La chica Miss Siete Días que fue descubierta por un fotógrafo en Playa Grande (Mar del Plata), es otro caso de las “tocadas por la varita mágica” que luego hicieron historia. Porque, si bien tuvo su momento de modelo y decenas de tapa de revistas, Adriana Costantini triunfó como empresaria textil. Tuvo, también, sus años de televisión: trabajó en Café con Canela, en el viejo ATC, hizo cine y participó en el programa de humor Frac, junto a Jorge Basurto y Juan Carlos Mesa. “Fui columnista de moda y también hice de ‘chica linda’, como se estilaba en la época. De joven no tenía una vocación marcada aunque algo había, yo sentía que me atrapaba este mundo”, dice.
–Padre arquitecto, madre ama de casa. ¿Cómo reaccionaron cuando decidiste lanzarte a esto?
–Mi madre también era artista, pintaba muy lindo, pero nunca se animó a probar. Era una mujer espléndida que combinaba el camisón con la bata. Bordaba, decoraba, hacía todo bien y con gusto. Me crié en una casa fantástica, con los mejores padres del mundo. Hasta que sucedió lo del fotógrafo en la playa y la verdad es que yo no quería, dije que no, pero el fotógrafo insistió. De pronto habló con mi papá y él le terminó diciendo: “Si querés la foto, aprovechá cuando salga del agua”.
–Nunca hubieran imaginado que esa foto te haría ganar el concurso y que serías tapa.
–Y algo más impresionante: a la semana estaba comiendo en la mesa de Mirtha Legrand y yendo también al programa Matineé, con Tía Valentina y Andrés Percivale.
–Algunos dijeron que fuiste una especie de Pampita del momento. No eras alta, pero estabas en todos lados.
–Bueno, no tanto porque eran épocas sin redes y sin todo lo que existe ahora. Pero fue una linda carrera. Igual no empecé tan chiquita: tenía veintipico. Yo ya era maestra, había estudiado inglés. Pero obviamente todo lo que sucedió después me cambió la vida. Recuerdo cuando Antonio Carrizo empezó a mencionar a las ganadoras. Dije: “Esto es lo que quiero para mí”. Y empecé a hacer de todo.
–¿Cómo surgió lo de la marca, que pudiste llevarla a todo el país?
–Al no tener tanta altura, siempre hice desfiles pret a porter y trajes de baño. Yo tenía unas medidas bastante standard y las marcas me usaban como prueba. Así que me pasaba la vida probándome prendas, especialmente jeans. Me hice tan experta en el tema de los calces, lo que favorecía y lo que no, que cuando me casé surgió la idea. Mi marido, que falleció hace 16 años, estaba en el ambiente de la indumentaria. El había traído marcas de Inglaterra, se dedicaba a lo que tanto nos gustaba. Por lo tanto no fue extraño lanzar mi propia marca. Mi nombre estaba bien arriba, así que no se nos ocurrió que se llamara de otra manera. Y la idea era ser mayorista, llegar a todo el país. Yo tenía una idea fija.
–¿Cuál?
–Una marca para vestir a todas las mujeres. Ser funcional a todas aquellas que había conocido en mis visitas al interior. Ropa para flacas o más gorditas, clásicos intercambiables, equipos fáciles, de buena calidad, pero accesibles. Yo, que amaba a Elsa Serrano, había visto el hueco que estaba dejando al saltar a la alta costura.
–¿Qué recuerdo tenés de Elsa?
–La adoré. Nunca me voy a olvidar de sus percheros repletos de trajes en todos los talles y colores pastel. Miraba mucho lo que había hecho ella en sus comienzos. Sentí que era lo que quería. Justo coincidió, como decía, que ella hizo el salto, así que era la oportunidad. Se usaba muchísimo el tailleur. Me atrajo la idea de enseñarle a las mujeres a multiplicar su guardarropas. Y después incorporé mi línea de jeans. Ya me había probado todos los de Buenos Aires, era hora de crear el perfecto.
–Y pasaron 40 años…
–Sí, en el mientras tanto tuve gente maravillosa trabajando a mi lado. Incorporé a jóvenes diseñadores que hacían la diferencia en ese entonces. Primero Carolina Aubele y después Pablo Ramírez, que duró dos años. Se veía que tenía alas y que haría un carrerón. Finalmente nos encontramos con Elio De Angeli, que además de diseñar y ser un gran docente, se convirtió en socio. Hacemos un equipo muy bueno, y acá estamos, luchando otra vez.
–El presente en el mundo de la moda es un tema delicado.
–Terrible. Vivimos tiempos duros porque somos absolutamente improductivos, carísimos. De cada prenda, el 45 o 48 % son impuestos. Yo sigo mayorista, tengo franquicias y locales propios. Produzco absolutamente todo en la Argentina. Y eso me interesa decirlo y gritarlo: soy defensora de la industria nacional. Bajamos la cantidad de producción, como muchas marcas, porque no hay consumo.
–¿Qué es lo que más te entristece, en general?
–Me mata ver a los argentinos sin alegría y sin pasión. Estamos anestesiados, no nos levantamos contentos porque las personas van a trabajar y saben que no llegan a fin de mes. O no hay para remedios. Encima veo mucha gente haciendo la vista gorda. Algunos porque les conviene y a los jóvenes, qué se yo, no los entiendo.
–¿No te queda esperanza?
–Me gusta ser positiva y optimista porque sino se te hace muy difícil vivir. Pero se me está enturbiando mirar para adelante.
–Sos fuerte. ¿Cómo fue el proceso de la viudez, tus hijos, y ahora este nuevo amor?
–Y en el medio de todo estuvo el episodio del 2001, que caímos muy fuerte. Hace 16 años que soy viuda y fue durísimo. Pude salir gracias al trabajo y a un excelente terapeuta. Estuve ocho años sola y ahora hace ocho que estoy con Rómulo Pullol. La verdad, jamás pensé que podía sucederme algo así. La tuve a Graciela Borges como celestina y sí, era él. Yo no buscaba nada y no era consciente de mi juventud. No sé, me sentía grande para rehacer la vida, los dos tenemos hijos y nietos. Yo dos varones y él mujeres. Mis chicos viven en Bariloche. Yo viajo, voy, vengo. Ambos somos libres, pero nos necesitamos. Hemos construido una hermosa pareja.
–Además, las amigas. Formás parte del famoso grupo de las exmodelos.
–Sí, también atesoro a mis amigas del colegio, somos 12 y súper unidas. El de las modelos es genial, no salgo tanto como antes porque tengo mi pareja, pero son todas increíbles: Carmen Yazalde, Mora Furtado, Tini de Bucourt, Evelyn Scheidl. Con ella nos apoyamos y viajamos mucho porque quedamos viudas con un año de diferencia. Y por supuesto Graciela Borges y mi “amiga oreja”, Graciela Cámara.
–¿A qué diseñadores admirás?
–Me gusta Pablo Ramírez. Es fiel a su estilo, innovador, tiene una moldería genial y cintura para sobrevivir en estos tiempos. Adrián Brown también es muy fino, elegante. sutil. Y Zitta tiene esa cosa arquitectónica. Ahora descubrí a Nuria Bueno, que tiene una costura impecable. Y soy fan de Jazmín Chebar.
–¿El amor vence al odio?
–No quiero decir que a veces dudo, me gustaría que eso no me pasara. Es feo vivir así, sentir que el otro no es feliz. Pero tengo fe.