a los “pelotuditos de las formas” que lo critican por su virulencia y dijo que le recordaban una frase del tango Cambalache: “Un disfrazado sin carnaval”. En realidad, es una línea de Qué vachaché, una pieza anterior de Discépolo. También se alegró del apoyo que, afirmó, le había dado “la versión en español de The Economist” porque en la Argentina se estaría viviendo un “ajuste expansivo”. El artículo al que aludía salió en El Economista, un medio madrileño sin relación alguna con la prestigiosa revista británica. Es un texto sin firma que presenta como única fuente a Juan Ramón Rallo, un libertario que integra el círculo de amigos presidenciales en España.

La tentación del enemigo

La degradación del debate público y la radicalización contra quienes piensan diferente plantean un reto delicado para el porvenir del Gobierno. El programa de Milei logró bajar la tasa de inflación y ordenar las variables macroeconómicas, lo que le da la popularidad suficiente como para ilusionarse con un triunfo en las elecciones de este año. Sin embargo, la tarea por delante es más que desafiante. El préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) que le permitió hace tres meses sortear una crisis en gestación requiere una serie de reformas estructurales -jubilatoria, fiscal, laboral-que solo pueden conseguirse a partir de un amplio acuerdo político.

Al deshumanizar a los diferentes y comparar el consenso con la corrupción, Milei les ofrece a sus rivales políticos pocos incentivos para colaborar en la transformación a la que apunta su programa.

La alternativa al acuerdo es una selva donde la tentación de los opositores calificados como enemigos consiste en sentarse a esperar un fracaso del Gobierno. Frente a un programa de ajuste en el que las cargas no se reparten de manera equitativa, donde habrá ganadores y perdedores al menos en sus primeras instancias, les queda servido el relato de defensa de los desprotegidos. La Argentina está llena de políticos entrenados en la gimnasia de prometer salidas fáciles y rápidas a problemas que solo podría resolver el largo plazo.

Tensión en la Cámara de Diputados, una imagen cada vez más habitual

Los inversores que deben financiar el cambio miran con desconfianza la archiconocida película del péndulo. ¿Y si otra vez termina igual?

Milei había parecido intuir la encerrona cuando el 1 de marzo de 2024 presentó el Pacto de Mayo, pero la aventura terminó, un año después, en una mesa en la que solo se sientan políticos elegidos a dedo por el Presidente a avalar ideas escritas por el Presidente.

Sus funcionarios se mimetizan con el clima de época. Hasta los ministros de perfil técnico le copian el tono pendenciero en busca de un like en las redes. Otros son más literales, como las diputadas Lilia Lemoine y Juliana Santillán, que van por la vida con un mameluco de YPF igualito al que usa Milei con su perro Conan. El cosplay de Estado ya está aquí.

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