La frescura es una de las claves de la escritura de la narradora y dramaturga Romina Paula (Buenos Aires, 1979). La otra es la vibración de un lenguaje hecho de vida. En su cuarta novela, Hija biográfica, suma un desafío más: narra la historia desde la voz de una adolescente, Leonor, que no se limita a contar sus vivencias en Córdoba, sino que reconstruye la juventud de su mamá. Con la fluidez de la oralidad, la protagonista parece preguntarse una y otra vez qué hace de un puñado de personas una familia de verdad.
La historia empieza cuando Leonor y Leticia, su mamá adoptiva, se mudan a las sierras de Córdoba. Las dos se llevan muy bien. El vínculo que construyen, de hecho, no tiene nada de típico. A lo largo de su relato, la chica se muestra fascinada con las anécdotas que le escuchó a ella, en especial su incursión en la actuación, que la llevó a viajar a filmar películas, y a vivir aventuras amorosas y desafíos que la volvieron la mujer que ella conoce.
Apenas se adivina, en algunos momentos, cierto interés de Leonor por sus orígenes, aunque más adelante va a querer conocer a su progenitora biológica.
La voz narrativa es un hallazgo. No se debe a que la autora se valga de un lenguaje con giros típicos de la adolescencia –hay, pero apenas los suficientes para encarnar un personaje real–, sino al tono coloquial que genera la ilusión de una oralidad tierna, pero lúcida.
Algo más inusual: en los momentos en que la historia recupera las anécdotas maternas, la chica parece replicar el modo de decir de la mujer, de modo tal que la sensación del lector es la habitar dos tiempos, el de la madre y el de la hija.
La curiosidad que muestra Leonor recuerda al cuento “Señorita”, de Hebe Uhart. En otras palabras, el personaje se observa y observa lo que la rodea sin prejuicios, en ese borde incierto de la mirada infantil que está a punto de dejar de serlo. Como personaje se vuelve atípica y entrañable. Quizá por eso el relato mantiene cierta liviandad, aunque sin caer en lo superficial. Por el contrario, permite la soltura y el vuelo necesarios para redescubrir el universo de las relaciones cotidianas que hacen del día a día un modo de crecer.
El tema de la maternidad y de los vínculos que enlazan a las personas de una manera significativa son los grandes interrogantes que recorre además Hija biográfica. En el fondo, en ese ir y venir, las historias parecen alejarse de una explicación biológica de los orígenes para tejer una familia biográfica. Sin grandilocuencia ni falsas sentencias, el relato despliega caminos hacia otras identidades posibles que podrían ser parte, con amor y libertad, de un diálogo abierto.
Hija biográfica
Por Romina Paula
Entropía
203 páginas, $ 28.000