La FED no para de crecer: más público y ventas en el sábado más convocante

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Este sábado a la tarde, en Buenos Aires, había un sol perfecto para pasear por el parque o disfrutar al aire libre, pero aun así, frente al complejo C Art Media, la postal era otra: lectores dispuestos a hacer fila para entrar a la tercera jornada de la FED. Desde la avenida Corrientes al 6200, la fila se extendía y doblaba hasta formar hasta dos cuadras de cola como una procesión de bolsas de tela, abrigos, mates y libros ya leídos en mano. Adentro, el clima cambiaba: el bullicio era constante, pero no agobiante. Los pasillos, amplios y bien señalizados, permitían caminar por sectores sin tropezar, detenerse a hojear o conversar con un editor. Todo en la decimotercera edición de la Feria de Editores —que reúne más de 340 sellos independientes de Argentina y otros siete países— parecía fluir con una organización afinada para que el libro fuera el verdadero protagonista.

La fila de personas que asistieron a la FED en la tercera jornada se extendía hasta formar hasta dos cuadras de cola

En comparación con 2024, cuando la FED reunió a 24.600 visitantes en sus cuatro días —3.400 el jueves, 5.700 el viernes, 7.200 el sábado y 8.300 el domingo—, esta edición muestra un crecimiento sostenido y el posicionamiento como uno de los eventos culturales más importantes de la ciudad. Solo entre el jueves y el viernes de este año ingresaron 11.375 personas, y el sábado fueron 9.050, lo que confirma que la feria amplió su alcance y convocatoria.

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Entre las “calles” de stands, bautizadas con nombres de escritores como Hebe Uhart, Beatriz Sarlo o Sara Gallardo, cada lector llevaba su propia hoja de ruta. “Vinimos a pasear y ver un poco —cuenta Denise, una asistente de la FED—. Igual tenía en mente algunas cosas: quería recorrer la parte de las editoriales de libros latinoamericanos. Es lo que más me llama la atención, porque muchas veces traen títulos que no se consiguen tan fácilmente. Hay, pero no tanto, y hay que buscarlos bien.”

Entre risas, repasan el botín del día: “Yo compré una edición de El gran cuaderno, una revista que editan Adriana Rivas y Natalia Rozenblum. Está buenísima”, dice Denise. “Yo compré uno de saldo, que estaba muy barato —suma Agustín—, y ahora estoy decidiendo cuál de todos los que dije que me iba a llevar finalmente voy a comprar.” Sobre los precios, coinciden: “Está bueno que haya descuentos: en algunos casos es más barato que en las librerías y algunos stands tienen cuotas con distintos bancos. Pero, en realidad, lo que más me atrae es encontrar libros que no están en librerías o que son difíciles de encontrar”. Él completa: “Sí, igual siempre pasa: venís buscando uno y te terminás llevando algo más. Es muy difícil controlarse”.

El sábado 9050 personas visitaron la FED

A pocos metros, entre mesas con pilas de novedades y títulos casi artesanales, Agustín sostiene dos libros mientras conversa con conocidos. “Vine porque me interesaba mucho ver esta producción de libros que me parece muy interesante: títulos que generalmente no ves en las librerías. Algunos sí, otros no, pero lo que me atrae es que ofrecen distintas formas de ver el mundo”. No se va a ir con las manos vacías: “Estoy detrás de un libro específico: el nuevo de Mariana Enriquez que editó Ampersand”.

En uno de los pasillos laterales, dos estudiantes de la carrera de Edición en la UBA —que visitan la FED por primera vez— hojean libros ilustrados con atención. “Vinimos a buscar algunos títulos y también a chusmear. Es la primera vez que venimos y está muy linda. Encontramos libros distintos, con ediciones muy cuidadas. Es otra movida comparada con la Feria del Libro”, dice Camila. Mientras revisan sus bolsas, detallan las compras: “Yo me llevo dos libros de autores coreanos y uno de poesía”, cuenta ella. Micaela agrega: “Vengo por lo mismo: libros que quizás ya no se editan, con pocos ejemplares, y acá están bastante más baratos.” Coinciden en que los precios son una ventaja: “Sí, están más baratos, hay buenas promociones. Además hay libros que no sé si se consiguen en librerías. Y muchos libros ilustrados, con mucha dedicación”. Hacen cuentas rápidas: “Yo gasté $30.000 por tres libros”, dice Camila. “Yo, $60.000 por cuatro, pero dos estaban arriba de $20.000 o $22.000 cada uno; en librerías, esos mismos rondan los $50.000. Por lo que me llevé acá, en una librería me compraría solo uno”.

Cientos de personas recorren la Feria de Editores 2025 realizada en el C Complejo Art Media. De la misma participan más de 300 editoriales.

Las familias también forman parte de la FED. En la “calle” Luis Chitarroni, donde hay más espacio y se concentran varias editoriales de literatura infantil, Valeria mira de reojo a su hijo de seis años mientras explica que decidió llegar temprano para evitar las largas colas. “Trato de contener a Nico, que quiere todos los libros que ve, pero por ahora no le compré nada. Mi idea es llevarle dos a él y uno para mí —que ya tengo en vista, de la editorial Vinilo—. Este año no quiero gastar mucho”.

En el entrepiso del complejo C Art Media, la cafetería improvisada funciona como punto de descanso y charla. Tres amigas esperan el café que acaban de comprar. Una de ellas, Sol, admite que todavía no hizo ninguna compra porque no vio nada “a un precio amigable para mi bolsillo hasta ahora”. Catalina, en cambio, ya tiene dos títulos en la bolsa: uno de la editorial Páginas de Espuma —que debutó este año en la feria— y otro de la chilena La Pollera. “Me recomendaron mucho El año en que hablamos con el mar, de Andrés Montero, así que vine a comprar ese”, cuenta. Sofía, por su parte, confiesa que vino más que nada a acompañar: “No leo mucho, pero aprovechando que estoy en la FED quizá me compre algo”.

Las familias con niños pequeños también fueron parte de la FED

Andrés y Tomás cuentan que vinieron a la FED en busca de ediciones que no suelen encontrar en las librerías de la ciudad. “Nos gusta mucho el arte y la fotografía, por eso vamos directo a la editorial La Luminosa, que se dedica a eso. Después también queremos ver algunos libros ilustrados —que hay muchos— y revistas o fanzines».

Cerca del final de la jornada, las bolsas y mochilas pesan más que al llegar. Algunos hacen una última parada para un café; otros vuelven sobre sus pasos en busca de “ese” libro que dejaron pasar. Los pasillos mantienen su ritmo pausado, entre conversaciones, páginas que se pasan y editores que esperan cerrar un buen día de ventas. La FED sigue su curso, con el libro en el centro y un público que llega con la lista de “joyitas” previamente elegidas o dispuesto a dejarse sorprender por la oferta.

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