El escenario fue una placita de San Luis. Allá, a contramano de la tranquilidad del lugar, en la mente de Santiago Solari había revuelo. Reunido con sus amigos y sin club, el Chino intentaba imaginar cómo sería un futuro sin la pelota como medio de vida. “Mis amigos me dicen ‘¿te acordás de ese día en la plaza?’ Estábamos ahí pensando qué íbamos a hacer de nuestras vidas. No teníamos trabajo, no teníamos nada. Entonces, uno de mis amigos dice ‘tenés que comprarte una motito y hacer delivery’. Yo lo miré y le contesté, ‘¡¿con qué plata querés que me compre una motito?!’”, recuerda con una sonrisa el delantero de Racing, sentado en la platea del Cilindro de Avellaneda, donde le asegura a LA NACION que “esas cosas hacen valorar el camino recorrido”.
Solari no se subió a una moto ni se bajó del sueño de llegar a ser profesional. No trabajó como delivery, pero sostuvo su entrega a la hora de entrenarse: “Soy de Arizona, al sur de San Luis, y me fui a estudiar educación física a la capital de la provincia. Odiaba que fuera así, no quería eso para mí, pero me seguí entrenando como si fuera un profesional”. Continua con la historia: “En Estudiantes de San Luis me habían avisado que quedaba libre, entonces jugué en Deportivo Arizona, de mi pueblo. Cuando me voy a la capital a estudiar, también me dijeron que no en un club que había subido de la B a Primera de la Liga regional. Yo estaba muerto, me decía ‘no puedo jugar ni en el Regional después de dedicarle tantos años al fútbol’”, enumera sobre un derrotero que incluyó varias negativas, pero que no lo hizo claudicar.
Luego del desánimo y con tanto esfuerzo sostenido, el Chino motorizó en su historia aquello que evoca la canción Zona de promesas: tarda en llegar y al final hay recompensa. “De pronto entro a un equipo, salimos campeones de la Liga y nos da la clasificación al Regional Amateur. Ahí llegamos a semis, me va bien también en lo individual y me llaman de Juventud de San Luis. Me probaron unos días, quedé y me hicieron contrato para el Federal: ahí volví al ruedo y dije ‘bueno, se puede’. Y así arrancó el camino profesional hasta estar acá, en un club tan grande como Racing”.
-¿Proyectás tu consolidación en Racing o podés cambiar de aire en este mercado? Fortaleza se interesó en vos.
-La exigencia cada vez crece más en el club. Racing se acostumbró a pelear cosas y eso es importante. Ahora nos toca la parte más dura del año, con tres competencias. Respecto a mi futuro, estoy muy enfocado en Racing. Si hay interesados, significa que uno está haciendo las cosas bien, pero me mantengo enfocado acá. Vengo encontrando un lugar y trato de aportar en ataque y en defensa. Intento ser desequilibrante e importante para el grupo, siento que se puede venir un semestre muy lindo. Al contrario de relajarme, estoy trabajando con todo.
-Con el impacto de la salida de Salas, ¿Costas te habló sobre tu futuro?
-En ningún momento le hablé a Gustavo de ninguna propuesta ni nada, pero por el rumor me empezó a tirar palos (risas). Yo le dije ‘no estoy pidiendo nada, tranquilo Gustavo’. Él trata de mantenernos a todos bien. Porque si estamos pero pensamos en otra cosa, por ahí no suma. Maxi (Salas) con nosotros se entrenó hasta el último día tirando para adelante, en eso no podemos decir nada. Tomó una decisión (irse a River) y cada uno sabe los pros y contras. Aunque se habló mucho del tema y eso influye, el grupo se mantuvo bien. Somos muy unidos. Hay que estar al 100 por ciento: Racing hoy necesita jugadores enfocados al 100 por ciento en el club.
Y si de mentalizarse se trata, en la Academia hay un sueño que no sale de la cabeza de Gustavo Costas, el técnico-hincha que es ídolo y desea con todas sus fuerzas ser campeón de América. El plantel de Racing hizo plotear el vestuario con la imagen de la Copa Libertadores, en sintonía con el gran anhelo del entrenador y de todos los fanáticos, respaldados por las conquistas recientes de la Copa Sudamericana y de la Recopa.
-¿Cuánto hablan sobre la Libertadores y cómo sienten que los ven los rivales?
-Es un sueño que todos tenemos en el club. Y hay algo que me gusta mucho en la forma de cómo te lo hacen sentir en el club: te nombran todo el tiempo la Copa, te lo ponen en palabras y en imágenes. En el vestuario tenemos imágenes de la Libertadores, en Paraguay (en la pretemporada) nos recibieron con una Copa Libertadores sobre una mesa y el mensaje “próximo objetivo”. Eso te motiva. Obviamente es un trabajo durísimo y tenemos que dejar todo, sabemos que por algo no se consigue todos los años, pero sentimos que hay algo que está ahí en el aire. Juegan los mejores equipos de América, pero vamos a dejar todo para lograrlo y sería hermoso. Creo que nos ganamos el respeto de todo Sudamérica. Racing se posicionó de esa manera y en cada partido hay que salir con todo, Gustavo (Costas) nos transmite eso.
-¿Qué es lo que más destacás de Costas?
-Su manejo del grupo. Quiere tenernos siempre bien, nos habla mucho, nos da esa tranquilidad de que -más allá de si juguemos o no- él nos está apoyando, para nosotros es como un padre. La gestión de grupo es muy importante: hasta podés influir un poco menos en otros aspectos del fútbol, pero con una buena gestión del grupo solucionás muchas cosas. En la Sudamericana, que fue lo más especial que viví hasta ahora en el club, era un hincha hablándonos y haciéndonos sentir lo que significaba ganarla. Nos daba las charlas y lloraba. Se generó una onda positiva desde él y con la gente y nos hizo sentir que la Sudamericana era nuestra. Y sigue siendo así, todos los días nos motiva. Sobre todo en la Copa, arranca el partido y nos tiramos de cabeza todos, eso va más del lado psicológico. Hemos ganado muchos partidos por eso.
-¿Trabajás con psicólogo? ¿Cómo gestionás el contacto con las redes sociales?
-Sí, considero que es muy importante. Me ayudó en la adaptación, por ejemplo. A mí me tocaba venir del ascenso, después a Defensa y llegué a Racing, que es de otra magnitud en todo sentido: en lo bueno y en lo malo. Te chocás con una realidad de un equipo grande, algo totalmente diferente, por lo que si trabajás en lo psicológico es más fácil adaptarse. En mi juego me ayudó mucho últimamente en la toma de decisiones: al principio me apuraba mucho. Sentía que si maduraba en el aspecto mental iba a poder asentarme. El impacto de las redes sociales es mucho mayor que antes, pero podés llevarlo si sabés no enredarte: no sos lo bueno ni lo malo que te digan ahí. Hay que centrarse en el trabajo y esfuerzo hecho para estar acá, eso da paz y tranquilidad sin importar lo que digan los demás. No es fácil cuando te toca algo feo, pero con el tiempo y con ese trabajo, te adaptás.
Acostumbrado a dar pelea, Solari superó altibajos en su rendimiento en la Academia y terminó el semestre anterior como titular, en una delantera en la que Adrián Martínez y Maximiliano Salas aparecían como el dúo indiscutible. Sin embargo, luego de la sorpresiva y ruidosa salida de Salas a River, un dato puso en la superficie el aporte de Solari a Martínez: lo asistió cinco veces y participó de otros cuatro goles firmados por Maravilla, con 2000 minutos menos en la cancha respecto a Salas (seis asistencias y cinco participaciones en conquistas del ídolo).
El último pase-gol del Chino para el centrodelantero fue la semana pasada, para iniciar la remontada en el triunfo (3-1) ante San Martín de San Juan, por la Copa Argentina. “Es hermoso jugar con Maravilla. Los que jugamos arriba sabemos que tenemos que generarle porque él adentro del área es letal. Podemos tener una y él la aprovecha. Tenemos que encargarnos de que le llegue limpia al área, después él se encarga”, sentencia sobre acompañar al 9, autor de 46 goles en 71 partidos en Racing.
-¿Maravilla dice cosas en la concentración y después pasan? Varios jugadores mencionan lo de sus frases premonitorias.
-Sí. Se generó algo con eso: Adrián decía una cosa y antes nos reíamos; ahora nos vemos y decimos “ojo, puede pasar”. El otro día en la concentración avisó que iba a hacer dos goles. Dijo “voy a hacer uno, pero capaz que terminan siendo dos hoy”. En el festejo se lo recordábamos, es increíble. Ya pasaron varias situaciones así.
Para Solari, que disfruta de mirar partidos y tiene como referente en su posición al colombiano Luis Díaz, crack de Liverpool, el fútbol es una forma de vida. Desde los inicios en Deportivo Arizona de San Luis, sobre el que bromea porque “el escudo es muy parecido al de los vecinos”, a la actualidad en el Cilindro de Avellaneda, sus sueños ruedan con la pelota. Con el buzo de Racing puesto durante la charla, anhela vestirse “de gala” para seguir una costumbre que le traer buenos recuerdos. Es que en Asunción y en Río de Janeiro, donde el plantel levantó la Sudamericana y la Recopa respectivamente, se puso un saco arriba de la camiseta durante los festejos: “Al saco ya lo mandé a la tintorería, está colgadito. Ojalá lo podamos usar de vuelta a fin de año”.