Fue un desahogo, un grito liberador. “Vamos, vamos, los pibes”, el reconocimiento de los hinchas de San Lorenzo para un equipo que finalizó con varios juveniles en la cancha para derrotar por 1 a 0 a Vélez en el Nuevo Gasómetro. Un festejo de puños apretados, de abrazos múltiples, para un éxito justificado, en un momento incómodo de un club que en el torneo Clausura intenta disimular el caos que se vive institucionalmente. El Ciclón se impuso en el juego, dominando al rival, y recurrió a la entrega y el sacrificio para aguantar en los últimos minutos el desesperado avance del Fortín, que en la última acción de la noche generó la única oportunidad para convertir.
La tensa calma que acompañó la previa del partido, con el desorden institucional como combustible, se apoderó de los primeros movimientos que enseñó San Lorenzo. El murmullo, la desaprobación por la amonestación a Herrera, el pedido enfático de una tarjeta amarilla para Baeza, la protesta antes de que el árbitro Facundo Tello invalidara el gol de Vélez por posición adelantada, el pelotazo de Tripichio que impactó en el juez… todas escenas que reflejaban el nerviosismo que envolvió al Ciclón, que no desanda meses sencillos.
Las últimas novedades que se generaron fuera de la cancha impactaron: la reaparición del presidente Moretti –actualmente de licencia, pero que manifestó la intención de presentarse para reasumir la función- derivó en que el hincha reprobara el accionar. Tronó el desacuerdo, con insultos desde las cuatro tribunas para quien asumió en diciembre de 2023 y quedó atrapado en múltiples pasajes oscuros: contratación de jugadores para la reserva que no sumaron minutos, venta de futbolistas para pagar sueldos atrasado del plantel, un paro de futbolistas, la cámara oculta en la que se lo observa guardarse 25 mil dólares en su saco tras una supuesta donación de la madre de un juvenil del club…
Los últimos tres meses del club resultaron un loop de situaciones enredadas, desde las salidas del entrenador Miguel Russo y Malcom Braida, a la venta de Elián Irala a Emiratos Árabes Unidos, pasando por el reciente reclamo del expresidente Marcelo Tinelli -también insultado- de 1.100.000 dólares por una garantía que dejó en la tesorería. La eliminación de la Copa Argentina frente a Tigre también se presentó como un golpe para un cuerpo que no logra recuperarse de los impactos negativos que se sufren dentro y fuera de un campo de juego.
Vélez tomó rédito del desconcierto y manejó el pulso, con Braian Romero como bandera. Pero careció de profundidad y el arquero Gill no tuvo acción, a pesar del dominio del Fortín. Y así, San Lorenzo se quitó de esa pesada mochila que lo aplastaba: después de ajustar posiciones, se animó a jugar. Lo hizo con el alma, por momentos de modo atropellado, aunque el cambio de actitud respecto de la derrota con Tigre y el primer cuarto de hora con Vélez se evidenció en la respuesta de la gente. Cerutti y su experiencia para destacarse con pinceladas; la movilidad de Cuello en ofensiva, la firmeza de los zagueros centrales Romaña y el capitán Hernández, y la intensidad de los tres volantes –Tripichio, Perruzzi e Insaurralde, reemplazado en el entretiempo por Rattalino, que debutó- promovieron un nuevo escenario.
San Lorenzo apagó a Vélez y con la inteligencia de Cerutti para leer una jugada que parecía desperdiciada marcó la diferencia: el Pocho corrió habilitado –dos de sus compañeros salían sin intervenir de la acción del offside-, le ganó en la carrera a Magallán y no se nubló cuando Marchiori salió a achicar; levantó la cabeza y tocó a Cuello, que debajo del arco empujó la pelota. Con la conquista, ganó en confianza y en vigor el Ciclón, que controló a un rival que se nubló y no demostró energía para reaccionar.
Refrescó con las modificaciones la estructura el DT Ayude, además de Rattalino ingresaron el lateral Fabricio López y Agustín Ladstatter, y San Lorenzo con dos cabezazos –de Romaña y de Hernández- y con remates de Reali y López contó con oportunidades para estirar el marcador, además de una supuesta falta en el área que el VAR desestimó.
Ganó San Lorenzo, levantó banderas en un momento incómodo con la entrega de los juveniles y la experiencia de nombres que venían golpeados como Romaña y Cerutti para tomar oxígeno. Una cuestión de actitud para volver a creer y olvidarse, por un rato, de los múltiples problemas que rodean a la institución.