La National Portrait Gallery de Londres aloja dos retratos de Bruce Chatwin (1940-1989): el más conocido, de estirpe nómade, y otro que desafía, en su postura, la clásica foto de escritor. Se lo ve de pie, al lado de una delicada y neurótica pila de libros, un poco desafiante, y a la vez con una elegancia melancólica. Está fechado en 1987, cuando escribía Utz, su última novela, un artefacto peculiar en su obra.
Asiduo de museos, Chatwin ansía estudiar los factores psíquicos alrededor de la compulsión por coleccionar. Con esa tesitura, en 1967 conoce en Praga a Kaspar Utz, un obsesivo por la porcelana Meissen. El protagonista comparte con el narrador (y el autor de En la Patagonia) el don de la exquisitez y conforma una colección sin igual, en un principio abarrotada en su departamento. La astucia del coleccionismo condensa no solo la obstinación en el acopio, sino también artilugios para agenciar determinados objetos y relevar la épica que acompaña el recorrido. “Había recogido cada pieza con el fin de reflejar los estados de ánimo y las facetas del ‘siglo de la porcelana’: el ingenio, el encanto, la galantería, el amor por lo exótico, la insensibilidad y la alegría frívola”, escribe, antes que todo ello fuera amenazado por la revolución y el peso marcial de los ejércitos.
El relato acompaña a Utz como custodio de sus gemas, frente al peligro de confiscación del gobierno comunista. Con su muerte, todo se vuelve más brumoso y el narrador sigue las pistas para encontrar el destino de miles de piezas, un giro policial que vuelve a la novela aun mas entrañable.
Utz
Por Bruce Chatwin
Pinka. Trad.: E. Goligorsky
128 páginas, $ 24.500