El liderazgo en tiempos de IA: cinco claves para no volverse irrelevante

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El avance de la Inteligencia Artificial (IA) no es solo una revolución tecnológica: es una interpelación profunda al liderazgo. No se trata sólo de incorporar herramientas, sino de transformar mentalidades. Y, sobre todo, de revisar quiénes somos como líderes cuando lo que hacemos empieza a hacerlo una máquina.

Hace seis meses, Tomás —director general de una gran compañía industrial del Cono Sur— aprobó una inversión millonaria en automatización e Inteligencia Artificial. El objetivo era, sin un solo despido, mejorar procesos, reducir errores humanos, escalar operaciones. Lo que no esperaba fue la reacción de sus líderes de área: mandos medios desmotivados, decisiones demoradas y una cascada de microconflictos internos. Lo que Tomás había concebido como una “evolución natural del negocio” fue vivido por sus equipos como una amenaza directa a su identidad profesional. El código no reemplazó a las personas, pero sí resquebrajó su sentido de pertenencia.

Tomás había evitado la conversación difícil. No había narrado el cambio. No había generado escucha. A la inteligencia artificial le había faltado la emocional. Desde entonces, Tomás transformó su agenda: menos dashboards, más preguntas. Menos certezas, más conversaciones incómodas.

Muchos ejecutivos están reaccionando desde la urgencia: contratan software que no entienden, tercerizan decisiones estratégicas en consultoras que prometen el futuro en formato beta, y llenan PowerPoints con palabras como “transformación”, “disrupción” y “machine learning”, “vivir en Beta”, sin haber entendido qué se está jugando de verdad. Y lo que se está jugando es bien complejo.

Está en disputa es el sentido del liderazgo humano. Liderar hoy, más que nunca, es acompañar transiciones humanas. Aquí, cinco consejos para no volverse irrelevante en esta nueva era:

  1. Redefiní el poder como plasticidad cognitiva, no como control. En un contexto donde la IA puede sistematizar casi cualquier tarea repetitiva o analítica, el diferencial del liderazgo ya no es la experticia, sino la capacidad de desaprender rápido. El poder del líder no está en tener todas las respuestas, sino en reformular preguntas clave cuando nadie más lo hace. ¿Quién lo hubiera dicho hace diez años? La filosofía puede ser más necesaria que la programación.
  1. Revisá tu narrativa profesional antes de que lo haga la máquina. Muchos ejecutivos se aferran a un relato interno que ya no tiene conexión con el mundo real. “Yo soy el que resuelve”, “mi valor está en saber cómo funcionan las cosas”, “mi experiencia me respalda”. Narrativas que fueron útiles, hasta que dejaron de serlo. Si no actualizás el guion desde el cual liderás, si no conocés qué habilidades tuyas son irremplazables, entonces terminarás actuando un personaje que el sistema ya no necesita.
  2. Pasá de la transformación digital a la transformación relacional. El problema no es sólo entender cómo usar herramientas como ChatGPT, sino acompañar a una persona que siente que va a ser reemplazada por ChatGPT. La gestión del cambio no es meramente técnica: es emocional. Exige que el líder se vuelva experto en conversaciones difíciles, en empatía práctica, en sostener la incertidumbre del otro sin necesidad de resolverla. Y por qué no, en storytelling: en cómo contar ese futuro próximo de una manera que genere compromiso y motivación. Mapea a los innovadores en tu organización.
  3. No lideres el cambio desde la urgencia, sino desde la conciencia. En lugar de correr detrás de lo último, es momento de detenerse y hacerse la pregunta que pocos se animan a formular: ¿qué tipo de humanos queremos ser cuando la IA esté en todo? La calidad del liderazgo se va a medir por la calidad de esa reflexión, no por la cantidad de licencias pagadas a proveedores tecnológicos. Mientras avanza la AI, tus habilidades blandas son oro en polvo. Mejoralas.
  4. Entrená tu coraje más que tu conocimiento. La IA es veloz, precisa, eficiente. Pero no tiene coraje. Esa es nuestra ventaja. La de decidir sin certezas, la de sostener lo incómodo, la de poner el cuerpo donde la lógica no alcanza. Allí es donde la humanidad del líder no es su debilidad, es su activo más valioso.

Tenés que reconfigurar su liderazgo desde un nuevo lugar: más audaz, más empático, más incómodo y más real.

Vos y yo vivíamos hablando de la gestión del cambio, pero nunca pensamos que el cambio sería tal. Tenemos que volver a aprender. Esto recién va a empezar.

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