“Esto es de las clases de ayer”, dice una alumna mientras señala uno de los carteles pegados con cinta a una de las paredes de la entrada del Colegio Nacional de Buenos Aires (CNBA), situado en Bolívar 263, en pleno casco histórico de la ciudad. Sobre el papel, escrito a mano, se lee “Clase de Latín”. Justo al lado, otro cartel más grande, sostenido con cinta a la pared, muestra en tinta violeta la grilla de las clases públicas del lunes: una lista de materias como Dibujo, Filosofía y Lengua. Un poco más abajo, otro papel, doblado y rasgado por la humedad, ya no deja ver lo que decía.
En otro muro, frases y dibujos ocupan hojas de papel también sujetas con cinta. Entre los mensajes se lee: “La educación pública es importante ya que, si no existiera, mucha gente no podría estudiar”, “¿Qué es el colegio sin los docentes?“ y “¿Qué pasa si la situación no cambia?” son algunos de los textos escritos.
Desde ayer lunes, las clases en el Colegio Nacional de Buenos Aires, que depende de la Universidad de Buenos Aires (UBA), están afectadas por un paro docente que continuará durante toda la semana. La medida, impulsada por la Asociación Gremial Docente (AGD-CNBA), reclama la reapertura de la paritaria universitaria, que según indican no se convoca desde octubre pasado. También sostienen que sus sueldos perdieron cerca del 40% de poder adquisitivo y están hasta un 30% por debajo de lo que perciben los profesores de escuelas secundarias bajo la órbita del gobierno porteño.
El esquema del paro combina la suspensión de clases dentro de las aulas con actividades públicas solo en días puntuales. Las clases abiertas se realizaron ayer y se repetirán mañana frente a la puerta del colegio. Durante la jornada, se vieron grupos de estudiantes sentados en ronda, pizarras móviles y docentes explicando contenidos en la vereda de Bolívar.
Este martes, LA NACION estuvo presente en el lugar y pudo observar que la actividad es dispar: algunos docentes deciden dictar clases normalmente y otros mantienen la adhesión al paro. Según pudo saber este medio, la escuela permanece abierta y algunos profesores optan por continuar con sus clases, por lo que se observa a estudiantes entrando para cursar materias puntuales. “Nosotros organizamos dos jornadas con clases públicas en la puerta (ayer lunes y el próximo jueves) y para el viernes también organizamos una jornada de clases virtuales. Es decisión individual de cada docente adherir o no al paro. Por eso se ve algunos estudiantes entrando, que habrán tenido algunas de sus clases con profesores que no adhirieron”, expresó a este medio Nicolás García Roel, secretario general de AGD-CNBA.
Por su parte, AGD UBA, de la que AGD-CNBA es parte, informó a LA NACION que la adhesión durante la primera jornada fue de aproximadamente un 75% del plantel docente.
Mientras tanto, los pasillos del colegio muestran carteles improvisados y hojas pegadas con consignas. En la pared de entrada, un mensaje sintetiza la posición del reclamo: “Universidades y colegios no son solo edificios. Sin docentes no hay colegios, sin salarios no van a quedar docentes”.
Néstor Di Milia, secretario gremial de AGD UBA, explicó a este medio que la situación salarial afecta a los docentes universitarios y preuniversitarios de todo el país y que, en el Nacional de Buenos Aires, consideran que “motivos sobran para parar”. Según detalló, desde octubre no se convoca la paritaria y el aumento salarial de junio fue del 0%, lo que, sumado a la pérdida de poder adquisitivo, obliga a muchos profesores a tomar más horas para llegar a fin de mes, generando una sobrecarga que impacta en la calidad educativa. Además, advirtió: “En poco tiempo van a faltar docentes en todas las escuelas. Es necesario que el gobierno nacional convoque a la paritaria. Si esto no ocurre, el no inicio del segundo cuatrimestre es casi un hecho”.
La situación impacta además en las familias, que deben reorganizar sus rutinas ante los cambios de horarios. Una madre que acompañó a su hija a primera hora de la mañana comentó que la adolescente tenía dos materias, pero que la última se suspendió sin aviso: “Ahora tengo que dejarla dos horas en el colegio y ver cómo volver a buscarla”, comentó a LA NACION.
Mientras tanto, en el Colegio Nacional de Buenos Aires, la actividad se reparte entre aulas con clases reducidas, pasillos con carteles informativos y días puntuales de clases públicas en la entrada. Como parte de esta “semana de lucha”, el AGD Pelle, que agrupa a los docentes de la Escuela Nacional de Comercio Carlos Pellegrini, también lleva adelante medidas de fuerza, que no afectan el dictado de clases.