Eugenia Bosco, a seis meses de la denuncia por abuso sexual: “Voy a seguir luchando porque necesito sanarlo”

admin

Romper silencios es un riesgo para el que no todas las personas están preparadas. Dependiendo de qué se trate, activar un on puede significar mucho más que palabras. Y un poco de eso fue lo que le pasó a Eugenia Bosco, medallista olímpica de vela en los últimos Juegos Olímpicos de París 2024 junto a Mateo Majdalani. Cansada de soportar el proceso interno que ya necesitaba salir, denunció a su exentrenador de la infancia-adolescencia, Leandro Tulia, por abuso sexual. Hace seis meses contó su verdad en una entrevista exclusiva con LA NACION que detonó en todos lados, pero especialmente en el ámbito del deporte.

Hoy, medio año después, la deportista nacida en San Pedro y radicada en España para priorizar su carrera, tiene sensaciones encontradas. Por un lado, la satisfacción ineludible que le genera saber que abrió varias puertas: la de su propia historia e intimidad y también la del miedo. La abrió y la atravesó con la convicción de que contar qué vivió en aquellos años podía no solo sanarla sino también ayudar a prevenir otros casos, ya que Tulia continuaba dando clases en la escuelita del Yacht Club Olivos, la institución donde Bosco se formó y donde denunció que ocurrieron los hechos.

Eugenia Bosco está en una nueva etapa de su vida después de la denuncia, tanto personal como deportiva

El otro sabor que siente es amargo: su caso fue considerado prescripto a partir de la vigencia que aún tiene la Ley Piazza (prescribe los delitos sexuales cometidos contra menores de edad a partir de que la víctima alcanza la mayoría de edad) y si bien dice que apelará hasta que ya no se pueda más, el sinsabor viene muchas veces acompañado de preguntas que ya no tienen respuestas y que solo sirven para alimentar la culpa que tantas veces sienten las víctimas. De nada sirve que Eugenia se cuestione “por qué no lo hizo antes”, ni que de batallas internas, aunque le sean inherentes.

Tulia está en prisión preventiva desde febrero. Es que, tras la denuncia de Bosco se sucedieron otras tres: una más corrió la suerte qie la primera, fue considerada prescripta. Las otras dos no, y por eso el exentrenador se encuentra a la espera del juicio en el que además la sampedrina será testigo.

Hoy, Eugenia se permite desandar el camino que trazaron estos meses intensos, pero a la vez conmovedores para su propia historia y para el deporte. Nunca un caso había provocado una repercusión tal. Ese Big Bang, para ella, tiene el mismo valor que una medalla. Porque la pone en el podio, sí. Pero no sube sola, sino que lo hace con cada una de las personas que se sintieron tocadas o impulsadas para hablar, reclamar, mirar una situación con ojo crítico… Denunciar. “Voy a seguir luchando por esto porque internamente necesito sanarlo y perseverancia no me falta”, dice.

Eugenia Bosco y Mateo Majdalani ya iniciaron la campaña para los próximos Juegos Olímpicos; recientemente compitieron en el Europeo

¿Cómo han sido estos seis meses?

—Al principio es raro porque estás contando algo tan privado y tan personal al mundo… Pero fue por una buena causa y por tratar de ayudar a más gente, eso estuvo bueno. La repercusión que tuvo fue buena. En todos los aspectos, desde gente que no conocía que me escribió y me contó cosas y casos, hasta los cambios que se dieron, ya sea dentro de los clubes, la federación de vela o el apoyo en general. Hubo mucha gente de comisiones que me consultó y me hizo parte, como también a las otras chicas que denunciaron. Algunos clubes sumaron psicólogos y hasta hay cursos de capacitación. Es decir, hubo un cambio, una concientización en todo esto. Pienso que esto fue lo importante. Obviamente para todos los deportes, pero en el nuestro, que es el que más conozco, se notó muchísimo.

A nivel personal, ¿cómo lo sentiste, qué emociones te atravesaron?

—Por un lado, estoy feliz de generar un cambio, me encantó que haya tenido un efecto positivo. Obviamente que no es lindo lo que pasó, pero eso generó un movimiento y a mí eso me da alegría, fue el motivo por el que decidí hacer todo esto. Después, cuando la causa va avanzando y van saliendo cosas hay momentos que son muy personales, de un poco más de tristeza, de lucha interior, de cosas que me pasan en casa y que por ahí vivo más con mi pareja puertas adentro. Pensamientos que tengo…

¿Pensamientos de qué tipo?

—Sobre la causa, de cómo avanzó. Creo que no hubiese cambiado nada de lo que hice, porque por algo hacemos las cosas así y se dan en determinado momento. Pero a veces pienso qué hubiera pasado si pudiera haberlo hecho antes. Porque lo que me pasó está teniendo una fecha de vencimiento (la prescripción), pero a mí nadie me lo va a borrar. Esa es mi lucha interna: obviamente que la Justicia va a llegar a buen puerto y agradezco todo el trabajo que se está haciendo. Trato de entender todo lo que pasa y de que hay una ley que al final determina que mi caso está prescripto.

Como si el dolor prescribiese también, ¿no?

—Como si el dolor prescribiese y como si la persona que abusó, que causó daño, el delito, prescribiera también. Entonces, es esa guerra de no saber qué hubiera pasado si denunciaba antes. Por suerte, dentro de lo malo, es que más chicas denunciaron y gracias a ellas la causa sigue avanzando y ya se está cerca del juicio, con él en prisión preventiva. Entonces, también hay que agradecerles a ellas por toda la valentía y por llevarla adelante.

¿Tenés la tranquilidad de que la causa camina pero el dolor de esa herida?

—Sí, como que no se termina de curar la herida, ¿no? O sea, algo que cuesta tanto sacar, revivirlo, llevarlo a la jJsticia… Porque seguramente hay miles de casos de personas que quizás nos animan por lo que conlleva. Seguir esperando es duro.

¿Vas a ser testigo de las otras denunciantes?

—Sí. Por más que hoy mi caso esté prescripto, soy testigo de lo de las chicas. Soy parte, como la otra víctima a la que le consideraron también prescripto su caso. Seguimos aportando la historia y a la causa.

Te duele esto, ¿pero estás tranquila?

—A ver, yo creo que todos son humanos. Entiendo y quiero creer que entenderán por lo que estamos pasando. Que lo vean con los mismos ojos que yo. ¿Por qué mi caso está prescripto y otros casos no? O sea, ¿por qué se determina así? Si al final yo lo viví. Y a la gente que ha vivido estas cosas no se las saca nadie de la cabeza. Te acompaña toda la vida en realidad.

¿Tenés esperanza en la apelación, en que se revea?

—Sí, sí, sí. Y voy a hacer lo que sea. Voy a seguir luchando por esto porque yo internamente necesito sanarlo y perseverancia no me falta.

¿Qué fue lo más impactante de lo que recibiste en este tiempo en cuanto a la repercusión?

—La repercusión que tuvo, enorme y me alegra un montón. Me gusta que se haya tomado un poco más de conciencia en todo esto. Porque quizás era algo de lo que la gente no era muy consciente o no se trabajaba tanto. Entonces, generar ese cambio sinceramente a mí me da satisfacción. No digo que no pase más algo así, pero se está intentando de que no y quizás se evitan un montón de cosas. La parte mala es que el club, o sea, mi club, nunca nos mandó nada, nunca nos escribió, ni a mí ni a las chicas, y sinceramente no sé por qué fue. Tampoco entiendo el apoyo que le siguieron dando (durante mucho tiempo, aún detenido) a esta persona. Me impactó.

Eugenia Bosco denunció que sufrió abusos durante su paso por la categoría formativa Optimist

¿Cero comunicación?

—Nada, cero. Nula. NO sea, simplemente me llega el acta de todas las semanas del club que se reenvía a todos los socios. Es un mail. Nadie me llamó. Nadie se comunicó conmigo. Sé que generaron algunos cambios adentro, pero nada, cero comunicación.

¿Te duele ese silencio? ¿Te importa?

—Sí, fue mi club, donde crecí más allá de lo que pasó. Obviamente que esto es con los dirigentes de este momento. Al club yo le tengo un cariño, y no solo que crecí sino que hice otras categorías, hasta hace poco iba a comer asados con mis amigos, porque mis amigos son todos de ahí. Me genera enojo y me da lástima que los dirigentes actuales no nos hayan dicho nada. A ninguna.

Antes de dar a conocer esta denuncia y tu caso en la nota tuviste un poco de miedo. ¿Lo sentiste después, una vez que ya lo habías hecho?

—Obviamente estuve renerviosa. No es algo menor. Entonces, tratás de no pensar en el que dirán. Una vez que salió dije: ‘al final es mi verdad. Tomé la decisión para ayudar’. Sentí alivio. Quieras o no, al estar viviendo en Europa me ayudó, sentirme apoyada en casa, por mi pareja Diego y pudiéndome distraer me ayudó. Porque había un teléfono que explotaba y había que tomar la decisión de dejarlo así, explotado y decir: ‘Ya voy a tener un momento para poder ver todo, cuando esto pase’. Y nunca me arrepentí.

Y cuando agarraste el teléfono, ¿qué pensaste?

—Y… Era una locura. Tenía mensajes de muchos medios, de mucha gente pidiéndome perdón por no haberlo sabido, por no haber hecho nada. Gente cercana… Pero al final, viste, yo en su debido momento se lo conté a mi familia y no mucho más. Era gente que no tenía por qué pedirme perdón, pero lo hacía. Al final fue una situación redifícil. No la vieron. Yo tampoco la vi, era chica, éramos todos más chicos, era otro tiempo. Cuando agarré el teléfono me sentí bien porque que recibí mucho cariño.

Leandro Tulia, el entrenador de vela denunciado por abuso sexual, está en prisión preventiva desde febrero

¿Y ese temor inicial a sentirte juzgada? ¿Siguió o creés que fuiste protegida?

—A mí me tocó vivirlo y hay muchísima más gente que creo que ha pasado por algo similar. Entonces, también pienso que cuando alguien saca algo así tan personal a la luz tiene mucho respeto. Me felicitaron por la valentía de compartirlo. Eso me hizo sentir bien e insisto: espero que siga ayudando.

Esto tuvo repercusión en el ámbito internacional, incluso en la Federación de Vela. ¿Cómo viviste eso en tu deporte y cómo es hoy? ¿El ambiente te habla de esto?

—Llegó al ámbito de la vela, específicamente a Nacra 17, la clase en la que yo compito (junto a Mateo Majdalani, con quien ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de París 2024) y después también llegó a la World Sailing, que es la Federación Internacional de Vela. Salieron notas… Me pedían permiso para repostear cosas y yo respondía: “Obvio que sí, sobre todo si llega a nivel internacional, me parece perfecto.” Hace poquito fuimos a competir a Grecia, al Campeonato Europeo, volví de nuevo al ambiente después de la denuncia, digamos, y mucha gente me saludó y felicitó por la valentía y por llevarlo adelante. Te das cuenta que a veces no se animan a preguntar porque claro, es un tema delicado, quizás incómodo. Pero siempre digo que al final salió, lo conoce todo el mundo, y ya no me genera ese pudor de compartir.

Hace sentir bien que te digan que sos valiente.

—Sí, obvio. Y que me pregunten puntualmente por el caso tampoco me molesta, creo que es parte. Hay gente que por ahí está más al tanto y lo sigue más de cerca y sabe más y hay gente que por ahí no tiene ni idea y quiere saber cómo siguió.

Leandro Tulia estuvo a cargo de la categoría formativa de Yacht Club Olivos por 20 años

En estos días se fueron conociendo distintas denuncias de casos relacionados a abusos y maltratos en el deporte de alto rendimiento: ¿Por qué creés que se está dando? ¿Hay una deuda con el tema o una condición allanada para poder hablar?

—¡Uf! Es complejo. A ver… A mí me pasó de chica, pienso en los deportistas, en las personas que lo dan todo, que viven para el deporte y al final terminan quedando vulnerables, ¿no? Otra persona que sabe más, que tiene un lugar más de poder abusa de tu entrega. Porque creo que las notas que fueron saliendo abarcan diferentes edades, distintos deportes y son en situaciones diferentes. Estás tan entregado a lo que hacés y a lo que te gusta, querés llegar lejos, que te dicen que “es así” y caés. No creo que sea algo de un deporte específico ni del alto rendimiento, es social y multifactorial, puede pasar en un trabajo cualquiera. Pero bueno, justo es coincidente en este tiempo y sí, creo que el deporte se debe una mirada más. Una mirada más profunda.

¿Qué sentís que aprendiste de todo esto?

—A ser paciente, sobre todo. Con el caso, puntualmente, estoy intentando ser paciente, entender los tiempos, saber que las cosas están en manos de otros, que no depende solo de nosotros. Y a confiar en eso, obviamente, sin dejar de involucrarme. Yo no tengo conocimiento de abogados, leyes, y de repente voy aprendiendo cositas. Me gustó haber hecho la nota, haber hablado y aprender que no que no hay que tener vergüenza de nada. Lo pienso y lo sigo repitiendo: lo que pasó no fue mi culpa. Yo no hice nada malo, era una niña y estoy contando mi verdad. Eso me ayuda a seguir avanzando, a seguir adelante.

¿Hay algún mensaje que te gustaría dejar hoy, como lo dejaste hace seis meses?

—Que siempre que haya algo que te incomode, por más tonto que te parezca, si te incomoda, hay que hablarlo. Si no te sentís bien, si tenés la necesidad de contárselo a alguien, hay que hacerlo. Porque si no lo decís te estás generando una bola dentro, que es lo que a mí me pasó muchos años, que te va consumiendo y puede llegar un momento en que no aguantes más. Hay que sacarlo. Nadie va a juzgar, y si juzgan es porque no conocen la historia. Siempre que se pueda hay que tratar de hablar. Aprendí eso en todo este tiempo y creo que es bueno. A mí me ayudó muchísimo.

Deja un comentario

Next Post

Tipo de cambio hoy 10 de julio: cuánto cuesta el dólar canadiense en México

La moneda mexicana es una de las 10 monedas más comercializadas en el mercado de divisas a nivel internacional, la más negociada en América Latina y la tercera en todo el continente. Su costo es de gran trascendencia a nivel nacional como regional, pues el país se caracteriza por ser […]
Tipo de cambio hoy 10 de julio: cuánto cuesta el dólar canadiense en México

NOTICIAS RELACIONADAS

error: Content is protected !!