El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este miércoles la imposición de un arancel del 50 por ciento sobre todas las importaciones de cobre, que será efectivo a partir del 1 de agosto de 2025. La decisión, comunicada a través de su red Truth Social, se basa en lo que calificó como “una rigurosa evaluación de seguridad nacional”.
El anuncio se enmarca en una estrategia comercial del gobierno estadounidense, que ya había implementado medidas similares sobre el acero y el aluminio. Trump advirtió además que evalúa aplicar un arancel de hasta el 200 por ciento a los productos farmacéuticos si sus fabricantes no reubican sus operaciones dentro del país.
“¿Por qué nuestros insensatos (¡y soñolientos!) ‘líderes’ diezmaron esta importante industria? Este arancel del 50 % revertirá la desconsiderada y la estupidez de la Administración Biden”, afirmó el mandatario en su publicación.
La medida impacta directamente a los mercados y las cadenas de suministro globales. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, el país importó en 2024 casi el 50 % del cobre que consumió, proveniente principalmente de Chile y Canadá. El cobre es un insumo esencial para industrias como la eléctrica, la automotriz y la tecnológica, al ser clave en la fabricación de cableado, motores, baterías y dispositivos móviles.
Los efectos se hicieron sentir de inmediato en los mercados financieros. El precio del cobre alcanzó un récord histórico, con un alza intradía de hasta el 18 %. Según datos de Dow Jones Market Data, los contratos de futuros cerraron la jornada con un aumento del 13 %, cotizando a 5,69 dólares por libra, el mayor incremento diario desde 1968. “El catalizador alcista fue obviamente el anuncio inesperado de Trump sobre un arancel del 50 % al cobre al mediodía, un desarrollo que envió reverberaciones a través de los mercados, impactando todo, desde las acciones hasta el petróleo y los bonos”, explicó el analista Tom Essay en su informe The Sevens Report.
El secretario de Comercio, Howard Lutnick, confirmó en entrevista con CNBC que las nuevas tarifas “entrarán en vigor el 1 de agosto o incluso antes”. Añadió que el Departamento de Comercio trabaja en coordinación con el Departamento del Tesoro para supervisar su implementación. La administración Trump ya había anticipado la posibilidad de imponer aranceles al cobre, pero no se habían dado detalles concretos hasta esta semana.
El anuncio también coincide con la fecha límite que había dado Washington a sus socios comerciales para establecer nuevos acuerdos de gravámenes que sustituyeran los aranceles recíprocos anteriores. Hasta el momento, Estados Unidos solo ha logrado pactos con China, el Reino Unido y Vietnam. La tregua de 90 días establecida en abril con otros socios ha sido extendida hasta el 1 de agosto.
Los efectos económicos y políticos del arancel están en el centro del debate. Expertos citados por The Wall Street Journal advierten que esta política puede provocar un repunte en la inflación, que ya se encuentra por encima del objetivo del 2 % de la Reserva Federal. “El gran repunte del cobre destaca el potencial impacto inflacionario de las políticas arancelarias de Trump y la amenaza política para los activos de riesgo crece día a día”, señaló Essay.
Aunque el objetivo declarado del gobierno es incentivar la producción nacional de cobre, analistas señalan que la reconstrucción de la industria minera estadounidense requerirá años y una inversión significativa. Según CNBC, el desarrollo de nuevas minas, plantas de procesamiento y redes logísticas tomaría décadas para alcanzar una autosuficiencia significativa frente a la demanda actual.
Mientras tanto, la cadena de suministro global sigue dominada por China, que ha consolidado su posición en la refinación y distribución de cobre. La medida estadounidense agrega presión sobre las relaciones comerciales y podría provocar represalias en mercados clave. Para las empresas que dependen del cobre importado, el nuevo arancel plantea desafíos inmediatos en costos, logística y planificación operativa.
(Con información de EFE)