Cumple 75 años. Descubrimos la vida de una de las royals más queridas de Inglaterra, que siempre será “la segunda”

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El viernes 15 de agosto cumple 75 años uno de los miembros de la familia real más queridos y con mayor popularidad en el Reino Unido: la princesa Ana. Si alguien se imagina que habrá desfiles con fuegos artificiales por todas las calles del país o una fiesta con gran despliegue y pompa es porque no conoce a la princesa real, quien ha hecho de su inquebrantable compromiso con el servicio público, de la austeridad y del low profile todo un culto. Lejos de actos oficiales y celebraciones públicas, Ana festejará su día de manera privada, quizás en la costa oeste de Escocia, donde está disfrutando unos días de descanso junto con su marido, el vicealmirante Sir Timothy Laurence, con quien lleva casada tres décadas.

La Princesa Real y su marido, en el nuevo retrato oficial. En la foto, tomada en julio de este año, la hermana de Carlos III luce el mismo outfit que usó para su cumpleaños número 70: un vestido con chaqueta bolero con bordados. La tiara Festoon es una de las joyas más queridas: la estrenó en 1973, cuando cumplió 23 años. Junto con las insignias de la Familia Real, la Estrella del Cardo y la de la Jarretera; la banda azul simboliza la pertenencia a varias órdenes de caballería

Adelantándose al gran día de este “activo” vital para la Corona [en 2024 y por cuarto año consecutivo, Ana volvió a liderar la lista como la integrante de la familia real británica con más compromisos oficiales a pesar de la conmoción cerebral y heridas leves que tuvo tras un accidente relacionado con la hípica en su propiedad de Gatcombe Park], el Palacio de Buckingham ya le hizo dos regalos. El primero, un retrato que la pinta de cuerpo y alma. Se trata de una imagen captada durante un banquete de Estado en el castillo de Windsor en julio de este año, en donde la princesa posó con una de sus tiaras más queridas, las insignias de la familia real y un simbólico vestido de gala que, como siempre, ya había usado en ocasiones anteriores. El segundo presente fue aún más curioso: la emisión de una moneda conmemorativa de plata de cinco libras en cuya inscripción se lee “La princesa real · Celebrando 75 años · Deber y devoción”.

ANA, LA SEGUNDA

A simple vista, no se la distingue. En los grandes eventos de la monarquía británica, la princesa real Ana siempre ha parecido ocupar un lugar poco destacado. Por ejemplo, en la histórica foto del balcón del Palacio de Buckingham, del 6 de mayo de 2023, cuando Carlos y Camilla, con sus coronas y sus mantos reales, saludaron por primera vez al pueblo, Ana está ahí… aunque casi camuflada debajo del sombrero verde con la pluma roja del uniforme de los Blues and Royals de la Guardia Real de Caballería. Al igual que su padre, Felipe, el anterior duque de Edimburgo, Anne Elizabeth Alice Louise Mountbatten-Windsor –ese es el nombre completo de la princesa real–, ella fue entrenada para llevar ese rol secundario. Su destino, aseguran, estaba escrito desde que nació en Clarence House, el 15 de agosto de 1950, justo un año después que su hermano Carlos, quien, como primogénito, sería el primero en la línea de sucesión.

Isabel II con Ana,su segunda hija, en brazos. En la foto, tomada en julio de 1951, a Ana le faltaba un mes para cumplir un año. Dos años más tarde, en 1953, la Reina sería coronada

No hay registros que indiquen que Ana haya tenido en estas últimas cinco décadas alguna manifestación de rebeldía hacia la Corona, como sí los ha tenido su sobrino Harry, otro hijo que nació segundo y que llegó a la adultez en constante turbulencia. Para la mayoría de los británicos, Ana encarna el carácter estoico, sereno y resiliente que se engloba bajo el concepto de “flema británica”. Sobre ella –quien comenzó a representar a su madre en los compromisos oficiales desde que cumplió 18 años–, el Daily Mail ha dicho: “La princesa Ana sigue el ejemplo de su madre, la Reina; desempeña su papel público sin quejarse, mientras protege cuidadosamente su vida personal”.

Vayan aquí estos ejemplos.

Ana y Mark Phillips en el balcón del Palacio de Buckingham tras la primera boda de la princesa, el 14 de noviembre de 1973. A la derecha de la imagen, el hermano de la novia, Carlos, por entonces príncipe de Gales. Los niños son su hermano menor, el príncipe Eduardo (hoy duque de Edimburgo), y su prima Sarah Armstrong-Jones (hoy Sarah Chatto), hija de la princesa MargaritaTras su divorcio de Phillips, se casó en 1992 con el vicealmirante Timothy Laurence, en la iglesia de Crathie Kirk, Escocia. La pareja vive en Gatcombe Park, en GloucestershireLa princesa real –un título que su madre, la Reina, le otorgó en 1987— con su nieta, Mia Tindall, en Whatley Manor International Horse Trials, en Gatcombe Park, en 2015

Frente a las grietas en la familia del Rey, en la suya sucede todo lo contrario. Es muy unida a Peter (46) y a Zara (44), los dos hijos que tuvo con el capitán Mark Phillips (se separaron en 1989 y se divorciaron en 1992). Ellos viven también en Gloucestershire, lo que facilita tener cerca a sus cinco nietos: Mia, Lena y Lucas –hijos de Zara y de Mike Tindall– y Savanah e Isla –hijos de Peter con su ex mujer, Autumn–. Tiene excelente vínculo no sólo con su ex nuera, sino con su propio ex marido, Mark, a quien tuvo de vecino en Aston Farm tras su separación y con quien todavía comparte actividades vinculadas a su gran pasión: la equitación.

Si bien tiene una residencia en el palacio de St James cuando visita Londres, la hermana de Carlos vive desde 1976 en Gatcombe Park, en los Cotswolds de Gloucestershire, donde tiene una vida low profile. Durante la pandemia, cuando compartió imágenes de su vida doméstica en las redes sociales de la Casa Real, sus fans enloquecieron: verla en un sofá de estampado floral, mirando partidos de rugby por televisión con el vicealmirante Tim Laurence –su segundo marido–, en un living “acogedoramente desordenado”, atiborrado de adornos, lleno de fotos y varias de las cuchas para sus perros Bull Terriers, conmovió a todos. “La Reina debería estar orgullosa”, dijo por entonces un fervoroso seguidor haciéndose eco de un sentimiento generalizado. En su libro The Palace Papers, la periodista Tina Brown lo dejó consignado así: “Muchos en los círculos palaciegos creen que es la mejor monarca que jamás tendremos”. Además de tener buen humor y espíritu crítico, dicen que es amable, modesta y cercana; tiene los pies sobre la tierra y, además, aglutina a su familia. Fue, de hecho, quien más acompañó a sus padres hasta sus últimos días.

Ana en el Windsor Horse Show, en 1985, con sus hijos Peter y Zara y su madre, la reina Isabel. De ella, la princesa heredó su pasión por los caballos, los perros, la vida al aire libre y ciertos tips a la hora de vestirse, como los colores y los pañuleos en la cabeza

LA PROTAGONISTA

Desde hace décadas, Ana es la primera y única en una larga lista de hitos. En su juventud, fue considerada la más fashion entre sus pares reales (a pesar de la llegada de las nuevas generaciones, sus outfits siguen siendo de los más ponderados) y la más deportista: en 1976, en Montreal y con su caballo Goodwill, se convirtió en el primer miembro de la familia real en competir en los Juegos Olímpicos. Además, está considerada un ejemplo de empoderamiento femenino: en la coronación de Carlos y Camilla, la princesa no sólo fue la única royal en ocupar ese lugar de honor: fue la única mujer en hacerlo.

Una de las fotos de la gira oficial que la princesa realizó en 1974 a Canadá. Sobrio y chic, su estilo siempre marcó tendencia

Ella es, inmediatamente después de Carlos, la más trabajadora: a diferencia de sus hermanos menores, Andrés y Eduardo, que no tienen ni el volumen de trabajo ni el reconocimiento que ella detenta, Ana representa cerca de trescientas entidades benéficas y militares y, en nombre de la Casa Real, es quien sigue asistiendo a actos oficiales dentro y fuera de Gran Bretaña. “Es como el Agente 007, siempre al servicio de Su Majestad”, han dicho sobre esta mujer leal, lúcida y comprometida. Por estos días, las encuestas la ubican en el tercer puesto de los miembros favoritos de la realeza, detrás de William y de Kate, que ocupan el primero y el segundo puesto, respectivamente. Considerada como “el arma secreta” y la mano derecha no oficial de Carlos, Ana sumó muchos más compromisos para que su hermano pudiera ocuparse de su recuperación tras su diagnóstico de cáncer.

De riguroso luto, Ana y sus dos hijos, Peter y Zara Phillips, a la salida del castillo de Balmoral, en septiembre de 2022, tras la muerte de la Reina

En junio de 2023, mientras realizaba actividades hípicas en su propiedad de Gatcombe Park, sufrió una conmoción cerebral y heridas leves. Tuvo una internación de cinco días que mantuvo en vilo a todos. Tras reponerse, se reincorporó a sus deberes y compromisos. Hace poco, reveló que tras esa experiencia vive cada día como un regalo. En una entrevista que brindó durante un viaje que hizo a Sudáfrica, comentó que retirarse no está en sus planes: “No creo que exista un programa de jubilación en esta vida”, dijo.

Un plano cerrado de uno de los primeros retratos oficiales que los reyes Carlos III y Camilla se tomaron en el Palacio de Buckigham el día de la coronación. A un lado, William, príncipe de Gales y primero en la línea de sucesión al trono. Del otro y acompañada por su marido, el vicealmirante Sir Tim Laurence, la princesa real Ana, que hoy tiene el puesto número 16 en la línea de sucesión y es el gran apoyo de su hermano, tal como lo fue con su madre

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