La guerra del agua disparó un drama humanitario en la Franja de Gaza

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Al comienzo de la guerra de Israel contra la organización terrorista Hamas en la Franja de Gaza, el entonces ministro de Defensa, Yoav Gallant, fue terminante. “Estamos imponiendo un asedio total sobre la Franja de Gaza. No habrá electricidad, ni comida, ni agua ni combustible, todo quedará bloqueado. Estamos luchando contra animales humanos y vamos a actuar en consecuencia”.

Meses después, un soldado israelí subió a las redes sociales un video en el que se observaba a ingenieros de combate de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) colocando explosivos en una de las únicas tres grandes plantas desalinizadoras de agua de Gaza, en la sureña ciudad de Rafah, donada por Canadá 25 años atrás. En el video se ve luego cómo es dinamitada la instalación que proveía agua a esa ciudad donde se apiña buena parte de los dos millones de gazatíes que huyen de los combates.

En aquel momento la Policía Militar israelí dijo que iba a investigar el incidente como una presunta violación del derecho internacional -que protege expresamente la necesidad de salvaguardar el acceso de la población al agua y a los alimentos durante un conflicto armado- y reconoció que esos ingenieros de combate habían recibido la aprobación de su comandante de brigada, pero no tenían permiso de los oficiales superiores del Comando Sur de las FDI. De todas maneras no hubo ningún otro reporte posterior sobre el resultado de la investigación.

“La única manera de obtener agua en Gaza siempre fue desalinizando el agua del mar, porque incluso la que proviene de las perforaciones es salobre y está contaminada debido a la intrusión de agua de mar, la sobreextracción y la infiltración de aguas residuales y productos químicos”, explicó a LA NACION por vía telefónica la especialista en Medio Ambiente española, Virginia Mielgo González, de Médicos sin fronteras, que acaba de concluir su segunda rotación de ocho semanas en la Franja.

Antes de la guerra la provisión ya era deficiente, pero se hacía a través de las tres grandes plantas desalinizadoras: Ciudad de Gaza, Khan Yunis y Rafah, y una instalación más pequeña en Dar el Balat. Además, desde Israel ingresaban a la Franja tres tuberías de la empresa Mekorot. También hay camiones cisterna privados sin regulación, lo que resulta costoso y supone riesgos adicionales para la salud

“Desde abril, Israel cortó totalmente la provisión de agua por Mekorot, además están destruidas las plantas de Rafah y de Ciudad de Gaza. Solo funcionan la de Khan Yunis y la pequeña de Dar el Balat. Pero, como desde el 18 de marzo se produjo un bloqueo total del ingreso de diésel, de los 15.000 metros cúbicos de agua diarios que podía producir la planta de Khan Yunis, apenas llegan hoy a 500 metros cúbicos que es lo poco que se distribuye por medio de camiones”, explicó la especialista.

“Es muy duro ver a la gente en Gaza peléandose entre vecinos y conocidos junto a un camión para poder acceder a un derecho tan básico como un bidón o una botella de agua”, agregó Mielgo González.

Hoy, la provisión total de agua por día por persona en Gaza alcanza, como mucho, a 5 litros. La OMS recomienda un básico de 50 litros para cubrir necesidades básicas, y de entre 100 y 122 litros por persona por día si se incluye higiene. De los 5 litros diarios de Gaza, apenas un litro es agua apta para beber, que en general tampoco tiene estándares aceptables de potabilidad.

Un informe de Unicef de hace un mes recogió este testimonio de un gazatí: “Hemos aprendido a vivir sin tantas cosas en Gaza. Sin nuestros hogares; sin seguridad; sin seres queridos… incluso hemos aprendido que podemos vivir sin comida durante una semana o más… pero no podemos sobrevivir sin agua».

La falta de agua potable tiene un impacto directo en la salud de la población, especialmente ancianos y niños.

Un informe de Unicef de este año señala que el 70% de los chicos de Gaza sufrió diarrea en 2024, comparado con el 3,4% en 2022. El mismo reporte indica que el 90% de los niños gazatíes sufre enfermedades infecciosas. En 2022 hubo 85 casos de hepatitis en Gaza y el año pasado fueron 40.000.

Distribución de agua en el campo de refugiados de Nuseirat, en Gaza. (Photo by Eyad BABA / AFP)

“Lo que vimos es un aumento general de todas las enfermedades relacionadas con el agua contaminada y la falta de higiene. Hay muchas enfermedades de la piel contagiadas por ectoparásitos, especialmente sarna. Los chicos se rascan por la sarna, sus heridas se infectan y no hay manera de limpiarlas”, relató la especialista de Médicos sin Fronteras.

Wateen al-Adasi recibe atención médica en el Hospital Kamal Adwan en Beit Lahiya, al norte de la Franja de Gaza. La bebé desarrolló una enfermedad cutánea por higiene deficiente.

Para suplir la tarea que no están pudiendo realizar las plantas desalinizadoras, las organizaciones humanitarias que trabajan en Gaza están tratando de importar desde Egipto, seis plantas desalinizadoras móviles, del tamaño de una camioneta, que pueden potabilizar 10.000 litros de agua por hora.

“Llevamos meses con las plantas móviles varadas en la frontera y el ejército de Israel no autoriza el ingreso. Si se nos permitiera llevar a Gaza esas desalinizadoras, podríamos proveer agua para 200.000 personas. Pero no nos dan el permiso”, explicó Mielgo González.

La especialista concluyó: “Lo peor es que absolutamente todo lo que sucede en la Franja es un drama provocado por el hombre. No es una catástrofe natural. Los hombres han destruido por completo lo que otros hombres construyeron en su momento. Gaza es un terrible ejemplo de los fracasos de la Humanidad”.

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