Las marcas de autos no siempre lanzan ediciones especiales únicamente para celebrar aniversarios o momentos clave. A veces, lo hacen para mostrar de qué son capaces o para anticipar cómo imaginan el futuro de la compañía. Ese fue el caso de Volkswagen, que en el verano de 1994, en su planta de Wolfsburg, creó una primera tanda de Polos multicolores con el objetivo de exhibir las nuevas técnicas de producción y las opciones de personalización del entonces flamante Polo Mk3.
Estos autos estaban pensados, en principio, para exhibiciones en concesionarios y campañas publicitarias. Sin embargo, el público respondió con entusiasmo: muchos comenzaron a preguntar dónde podían comprar uno.
Así nació el Polo Harlequin (o Harlekin, en alemán), un simpático modelo multicolor. La idea no era del todo nueva: Volkswagen ya había jugado con tonos similares en un Escarabajo de los años 60, utilizado en uno de los famosos anuncios de la agencia Doyle Dane Bernbach.
Por aquellos años, las ediciones limitadas con detalles llamativos —como calcomanías, tapizados especiales y combinaciones de colores poco convencionales— eran furor en Europa, especialmente entre los modelos del segmento B que competían con el Polo, como el Citroën Saxo o el Ford Fiesta. Para responder al entusiasmo del público, Volkswagen lanzó una serie de 1000 unidades del Polo Harlekin, con una tapicería a cuadros conocida como “Joker”. La demanda fue tan fuerte que se sumó una segunda tirada de 2800 autos.
El éxito del Harlekin en Europa motivó a Volkswagen a replicar la idea en otros mercados. Así surgió el Golf Harlequin, producido en 1996 en la planta de Puebla, México, para el mercado norteamericano. Como el Polo, combinaba cuatro colores (Azul Chagall, Amarillo Ginster, Rojo Tornado y Verde Pistacho) en distintos patrones y utilizaba la misma tela Joker en el interior. Sin embargo, la propuesta no terminó de convencer a los consumidores estadounidenses y las ventas estuvieron por debajo de lo esperado. El diseño no era improvisado, pero fue percibido como un producto excéntrico en un mercado con preferencias más conservadoras.
En la Argentina, la idea también tuvo su versión. Bajo el nombre de Volkswagen Gol Top, la marca celebró en 1996 haber alcanzado por primera vez el liderazgo en ventas del segmento. Fue un hito histórico para Volkswagen en el país, ya que ese Gol se transformaría en el modelo insignia de la automotriz durante más de una década.
El Gol Top llegó con la misma impronta multicolor vista en el Polo europeo, el Golf norteamericano y el Gol Parati brasileño (la variante rural, conocida más adelante como Gol Country en nuestro mercado). Aunque todos compartían múltiples colores, el “color base” de cada unidad se identificaba por el tono del techo y del pilar C, que marcaban la tonalidad principal sobre la cual se ensamblaban el resto de las piezas. Se fabricaron 80 unidades: 20 azules, 20 verdes, 20 rojas y 20 amarillas (este último, un color que no formaba parte de la paleta estándar), lo que permitió luego intercambiar partes móviles entre ellas.
Sin embargo, en el mercado argentino la propuesta resultó demasiado disruptiva. El Gol Top no logró conectar con el gusto del consumidor local y comenzó a acumularse en los concesionarios. Para facilitar su salida, se ofreció con descuentos y, más adelante, se le permitió al comprador repintarlo en un color uniforme. Hoy se estima que solo seis unidades sobreviven en su estado original, mientras que el resto circula camuflado, pintado en un único color que oculta su espíritu multicolor original.