Nico Vázquez llevó al teatro porteño Rocky, la emblemática película protagonizada por Sylvester Stallone, e interpretada sobre las tablas por el actor argentino. La obra interpela y por momentos hace creer que estamos dentro de la exitosa película. Además del boxeo –trama central-, hay una historia de amor, de resiliencia y de superación.
Y como si fuera una casualidad, o no, Vázquez terminó eligiendo en su elenco a Esmerlyn Nouel para interpretar a Apollo Creed, quien justamente es el protagonista de su propia historia de amor, de resiliencia y de superación. El actor dominicano de 36 años brindó una entrevista exclusiva con LA NACION en la que contó su historia de vida, cómo llegó a la Argentina y se quedó para perseguir el sueño de su infancia: ser artista.
Al igual que su personaje sobre el escenario del Teatro Lola Membrives, Merlyn –como lo apodó Nico Vázquez cuando lo conoció- la peleó arriba y debajo del ring. Fue personal trainer en hoteles de Punta Cana, hizo pulseras para vender, fue modelo, masajista deportivo, y también trabajó en una lavandería. De todo esto, y más, hablará el actor que cumplió el sueño de ser artista, aquel que comenzó cuando era un niño y recitaba poesía en la Iglesia Adventista a la que asistía con su familia.
El destino estaba escrito
-¿Cómo fue tu infancia en República Dominicana?
-Nací en Santo Domingo, en el barrio San Luis. Yo soy el menor de cinco y el único varón. A los 10 años, mi mamá me llevó a vivir con ella al campo, en Bávaro, Punta Cana. Me crie en la Iglesia Adventista, donde recitaba poesía, me encargaba de la pintura y hacía obras de teatro. Siempre me gustó el arte.
-¿Quisiste estudiar alguna carrera vinculada al arte cuando creciste?
-Nunca me vi con la posibilidad de estudiar en mi país. Nosotros somos de escasos recursos. Si bien la carrera de Bellas Artes es gratis, siempre se necesita una cuña para entrar. Entonces, cuando me hice hombrecito, a los 17, 18 años, empecé a trabajar: primero, vendía collares a los americanos, los hacía en casa y los iba a buscar para vender en la playa. Por otro lado, siempre me gustó el deporte, así que me fui a trabajar a los hoteles como personal trainer. Di clases de aeróbico en los gimnasios de dos importantes cadenas hoteleras.
-¿Cómo llegaste a la Argentina?
-Cuando tenía 22 años, trabajaba en el gimnasio de un hotel y conocí a una hermosa muchachita argentina que estaba de vacaciones. La relación avanzó, primero fue a distancia, después ella conoció a mi familia y yo viajé a la Argentina. Cuando llegué, vi que se podía trabajar y que se podía hacer arte. Me quedé 20 días y me volví a Punta Cana. Allí, hablé con mi familia, les pedí permiso a mis padres, les dije que me iba detrás del sueño de ser actor, renuncié a mi trabajo y cuatro meses después me mudé a Buenos Aires.
-¿Cómo fue empezar de cero en otro país? ¿Cuál fue tu primer trabajo?
-Inmediatamente llegué, empecé a trabajar en un gimnasio. Mis amigos y todos los que me conocían me decían que tenía que ir a castings para hacer publicidades. Y me motivé un montón: conocí a dos fotógrafos, que hoy en día son amigos, y con ellos comenzó todo: hice mi primera publicidad para una marca de ropa. Cuando vi la foto en la pared, dije: “Tengo que vivir de esto”.
-¿Qué dijo tu familia cuando contaste que habías debutado como modelo?
-Yo siempre les dije: “Voy a vivir de mi cuerpo”. Y mi mamá me respondía: “Muchachito, estás hablando disparates. Estás loco”. Cuando les mandé las fotos se asombraron mucho. Después, hice una publicidad para un restaurante de una marca mundial, un comercial para todo el mundo. Y de ahí no paré.
-¿Y tu vida sentimental cómo siguió?
-Estuve cuatro años en pareja con la mujer que había conocido en Punta Cana. La separación me desestabilizó un poquito. Ella había sido mi primera novia formal, era mayor que yo, tenía más calle, me enseñó un montón. Le agradezco un montón porque me hizo hombre.
-¿Qué pasó después de la separación?
-Perdí los papeles para estar en el país, tuve que dejar de hacer comerciales y volver a ser personal trainer y a trabajar de lo que surgía en el momento.
-¿Te planteaste volver a República Dominicana?
-Tenía ganas de volver a mi país, pero, con una mano en el corazón, no quería volver como un perdedor: yo quería pelearla. Era muy orgulloso, no iba a volver con una mano adelante y otra atrás. Decidí pelearla: trabajé como vendedor en un local de proteínas en un shopping de zona norte, como camarero en un restaurante de tango y también un reconocido hotel. Además, hice un curso de masajes deportivo y pude conseguir trabajo como masajista a domicilio. Tuve un montón de clientes.
-Volviste a cambiar de rumbo, a dejar de lado el costado artístico.
-En 2018 volví a conseguir mis papeles y pude retomar las publicidades. Pero no me fue muy bien. Fue duro empezar otra vez.
-¿Cómo siguieron tu vida y tu carrera?
-En 2019, conocí a una mujer paraguaya que vivía en la Argentina y a fin de año nació nuestro hijo Elián. En 2020, llegó la pandemia, no podía hacer masajes, me quedé sin laburo, sin ahorros. Mi pareja tenía un negocio de lavandería y yo la ayudaba, pero quería trabajar de lo que realmente me gustaba. Nos separamos, me pasaron muchas cosas: me mudé al gabinete en el que hacía masajes, dormí en el suelo. La gente me escrachó el frente, me decían que me volviera a mi país, tenían pánico por el coronavirus. Hice 50 castings y no quedé en ninguno. En 2021, comienza a florecer todo y me fue muy bien. Ya en 2022 y 2023 arrasé con comerciales, incluso viajé mucho a filmar en Chile. Y en 2024, la mamá de mi hijo vendió todo y se fueron a vivir a España. Antes, los llevé a República Dominicana para que conocieran a mi familia. Yo no iba desde 2017.
-¿Cómo fue ese reencuentro?
-Ya no era el Esmerlyn nene que se había ido años atrás. Fui como adulto. Igual, fue duro reencontrarme con mi familia luego de casi ocho años. Después, volví a Buenos Aires, ellos se fueron a España y yo comencé a sentirme confundido. Tuve que hacer terapia, me ayudó mucho. Y en ese tiempo obtuve la nacionalidad argentina.
La pelea que le cambió su vida
En noviembre de ese mismo año, Merlyn recibió un llamado de una agencia para la que había trabajado anteriormente. Le comunicaban que había un casting para el que ellos consideraban que daba con el personaje. No le adelantaron demasiado: “Solo que era un proyecto muy importante”.
-¿Qué te dijeron? ¿Mencionaron algo de la versión teatral de Rocky?
-No, me dijeron que era para hacer teatro, pero no me contaron nada del personaje ni el nombre de la obra. Solo que era un boxeador. Así que fui normal, al igual que a todos los que me había presentado antes. Me dijeron que tenía que hacer fotos, después un video hablando de mí y otro peleando, haciendo la sombra de una pelea. Lo hice, me fui a mi casa y me olvidé. Para mí había sido un casting más. Me llamaron un mes después, en diciembre, para que me presentara a un segundo casting. Esa vez, en el Lola Membrives.
-Un teatro imponente, en calle Corrientes. Era el comienzo de tu carrera como actor.
-Yo no conocía el teatro, lo busqué por internet y, cuando lo vi, dije “¡Guau!”. Mi idea fue ir a divertirme. Nunca había hecho teatro porque no se me había dado la oportunidad. Además, ganaba lo mismo haciendo teatro que grabando comerciales. Cuando llegué me encontré con varios conocidos, hasta que lo vi a Nico Vázquez.
-¿Cómo fue el primer en encuentro con él? ¿Empezaste a entender que era un proyecto grande?
-Yo sabía que era famoso porque lo tenía de vista, pero no sabía cómo se llamaba. No veo televisión, así que no conozco a los famosos de la Argentina. Me preguntó si estaba listo, me dio un abrazo y me llevó para la sala. Cuando entré me impactó el tamaño del escenario, la cantidad de butacas que había. Subí corriendo las escaleras y Nico me preguntó si era actor. “No estudié, pero hago comerciales. Conozco del tema”, le respondí. Y me dijo: “Se te ve mucha seguridad, eso me gusta”.
-¿Cómo te fue en esa audición?
-Arranqué y fue magia pura: a Nico se le veía la sonrisa de lejos, me fue pidiendo cosas, movimientos, expresiones. Y me decía: “¡Me encanta! ¡Me gusta!”.
-¿Cuándo te confirmaron que habías quedado seleccionado?
-A los dos días me llamaron para una reunión en un restaurante, me puse mi mejor ropa, ya lo presentía. Nico me recibió con un abrazo, hablamos de nuestras historias de vida, me contó de su hermano Santiago, que murió en un hotel cerca de donde trabajaba yo. Nos emocionamos, lloramos.
Lo siguiente es la reproducción del diálogo que mantuvieron Nico y Merlyn en el medio de la emotiva reunión en la que al dominicano le cambió su vida profesional y personal.
Nico: -¿Vos sabés que sos Apollo?
Merlyn: -Sabés que tenía el presentimiento.
Nico: -Sos Apollo, hijo de p…
Merlyn: -Lo sé, gracias.
Se fundieron en un abrazo.
Nico: -¡Qué bien hueles!
Merlyn: -Hermano, la verdad es que no tenía perfume, así que me fui al supermercado y me puse un desodorante de esos que también se pueden usar como perfume.
A Nico le causó gracia y le dio a Merlyn dos entradas para que fuera a ver Tootsie (su obra anterior) “para que entendiera a lo que se podía llegar a enfrentar” cuando hiciera la versión de Rocky. Cuando llegó al teatro, gente de la productora se acercó para hacerle llegar un regalo del actor: un perfume importado. “Lo abrí y me bañé en el momento, la gente me miraba”, recuerda con humor.
El teatro, su nueva casa
Merlyn describe a Nico Vázquez como su hermano, sostiene que le cambió la vida. Y agradece el acompañamiento que recibe también por parte de todo el equipo.
-¿Cómo te preparaste para interpretar a Apollo Creed?
-Yo ya tenía experiencia en el boxeo, de hecho los movimientos los hacía bien. Lo que me más me costó es que Apollo es un personaje muy egocéntrico, y si bien yo tuve problemas con el ego de chico, me aislé mucho cuando mi hijo se fue a España, me metí para adentro, no quería hablar con nadie. Y hoy en día me cuesta un montón relacionarme. Los chicos, mis compañeros de teatro, me están ayudando un montón. Lo que más me costaba era la arrogancia del personaje y Nico logró sacar ese espíritu. Después, fueron un par de meses de entrenamiento físico fuerte. Y la voz que le puse a Apollo es la misma que hacía cuando recitaba poesías en mi infancia. Nico me dijo: “No los vamos a poder imitar porque ellos son únicos. Ponele algo tuyo, sé vos”.
-¿Sentís repercusión en la calle o en las redes sociales a partir de tu debut teatral?
-Sí, la gente me para sobre Corrientes y me dicen Apollo, todavía no me acostumbro a que me llamen así. Me felicitan, me dicen que me quieren odiar pero no pueden. En el teatro me abuchean, y yo quería que eso suceda porque significa que estoy haciendo bien mi personaje. Gracias a Dios me llevo grandes aplausos. Me siento muy bien, me estoy creyendo la película.
-¿Le contaste a tu familia? Estando lejos, ¿toman dimensión del éxito del que sos parte?
-Mi familia no lo cree, no lo dimensiona. Los quiero traer para que vengan a ver la obra. Nico me dijo que me iba a dar una mano para traerlos. Quiero que vengan mis papás, les quiero dar ese regalo: que me vean en el escenario.
-¿Y a tu hijo le contaste?
-Es chiquito, pero claro que sabe lo que estoy haciendo.
-¿Y hay posibilidades de que viaje desde España a verte?
-Yo creo que sí, más adelante. Están haciendo sus papeles en España, les está yendo bien. Gracias a Dios nunca le va a faltar nada a él, y con su mamá nos llevamos muy bien. Por él y por nosotros. Hay que cuidar la cabeza. Ella le habla muy bien de mí a mi hijo.
-¿Cómo te sentís hoy?
-No caigo todavía. No logro caer. Y con respecto a mi vida personal, no tengo pareja, estoy enfocado en el trabajo, que es un regalo de Dios.
-¿Creías que esto iba a pasar?
-Sí, te juro que sí. Uno sabe, tiene el presentimiento. No sabe qué va a pasar, pero tiene una idea de que algo lindo le va a pasar.
-Es pronto todavía porque la obra estrenó hace pocas semanas, pero ¿cómo esperas que siga tu carrera?
-Voy a aprovechar todas las cosas bonitas. Quiero estudiar actuación, ya es el momento. También me gusta la locución. La estoy pasando muy bien, conocí gente muy bonita, tengo una nueva familia en el teatro. Me están ayudando un montón. En especial Nico.
Cuando menciona a Nico Vázquez, Merlyn se detiene, le cuesta seguir hablando, y se emociona hasta las lágrimas. “Me trata como a un hermano. Me cambió la vida. Y no hablo de lo material, sino desde lo espiritual, las charlas que compartimos. Todavía me cuesta recibir tanto cariño. Es loco, pero hay que acostumbrarse y aceptarlo”, agrega.
Ahora sí, Merlyn está listo para volver a subirse al ring e interpretar a Apollo Creed en la versión teatral de Rocky. Y, como en la suya, vivir una historia de superación y resiliencia.