Una vez más, el puente Ciudad de la Paz, que une los barrios de Colegiales y Palermo, entre Dorrego y Santos Dumont, volvió al foco de atención de los vecinos y del gobierno porteño. Esta vez, porque arquitectos, vecinos y ONG denuncian que la Ciudad se propone derribarlo para levantar una estructura nueva con la intención de que soporte el tránsito del transporte pesado, algo que modificaría el perfil del barrio, y porque se aceleraron los tiempos para intentar levantar una protección patrimonial que impide su remoción. Además, cuestionaron que se llamó a licitación antes de este trámite.
La encargada de los trabajos por parte del gobierno de la ciudad es Autopistas Urbanas SA (AUSA), que el 27 de junio pasado publicó, a través de su página oficial, la apertura de una licitación pública –“Provisión, Construcción y Montaje de Nuevo Puente Ciudad de la Paz”– con fecha de apertura el 11 próximo (originalmente, era el 31 de julio).
En tanto, AUSA pidió, en los últimos días, la descatalogación de la estructura al Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales (CAAP), que deberá reunirse esta semana para aprobar o rechazar la demanda. La licitación la abrieron solo un mes antes y ahora, con el retraso que podría implicar este paso por la CAAP, se la prorrogó por unos días más: “La convocatoria tenía un plazo de un mes para la presentación de las ofertas. Estamos frente a un plazo exiguo. De hecho, ahora ese plazo fue ampliado unos días, hasta comienzos de agosto”, detalló a LA NACIÓN Marcelo Magadán, arquitecto especialista en conservación del patrimonio.
En diciembre de 2022, durante la gestión de Horacio Rodríguez Larreta, el puente se cerró al tránsito con el objetivo de remodelarlo por riesgo estructural. No se realizaron obras hasta, por lo menos, finales de 2024. Recién se reabrió el 31 de marzo pasado, cuando lo inauguró el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, y el ministro de Infraestructura, Pablo Bereciartua. “Escuchamos un reclamo de años de los vecinos: un puente cerrado que muchos decían que no se podía reparar. Hemos cumplido con las obras”, sostuvo Macri en la inauguración.
Ahora, la intención es reemplazarlo definitivamente, y así permitir el paso de camiones, por ejemplo, los que van a la planta del Ceamse, pero también bomberos, ambulancias, fletes, entre otros, dijeron desde AUSA. Esto generaría un perjuicio importante para los vecinos, ya que actualmente la circulación es de doble mano, pero solo para vehículos livianos de hasta dos toneladas y 2,10 metros de altura.
Las críticas de los vecinos y expertos surgen por el valor patrimonial que el puente representa para el barrio y sus habitantes, pero también porque, a raíz de eso y de su historia, este fue incorporado al catálogo de bienes protegidos de la ciudad, con lo cual, si esto se respeta, no podría llevarse a cabo la demolición.
La historia
El puente es una estructura que data de entre 1916 y 1919. Fue construido para el paso del tranvía, que transitaba por Ciudad de la Paz, por encima de las vías del Ferrocarril General Bartolomé Mitre, hasta 1963, cuando se lo adaptó para vehículos livianos.
“Tiene valor histórico, paisajístico, económico, social, identitario, que fueron considerados por los funcionarios del gobierno porteño cuando decidieron sumarlo al catálogo de los bienes protegidos”, agregó Magadán.
Los vecinos destacan, además, la estética del viaducto, típica de la arquitectura ferroviaria inglesa.
Ana Bas, presidenta de la asociación civil Basta de Demoler (BDD), afirmó que “no hay explicación lógica para el reemplazo” de la estructura: “AUSA propone el cambio de uso para un puente que, hasta ahora y desde que se dejó de usar el tranvía, fue para tránsito liviano. La calle Ciudad de la Paz no formó ni forma parte de la Red de Tránsito Pesado, según el artículo 9.10.5 del Código de Tránsito (Ley 2148)”, remarcó la especialista.
Además, insistió sobre la velocidad para forzar la descatalogación: “No tiene justificación la urgencia en un barrio tranquilo”. De hecho, a través de una gacetilla, la asociación se pregunta: “¿Por qué se restauró, por qué los camiones tienen que atravesarlo, por qué no se buscaron soluciones viales lógicas, por qué no se consultó al barrio, a su comuna?”.
Magadán recordó que, cuando se lo catalogó como tal, el gobierno de la ciudad entendió que se trataba de una edificación con valores patrimoniales: “Las construcciones, los espacios urbanos, son el sostén físico de la memoria de un barrio y de quienes lo habitan. Son las huellas que conforman nuestro medio, nuestro ambiente. Su ausencia genera malestar. Perdemos la orientación en tanto se modifican las referencias del mapa que nos conduce a casa. Las constantes transformaciones –decididas sin la participación de los ciudadanos– nos hacen sentir extranjeros sin habernos mudado del lugar donde hemos nacido o que hemos elegido para vivir”. También Bas consideró que la posible destrucción del puente cambiará al barrio: “Demoler un símbolo de 104 años significa la pérdida de identidad, un despilfarro energético. Construir uno nuevo, un costo descomunal, innecesario e inconsulto”.
La reunión
Desde el Ministerio de Infraestructura porteño dijeron, la semana pasada, que están estudiando alternativas para no tener que removerlo. La cartera señaló que analiza opciones que respeten la identidad patrimonial del puente y del entorno y que garantice la seguridad de la operación vial y ferroviaria.
Aun así, el martes se realizará la reunión del CAAP solicitada por AUSA. Esta, explicó Magadán, es a puertas cerradas e implica una toma de decisión inmediata: “Por eso es importante que los miembros del CAAP actúen con la prudencia que recomiendan las buenas prácticas en conservación del patrimonio y eviten tomar decisiones apresuradas que lleven a la demolición del puente. Quienes trabajamos en esta especialidad sabemos que lo que se destruye se pierde para siempre”.
Según AUSA, el nuevo diseño mantendría la estética del original, pero con una estructura más moderna y resistente, por cuestiones de seguridad. El cierre de 2022 se debió a que, por un tiempo, la limitación de peso y altura se levantó. Pasaron camiones sin que la plataforma estuviera preparada para eso, provocando su deterioro. “La estructura avisó que tiene problemas”, sostuvieron desde la compañía. Sin embargo, los vecinos argumentan que eso ha sido solucionado con las reparaciones hechas y el tránsito en la actualidad está habilitado.
Toda la intervención en 2023 se planteó en dos etapas desde el principio: la primera, ya terminada, buscó una rehabilitación “rápida mediante el agregado de nuevos refuerzos metálicos”, contaron fuentes de AUSA. La segunda, según explicaron desde el Ministerio de Infraestructura, es la construcción en taller de un puente nuevo metálico, de similar arquitectura.
Mientras tanto, los vecinos se manifiestan a través de las redes y organizan encuentros y protestas en las inmediaciones. El sábado pasado se reunieron para dibujar el “añoso y querido puente”. Unas semanas antes, la propuesta fue “Cintas para que el puente se quede”, para mostrar el rechazo a la demolición.