Son una suerte de dos invitados al festín futbolero de esta parte del mundo. Dos clubes que se ganaron el derecho de participar, claro que sí. Central Córdoba, de Santiago del Estero, ya dio varios golpes en la mesa: se consagró en la Copa Argentina y hasta le ganó a Flamengo, en el Maracaná, en la Copa Libertadores.
Lo de Cerro Largo, la pequeña entidad de Uruguay, es más austero. El 0 a 0 del primer cruce rumbo a los octavos de final de la Copa Sudamericana (el martes próximo, a las 19, será el desquite, del otro lado de la orilla) tuvo otros condimentos, en un encuentro entretenido, con múltiples situaciones de riesgo.
El conjunto santiagueño sufrió dos bajas sensibles para el segundo semestre: el veloz Luis Miguel Angulo regresó a Talleres, de Córdoba, y Lautaro Rivero volvió a River. El delantero y el defensor, ambos de muy buen año, fueron recapturados por la cláusula de repesca. Además, a Nicolás Quagliata se le venció el contrato, y PAOK, de Grecia, el dueño de su pase, estudiará los pasos a seguir.
Con menos recursos, de todos modos Central Córdoba no detiene su ascenso vertiginoso, más allá de que su desempeño en este encuentro fue gris, y empató, también sin goles, con Aldosivi, en Mar del Plata, en el arranque del torneo Clausura.
¿Y su rival? Todo es particular en la vida de este club, que nació el 19 de noviembre de 2002. Cerro Largo se fundó en Melo, la ciudad capital de ese departamento, y dejó una huella profunda en esta Sudamericana por tratarse de su primer éxito en un torneo organizado por Conmebol. Melo, además, fue visitado por el papa Juan Pablo II hace 37 años, un 8 de mayo de 1988. El Sumo Pontífice polaco conoció entonces ese sitio futbolero a 400 kilómetros de Montevideo y de algo más de 50.000 habitantes.
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— Cerro Largo Fútbol Club (@CerroLargoFc) July 15, 2025
Seguramente, la gran mayoría de sus hinchas estuvo prendida a la TV (un pequeño grupo estuvo en Santiago del Estero), viendo cómo su equipo le pone al contexto alma, corazón y vida. Se trata de una de las 16 entidades que integran la primera división del fútbol uruguayo.
Este noble equipo tuvo su primera experiencia en el profesionalismo en 2003, en un partido frente a El Tanque Sisley. Un registro que puso en el mapa uruguayo a Cerro Largo, así como cuando Melo, que goza de un clima subtropical, quedó en primera plana porque en 1967 tuvo una temperatura de 11 grados bajo cero, un récord en Uruguay.
Todo es a pulmón para Cerro Largo, que tiene a tres argentinos en el equipo titular: Gino Santilli, el arquero, Alan Di Pippa, zaguero, y Nicolás Bertocchi, volante. Algunos años atrás, apenas era una idea conformar un club que representara a la región. Y algunos golpes de efecto animaron a la reunión de 2002 que impulsó la fundación. Había buenos antecedentes: en 1996, Porongos de Trinidad consiguió jugar la vieja Copa Conmebol y se convirtió en el primer equipo de las afueras de Montevideo en disputar una competencia internacional.
Central Córdoba había sido una de las gratas sorpresas de la Copa Libertadores de este año, una de las revelaciones del certamen. El equipo conducido por Omar de Felippe había llegado a la última fecha de la etapa de grupos como líder de la zona C, con 11 puntos, invicto hasta el 28 de mayo. Esa noche necesitaba rescatar un punto en la altura de Quito, para asegurarse la clasificación a los octavos de final.
Nada de eso sucedió. Peor aún, se produjo la sucesión de resultados que más lo complicaba, y el Ferroviario pasó de líder a tercero. En concreto: no sólo no avanzó a octavos, sino que se quedó afuera de la Libertadores. ¿Qué pasó? El triunfo por 3 a 0 dejó a Liga Deportiva Universitaria de Quito arriba, con diferencia de gol +4; y Flamengo (+3), que necesitaba ganar, consiguió un ajustado 1-0 sobre Deportivo Táchira y también llegó a 11. Central Córdoba, con la goleada recibida, quedó también en 11 puntos, pero con 0 en diferencia de gol. Así, la única derrota del torneo lo sacó de la Copa al asombroso conjunto santiagueño.
Fue, desde ya, una derrota con el peor sabor. Porque, con 11 puntos en su cuenta, Central Córdoba hubiera sido por buen margen uno de los mejores segundos, pero terminó en el tercer escalón. El Ferroviario, aquel día, jugó su peor partido de la Copa en el escenario menos propicio, y dijo adiós. Esa situación, de todos modos, no lo dejó con las manos vacías. Lo esperaba la Sudamericana, algo más que un premio consuelo. Y el encuentro con Cerro Largo es parte de ese camino.