El Ministerio de Exteriores de Rusia ha presentado este lunes una «enérgica» protesta ante la Embajada de Alemania en Moscú por las «inaceptables» declaraciones de la embajadora alemana en Japón, Petra Sigmund, en torno al archipiélago de las islas Kuriles, objeto de una disputa diplomática entre las autoridades rusas y las niponas, que reclaman el control de las islas, conocidas por Tokio como Territorios del Norte.
La cartera diplomática ha explicado que Sigmund «puso en duda la soberanía y jurisdicción de Rusia sobre las islas Kuriles», lo que «constituyó una flagrante violación de la integridad territorial de la Federación Rusa», según reza un comunicado publicado en su canal de Telegram.
Así, ha enfatizado que el archipiélago pasó a su país «por razones legales» tras la Segunda Guerra Mundial. «La soberanía rusa sobre ellas es indiscutible», ha zanjado Exteriores, que ha recordado que está así recogido en los acuerdos de posguerra y en la Carta de Naciones Unidas.
Por ello, ha informado a Berlín de que «la solidaridad con las reivindicaciones territoriales jurídicamente nulas y sin valor por parte de Tokio, cuyas raíces están en la interpretación revanchista de los resultados de la Segunda Guerra Mundial, es especialmente una blasfema en el año en que la humanidad celebra el 80 aniversario de la victoria (…) sobre la Alemania nazi y sus satélites, la derrota del Japón militarista y el fin de la guerra».
Japón ha retrasado décadas la firma de un acuerdo de paz con Rusia a la espera de recuperar la soberanía sobre estas islas. Tokio se escuda en el Tratado Bilateral de Comercio y Fronteras que firmó con Moscú el 7 de febrero de 1855, mientras que el Kremlin se ampara en los tratados internacionales suscritos al término de la Segunda Guerra Mundial.