El verano mallorquín siempre brinda imágenes de cercanía y naturalidad en la Familia Real, y este año el Rey Felipe VI ha vuelto a dejar claro su cercanía con una jornada que unió sus dos pasiones: la navegación y la música. Tras disfrutar de un intenso día a bordo del Aifos junto a la tripulación, compitiendo en la Copa del Rey de vela, don Felipe regresó al puerto deportivo de Palma con energías renovadas y dispuesto a seguir compartiendo la tarde con su equipo.
A su llegada al club náutico, el Rey no dudó en pararse a charlar con los miembros de la tripulación, intercambiando risas y bromas tras la jornada en el mar. Durante unos minutos, también se le vio conversando por teléfono con absoluta naturalidad y saludando a las personas que se acercaron a verle, mostrando una vez más ese trato directo que le caracteriza.
Pero la jornada no terminó ahí. Felipe VI, lejos de descansar, decidió sumarse como uno más al ambiente festivo y acudió al concierto del cantautor mallorquín Jaime Anglada, celebrado en un local cercano al puerto. El monarca disfrutó de la música en una velada marcada por la complicidad tanto con sus compañeros de regata como con el propio cantante y los asistentes, animándose incluso a seguir el ritmo desde su mesa y recibir el cariño del público balear.
Las imágenes de la noche muestran a un Rey distendido, que aparca el protocolo para disfrutar del verano mallorquín con naturalidad y cercanía, consolidando su papel de capitán en la vela, pero también de anfitrión relajado en tierra firme. Un año más, el hijo del Rey Juan Carlos I demuestra que, al margen de sus obligaciones institucionales, sabe cómo integrarse y vivir al máximo el ambiente único que se respira cada agosto en Mallorca.