Por Carolina del Valle
Cuando imaginamos el cierre de una mina, solemos pensar en un punto final: máquinas que se detienen y paisajes que, recién entonces, se empiezan a restaurar. Pero en la minería moderna, el cierre no es un evento: es un proceso que comienza desde el primer día. Como en todo lo que queremos que perdure en el tiempo, cuidar empieza desde el origen.
Toda operación minera es temporal y su legado debe trascender el momento en que cesa la extracción de minerales. Por eso, se debe incorporar la planificación del cierre como una dimensión central de la gestión desde el inicio mismo de cada proyecto, integrándola a lo largo de toda la vida útil de la operación.
Se deben establecer los lineamientos clave para que el cierre sea una etapa planificada, estructurada y alineada con nuestras metas ambientales, sociales y regulatorias. Se debe apostar a dejar legados positivos y sostenibles para las generaciones futuras, en armonía con los territorios donde operamos.
Como parte de este compromiso, Newmont participa activamente del Grupo de Trabajo de Cierre del Consejo Internacional de Minería y Metales (ICMM), donde especialistas de todo el mundo colaboran para fortalecer los marcos globales de gobernanza y aplicar estándares rigurosos a los desafíos técnicos, financieros y sociales del cierre.
También establecemos objetivos y métricas anuales de cierre y recuperación, que monitoreamos sistemáticamente y divulgamos cada año en nuestro Informe de Sostenibilidad.
Cerro Negro: una oportunidad para innovar en cierre progresivo
En Cerro Negro, nuestra operación ubicada en la provincia de Santa Cruz, este enfoque se traduce en acciones concretas. Con una vida útil actual de 10 años, el yacimiento combina minas cercanas al cierre (2 a 3 años) y otras con horizonte más extenso (5 a 10 años). Esta diversidad nos ofrece una oportunidad única para aplicar una planificación temprana y escalonada del cierre, incluyendo actividades de cierre progresivo mientras la operación sigue en marcha.
Hoy ya estamos ejecutando el Plan de Cierre en cumplimiento con la Ley Provincial Nº 3751/21, los lineamientos nacionales y los propios estándares de Newmont. Las tareas de cierre progresivo se completarán durante la operación, el cierre definitivo tomará unos cinco años, y la etapa de post-cierre, dedicada al mantenimiento y monitoreo, se extenderá por al menos una década.
En una zona con complejos sistemas de aguas subterráneas, este enfoque permite también afinar los modelos hidroquímicos predictivos, revisar permanentemente los criterios de cierre, y mejorar la estimación de costos. Pero sobre todo, nos permite aprender en tiempo real y aplicar medidas preventivas que eviten o minimicen impactos.
Entre 2021 y 2024, recuperamos 117,5 hectáreas, incluyendo canteras inactivas, plataformas y caminos de exploración. En estas áreas se retiraron instalaciones, se escarificó el suelo y se restauró la topografía natural, favoreciendo así los procesos de revegetación y recuperación del ecosistema.
Nuestro vivero de especies nativas cultiva plantas adaptadas al entorno como mata negra, calafate y coirón, con chances reales de reinsertarse de manera sostenible. En 2024 recolectamos semillas, ensayamos tratamientos de germinación y probamos técnicas de plantación en campo para desarrollar un protocolo escalable de restauración en la etapa de cierre definitivo.
Las condiciones presentes en Cerro Negro representan una plataforma valiosa para el desarrollo de conocimiento aplicado al cierre de minas subterráneas. El trabajo que realizamos hoy nos permite reducir incertidumbres, anticipar riesgos, afinar costos y mejorar la gestión ambiental y social de toda la operación.
El cierre de una mina es un proceso dinámico que debe planificarse y desarrollarse a lo largo de toda vida de una operación minera. Y cuanto antes se aplique este enfoque, mejores serán los resultados para el ambiente, las comunidades y las futuras generaciones.