Tras un airado reclamo al árbitro Rey Hilfer tras el pitazo final, Miguel Ángel Russo se sentó solo en la sala de conferencias. Frente a él, los micrófonos. Detrás, el silencio de una noche de desilusión en el Ducó. Boca acababa de perder 1 a 0 contra Huracán y el técnico, que regresó al club hace menos de dos meses, eligió absorber todo el vendaval. “Me hago cargo de todo”, repitió como un mantra. Una, dos, tres veces. Hasta ocho, si uno cuenta con atención.
Boca no sabe cómo apagar su incendio. Ese que lo lleva a enhebrar 11 partidos sin ganar, la peor racha de su historia. Y cuando el incendio avanza, alguien tiene que apagarlo. Y esta vez, en medio de una performance futbolística otra vez decepcionante, sin rebeldía ni funcionamiento, fue Russo quien puso el cuerpo. “Corresponde que yo me haga cargo de todo”, dijo. “No hagan un drama”, pidió.
«ME HAGO CARGO DE TODO. HABRÁ QUE ENCONTRARLE LA VUELTA, MEJORAR Y SEGUIR TRABAJANDO». Miguelo Russo se hizo RESPONSABLE del duro momento de Boca, luego de la derrota 1-0 ante Huracán en el Ducó: ¿Es el único culpable? pic.twitter.com/IoixzMiniy
— SportsCenter (@SC_ESPN) July 28, 2025
No hay demasiados matices que amortigüen el golpe: Boca volvió a perder, sigue sin ganar en el Torneo Clausura (dos puntos en tres fechas), no convirtió goles en sus últimos 270 minutos y, lo más preocupante, muestra señales alarmantes de desconexión interna.
Huracán, que venía de dos derrotas seguidas, le ganó bien, con justicia, y le expuso todas las costuras. El Globo no necesitó ser una tromba: le bastó con ser un equipo ordenado, solidario y con algo de picardía para aprovechar cada error rival. Y se llevó una victoria que celebró con ganas: hacía 31 años que no vencía al Xeneize en el Ducó.
La postal de la noche fue la de un cambio tan insólito como absurdo: Miguel Merentiel reemplazado antes del inicio del segundo tiempo con gestos de no saberlo de antemano.
El delantero uruguayo, de los pocos que se salva del aplazo colectivo en este semestre, se fue directamente al vestuario. Molesto, confundido, acaso herido en su ego. Russo, en conferencia, intentó desactivar el foco: “La salida de Merentiel la habíamos charlado. Hubo un problema de papeles en el banco con el cuarto árbitro y nada más. No le den mucha importancia, no pasó nada”, minimizó. Pero pasó. Y no es la primera señal de cortocircuito.
“Al hincha de Boca le pido perdón y disculpas. Es lo natural en esta etapa”, agregó Russo. Se lo notó sereno, pero por momentos alejado de la realidad. Aunque expresó voluntad para revertir una situación compleja. “No digo que Boca haya tocado fondo porque material tenemos. Pero llegó el momento de cambiar algunas cosas. En estos 15 días que tenemos hay que trabajar mucho para lograr el cambio que el club necesita”.
El diagnóstico del entrenador parece tener más claridad que su equipo en el campo. Porque Boca luce extraviado, sin liderazgo, ni futbolístico ni emocional. Porque nadie grita, nadie ordena, nadie contagia. La pelota viaja sin destino entre zagueros y volantes, los delanteros se mueven en soledad y el mediocampo sigue siendo un experimento sin éxito. Si hasta Leandro Paredes parece inmerso en esta debacle. En el Ducó, Huracán lo presionó y lo lastimó con lo justo. El golazo de Matko Miljevic fue el merecido premio para el Globo.
La situación es muy crítica. Aunque Boca está lejos de lo que se espera del equipo, y Russo lo sabe. Y en lugar de apuntar hacia afuera, eligió mirar hacia adentro: “Cuando uno habla de cambios hay que hablar con los jugadores, ver las formas, la manera. Y la forma de juego también hay que cambiar. Habrá que encontrarle la forma, la vuelta y la manera. De esto se sale trabajando y teniendo las ideas claras. No hay otra”.
El equipo, hasta ahora, no tiene ni ideas claras ni forma definida. En las tres fechas del Clausura se vieron tres dibujos diferentes y ninguna certeza. Las dudas son muchas. ¿A qué juega Boca? ¿Quién lo lidera dentro de la cancha? ¿Por qué cambian tanto los intérpretes? ¿Cuál es el rumbo? Las respuestas, por ahora, se esconden entre frases reiterativas de un entrenador que se caracterizó por eludir respuestas concretas. Oraciones como “buscar el equilibrio” o “encontrar la forma” nada explican.
Luego, Russo insistió: “Esta es una cuestión personal para mí. Me corresponde darlo vuelta. Es mi responsabilidad. No estoy acostumbrado a perder con Boca. Es la primera vez que me pasa. Pero soy fuerte”.
Cabe recordar que Boca lleva 17 partidos sin ganar con Russo como entrenador, si se contabilizan estos 7 y los 10 de mediados de 2021, racha adversa que derivó, precisamente, en la desvinculación del DT.
El experimentado conductor prefirió evitar referirse a rendimientos individuales. No habló de nombres propios. Tampoco del supuesto penal que no le dieron al equipo en el final del partido (“Para mí fue penal”, dijo, pero sin insistir). Su mensaje, en cambio, pareció dirigido hacia el vestuario. Un código interno. “Todo lo vamos a arreglar entre nosotros, a puertas cerradas y como corresponde”, prometió. A cuatro días de la dolorosa eliminación contra Atlético Tucumán en la Copa Argentina, el equipo parece haber retrocedido.
«PARA MÍ FUE PENAL»
🔥 Miguelo Russo se expresó sobre una polémica mano sobre el final en el Ducó
✍️ Para vos… ¿Se tuvo que sancionar la pena máxima? pic.twitter.com/OOwVlENFPP
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Boca tendrá ahora 13 días para reordenarse. El próximo compromiso será recién el sábado 9 de agosto. Racing visitará una Bombonera efervescente, que se expresará con ganas.
En el medio habrá tiempo para replanteos, análisis y decisiones. Russo pidió ese margen. Asegura tener la templanza y la espalda para dar vuelta una situación muy adversa. Pero también sabe que en Boca no hay plazos eternos. El crédito se agota rápido. Más aún cuando los resultados no acompañan y los gestos (como el que tuvo como protagonista a Merentiel) empiezan a dejar marcas.