Tiene 82 años y salva vidas

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Hola, ¿cómo estás? Esta semana, la periodista Jazmín Lell me conmovió con una historia, la de Mirta Cabana.

Ella tiene 82 años y desde hace tres décadas recorre los barrios para sacar de la calle a chicos como los que mataron a su hijo.

Sí, eso que leiste es así. Lo hace desde 1993, cuando Darío, su hijo de 16 años, fue asesinado por “chicos de la calle” de su misma edad que quisieron robarle la ropa cuando volvía de una fiesta.

Ya te cuento más. Pero primero te presento a Mirta:

Se suele levantar a las siete de la mañana en su casa de toda la vida del barrio Santa Rosa, en la capital jujeña. Desayuna, se arregla y se sube a un taxi que la deja en el barrio Belgrano, uno de los más carenciados de San Salvador de Jujuy.

Ahí recibe a chicos muy vulnerables. Les ofrece apoyo escolar, comida y talleres de oficios. “Es una forma de salir del pozo en el que me dejó la muerte de Darío. Me propuse trabajar con chicos vulnerables, con problemas sociales, económicos y familiares, que están prácticamente solos y se acercan al mundo del delito. Mi objetivo es que salgan de ahí. Quiero evitar muertes como la de mi hijo”, cuenta.

Mirta asegura que su “gran logro, orgullo y felicidad” es haber sacado de la calle a la mayoría de los chicos que estaban en esa situación: ”Ya no podemos hablar de que en el barrio eso es un gran problema. Obviamente, mientras haya desigualdad y pobreza, inevitablemente siempre va a haber alguno. Pero la situación actual no se compara con la inmensa cantidad de chicos que había cuando nosotros empezamos a trabajar”.

Mirá esta foto de Mirta con varios de los 150 chicos con los que trabaja hoy:

“La muerte de mi hijo vino, desgraciadamente, como un llamado de atención para que alguien se hiciera cargo de esos chicos a los que sus padres, porque no quisieron o porque no pudieron, no les dieron amor ni les enseñaron el valor de la vida y se han criado en la calle, consumiendo alcohol o drogas desde muy pequeños, y sin darle ningún tipo de importancia a su vida o a la de los demás”, dice la mujer.

La descripción que hace Mirta de los chicos con los que trabaja coincide con la trayectoria de vida de la mayoría de los adolescentes que cometen delitos en el país, tal como lo reveló una investigación que publicamos en LA NACION junto a la periodista Paula Soler.

Te comparto algunos datos reveladores:

  • En CABA, el 20% de esos adolescentes de 15 años o menos en conflicto con la ley estaba en situación de calle o alternaba entre la calle y su casa cuando fueron aprehendido.
  • En la provincia de Buenos Aires, 7 de cada 10 que cumplen una pena tienen un consumo problemático.
  • En CABA, el 41% de los adolescentes de 17 años o menos a los que les iniciaron una causa penal en 2024 había abandonado la escuela o nunca la empezó. En la provincia de Buenos Aires, esa cifra escala al 72%.

Y estos datos me parece muy relevantes:

  • En CABA, el 41% de los menores de 15 que delinquen tuvieron tres o más intervenciones penales previas.
  • En la provincia de Buenos Aires, el 37% de quienes cumplen una pena ya había recibido asistencia por situaciones de hambre, abandono o violencia.

Es decir, en 4 de cada 10 casos de adolescentes que cometieron un delito grave en el AMBA, el Estado sabía que esos chicos estaban en riesgo. ¿Por qué esa intervención no sirvió para contenerlos, para tratar sus adicciones, para que volvieran a la escuela o evitar que cometieran delitos?

Para contestar esa pregunta e identificar cuáles son las instancias en las que una intervención oportuna del Estado puede evitar que estos adolescentes cometan un delito, hace unos días conversamos con varios especialistas en niñez y adolescencia.

Les dejo algunas ideas y me despido:

  • “En la inmensa mayoría de los hogares pobres no hay chicos delincuentes. Es decir, la pobreza no es un factor determinante, pero sí es uno de los factores multicausales del delito”, aporta Matías Bruno, que es investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre Inseguridad y Violencia.
  • “Si vos asegurás que el chico no deje la escuela secundaria retrasás su ingreso al mundo adulto, que es en donde delinque. Ahí, entonces, falla no solo la familia, sino también el Estado porque la educación es un derecho y el nivel secundario es obligatorio”, dice Mónica Velurtas, asistente social del fuero penal juvenil porteño y vicepresidenta del Centro de Delegados Inspectores de Menores porteño, y cierra: “La mejor intervención es la que previene”.

Si querés conocer más opiniones de los especialistas, podés leer la investigación en este link.

Eso es todo por hoy. Espero que tengas un buen fin de semana.

Saludos,

Javier

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