El despeje descomunal que salvó sobre la hora a Peñarol, que luego se consagró campeón por penales

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No quedaba tiempo para nada. Se jugaba el minuto 121 y el 0 a 0 no se movía entre Peñarol y Nacional. Y entonces se produjo una acción de esas que solo se leen en los libros épicos: en un gran contragolpe del Bolso, Nicolás Villalba se escapó a toda velocidad, superó al arquero con un rebote que lo favoreció y entró al área, de frente y con el arco vacío. Pero, cuando se relamía con el gol del triunfo, apareció Maximiliano Olivera desde atrás para estirar al máximo su pierna derecha y despejar con la punta de su botín al córner. Tal fue el esfuerzo del defensor que terminó lesionado y pidiendo asistencia. Pero nadie le quitaba el rótulo de ser el protagonista de la salvada heroica del partido.

Con el empate sentenciado y la inevitable definición por penales, la fiesta fue completa para Peñarol, que se consagró campeón del Torneo Intermedio tras vencer a Nacional por 5 a 3 desde los 12 pasos.

El Estadio Centenario fue el escenario de una final cargada de tensión, emociones y dramatismo, que encontró su desenlace cuando el juvenil Leandro Umpiérrez selló la consagración del equipo carbonero.

El clásico reunió a ambas hinchadas en las tribunas en una postal poco habitual del fútbol uruguayo actual, y tuvo una alta carga simbólica para Peñarol. No sólo por el título, que garantiza además una plaza en la Copa Sudamericana 2026, sino también por el desahogo que significó para un equipo que necesitaba un espaldarazo anímico tras un semestre irregular.

Así lo dejó en claro su entrenador, Diego Aguirre, apenas terminado el partido: “Lo precisábamos. No es el significado del campeonato en sí, pero era necesario ganar este partido. Ahora podemos pensar más tranquilos en la segunda parte del año”.

Peñarol, campeón del Toneo Intermedio 2025 (x.com @OficialCAP)

El desarrollo del encuentro fue equilibrado, aunque con una leve supremacía de Peñarol, sobre todo en tramos del segundo tiempo y del alargue. El equipo de Aguirre propuso más, con Leo Fernández y Silvera como motores ofensivos. Nacional, en cambio, apostó al orden y las jugadas de pelota parada, y estuvo cerca con un cabezazo de Coates en la primera mitad.

Sin embargo, las emociones más fuertes llegaron en los minutos finales del alargue, con dos jugadas que pudieron haber cambiado la historia. Primero, David Terans estuvo a punto de quebrar el cero en favor del Carbonero con un remate bajo que encontró la atajada salvadora de Sergio Mejía, figura del conjunto tricolor. Y poco más tarde, la acción ya mencionada de Olivera.

Ya en los penales, Peñarol mostró una calma admirable. Los cinco remates fueron goles: Fernández, Terans, Hernández, Muhlethaler y Umpiérrez marcaron con jerarquía. Nacional también estuvo fino, salvo en el primer intento, cuando Gonzalo Carneiro estrelló su remate contra el poste. Esa falla fue determinante.

El juvenil Umpiérrez, formado en las inferiores del club, fue el encargado de cerrar la tanda y no falló. Un instante después, el banco carbonero invadió la cancha para celebrar un título que se hizo esperar.

Aguirre, visiblemente emocionado, se abrazó con su cuerpo técnico y jugadores. “Fue un partido bueno, con opciones para los dos, muy parejo. Ellos tuvieron la última, nosotros tuvimos algunas claras. Fue duro, con mucho esfuerzo físico”, analizó después en diálogo con la transmisión oficial. El entrenador, que sumó su décimo título con Peñarol (dos como futbolista y los otros ocho como DT), también explicó por qué eligió a dos juveniles para los penales decisivos: “Hay que hacerlo, hay que darles confianza y que exploten”.

Con esta consagración, Peñarol se asegura su participación en la próxima Copa Sudamericana, aunque podría liberar ese cupo si termina clasificándose a la Copa Libertadores por la tabla anual. En cualquier caso, el título es un envión anímico importante para el club más laureado del fútbol uruguayo, que vuelve a ganar un clásico en el Estadio Centenario y reafirma su dominio en partidos decisivos.

Nacional, por su parte, se quedó sin título y con la amargura de haber estado muy cerca. El equipo de Álvaro Recoba hizo un gran Torneo Intermedio, pero falló justo cuando más importaba. La derrota en penales no trastoca tanto la estadística de su campaña, pero deja una espina difícil de quitar.

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