Las curvas mediterráneas, los arcos estratégicos y la integración visual entre espacios definen la atmósfera de esta casa de fin de semana, donde cada detalle fue pensado para crear un refugio de descanso absoluto.
Estudio Cardinal, fue el responsable del proyecto desarrollado por las arquitectas Vanesa Liberatore y Romina Latini.
Refugio mediterráneo
Desde el primer momento se buscó un lugar que descanse del ritmo urbano y le permita reconectarse con la serenidad del campo.
Así nació un proyecto que combina rusticidad, simpleza y materiales nobles, logrando una estética cálida y uniforme.
El diseño exterior se apoya en la coherencia de materiales y formas. La puerta de acceso, fabricada en Pino Brasil rústico con manijones hechos a medida por un herrero, marca el tono desde la entrada.
El piso del patio, realizado en laja Neuquén, y la mesa y bancos exteriores de quebracho blanco de Valeriacrida.home, refuerzan la identidad rústica.
Las luminarias, elaboradas a partir de macetas partidas y revestidas en el mismo quimtex que recubre la casa, se integran visualmente para que solo destaquen los postigos.
La pérgola de eucaliptus estacionado y la puerta principal, idéntica a la que conecta con el patio, mantienen la coherencia de diseño. Los arcos de las aberturas, en PVC foliado Turner Oak, evocan la arquitectura mediterránea que inspiró el proyecto.
Curvas, materiales nobles y mix de texturas
En el interior, el piso de hormigón alisado aporta resistencia y simplicidad. El living-comedor, concebido como el núcleo de la vivienda, invita a compartir y transitar, lejos de la formalidad de los ambientes poco usados.
Desde este espacio central se accede al patio, la cocina y los dormitorios, consolidando su función de corazón del hogar.
Los arcos se repiten en ventanas hacia la galería y accesos a cocina y playroom, reforzando la continuidad estilística.
El mueble para la estufa Tromen, realizado en petiribí por un carpintero, y las cortinas de gasa panalera suman ligereza y calidez.
En el comedor, la mesa y la consola de madera Castaño (Flia Echaide) se acompañan de lámparas de La Feliz y objetos personales de la clienta, quien también eligió las sillas.
El pasillo hacia los dormitorios se transformó en un espacio útil y agradable gracias a un escritorio con vista al patio central, aprovechando las visuales y sumando funcionalidad a la circulación.
Cocina y baños: atención a los pequeños detalles
La cocina, semi-integrada al living-comedor, mantiene el diálogo entre los ambientes. Se repiten la paleta y los materiales: piso de hormigón alisado, muebles ranurados de melamina color Camelia y mesada de Purastone.
Las lámparas colgantes de Margarita de Forteza y la mesa y bancos de petiribí hechos a medida refuerzan la identidad artesanal.
El vidrio repartido que conecta con el playroom permite integrar ambos espacios sin perder independencia, mientras las curvas características de la casa se mantienen como hilo conductor.
En los baños, la continuidad material se logró con mesadas de durlock revestidas en microcemento, generando una transición fluida entre piso y pared.
En el baño principal, las bachas de piedra y los espejos hechos a medida aportan un extra de rusticidad, consolidando la propuesta de un refugio donde cada elemento contribuye a la experiencia de descanso y conexión con la naturaleza.
Fotos de Eugenia Hitce