Los diminutos y poco apreciados animales que ayudan a reducir el calentamiento global

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Un animal diminuto y poco conocido que suele venderse como alimento para acuarios, estuvo protegiendo silenciosamente nuestro planeta del calentamiento global emprendiendo una migración épica. Según una nueva investigación, estos “héroes anónimos” llamados zooplancton se atiborran y engordan en primavera antes de sumergirse cientos de metros en las profundidades del océano Antártico, donde queman la grasa. Esto les permite retener carbono que calienta el planeta, equivalente a las emisiones anuales de unos 55 millones de coches de gasolina, e impedir que siga calentando nuestra atmósfera.

Es mucho más de lo que se esperaba. Pero a medida que los científicos descubren este servicio a nuestro planeta, aumentan las amenazas para el zooplancton. Los investigadores llevan años estudiando la migración anual de este animal en aguas antárticas (el océano Antártico) y sus consecuencias para el cambio climático.

Copépodos hembra (4 mm) con depósitos de grasa en el cuerpo

Guang Yang, autor principal del estudio y miembro de la Academia China de las Ciencias, afirma que los resultados son “extraordinarios” y obligan a replantearse la cantidad de carbono que almacena el Océano Austral. “Estos animales son héroes anónimos porque tienen un modo de vida muy interesante”, dice la coautora, Jennifer Freer, del British Antarctic Survey.

Animales poco apreciados

Pero en comparación con los animales antárticos más populares, como la ballena o el pingüino, el pequeño, pero poderoso zooplancton pasa inadvertido y es poco apreciado. Si alguien oyó hablar de ellos, probablemente sea como un tipo de alimento para peces que se puede comprar por Internet.

Pero su ciclo vital es extraño y fascinante. Tomemos como ejemplo el copépodo, un tipo de zooplancton pariente lejano de los cangrejos y las langostas. Con un tamaño de entre 1 y 10mm, pasan la mayor parte de su vida dormidos entre 500m y 2km de profundidad en el océano.

Este copépodo tiene brazos en forma de pelos para alimentarse

En las imágenes tomadas con el microscopio se pueden ver largas salchichas de grasa en el interior de sus cuerpos y burbujas de grasa en sus cabezas, explica el profesor Daniel Mayor, que las fotografió en la Antártida. Sin ellos, la atmósfera de nuestro planeta sería mucho más cálida.

A escala mundial, los océanos absorbieron el 90% del exceso de calor generado por el hombre al quemar combustibles fósiles. De esa cifra, el océano Antártico es responsable de cerca del 40%, y gran parte se debe al zooplancton.

Migración

Se están invirtiendo millones de dólares en todo el mundo para entender cómo almacenan exactamente el carbono. Los científicos ya sabían que el zooplancton contribuía a su almacenamiento en un proceso diario en el que los residuos ricos en carbono de los animales se hunden en las profundidades del océano.

Pero no se había cuantificado lo que ocurría cuando los animales migraban en el Océano Austral. Las últimas investigaciones se centraron en los copépodos, así como en otros tipos de zooplancton llamados krill y salpas.

Sin el zooplancton, la atmósfera de nuestro planeta sería mucho más cálida

Estas criaturas se alimentan del fitoplancton de la superficie oceánica, que crece transformando el dióxido de carbono en materia viva mediante la fotosíntesis. El zooplancton transforma esta materia en grasa. “Su grasa es como una batería. Cuando pasan el invierno en las profundidades del océano, se sientan y queman lentamente esta grasa o carbono”, explica Mayor, de la Universidad de Exeter, que no participó en el estudio. “Esto libera dióxido de carbono. Por la forma en que funcionan los océanos, si se introduce carbono a gran profundidad, el CO2 tarda décadas o incluso siglos en salir y contribuir al calentamiento atmosférico”, dice.

El equipo de investigadores calculó que este proceso -denominado bomba de migración vertical estacional- transporta 65 millones de toneladas de carbono al año hasta al menos 500 metros por debajo de la superficie del océano. La mayor contribución corresponde a los copépodos, seguidos del krill y las salpas.

Jennifer Freer analizó el zooplancton a bordo del buque polar Sir David Attenborough

Según una calculadora de emisiones de gases de efecto invernadero de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), esta cantidad equivale aproximadamente a las emisiones de 55 millones de coches diésel durante un año. Las últimas investigaciones analizaron datos que se remontan a la década de 1920 para cuantificar este almacenamiento de carbono, también llamado secuestro de carbono.

Pero el descubrimiento científico sigue su curso mientras los investigadores tratan de comprender más detalles sobre el ciclo migratorio. A principios de este año, Freer y Mayor pasaron dos meses en el buque de investigación polar Sir David Attenborough, cerca de la isla Orcadas del Sur y Georgia del Sur.

Krill antártico (50-60 mm) con vísceras verdes que muestran que han comido algas recientemente

Utilizando grandes redes, los científicos capturaron zooplancton y subieron los animales a bordo. “Trabajábamos en completa oscuridad con luz roja para no molestarlos”, explica Freer. “Otros trabajaban en salas mantenidas a 3-4°C. Hay que llevar mucha protección para permanecer allí durante horas mirando por el microscopio”, añade.

Amenazas

Pero el calentamiento de las aguas y la captura comercial de krill podrían amenazar el futuro del zooplancton. “El cambio climático, la alteración de las capas oceánicas y las condiciones meteorológicas extremas son amenazas”, explica el coautor, el profesor Angus Atkinson, del Laboratorio Marino de Plymouth, en Reino Unido.

El muestreo de plancton suele realizarse a medianoche, cuando los animales están más cerca de la superficie del océano

Esto podría reducir la cantidad de zooplancton en Antártida y limitar el carbono almacenado en las profundidades oceánicas». Las empresas pesqueras de krill capturaron casi medio millón de toneladas de krill en 2020, según la ONU. Esto está permitido por la legislación internacional, pero fue criticada por los defensores del medio ambiente, incluso en el reciente documental de David Attenborough “Oceano”.

Los científicos afirman que sus nuevos hallazgos deberían incorporarse a los modelos climáticos que pronostican cuánto se calentará nuestro planeta. “Si no existiera esta bomba biológica, los niveles atmosféricos de CO2 serían aproximadamente el doble de los actuales. Así que los océanos están haciendo un buen trabajo absorbiendo CO2 y deshaciéndose de él”, explica el profesor Atkinson. La investigación fue publicada en la revista Limnology and Oceanography.

*Por Georgina Rannard

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