Sin nafta ni dólares, una Bolivia con una economía agotada se prepara para un histórico giro a la derecha

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LA PAZ.- “Economía de Bolivia QEPD 1825-2025″, se puede leer en un cartel colocado junto a un crespón negro en las cortinas bajas de un negocio de alimentos que tuvo que cerrar definitivamente sus puertas en esta ciudad.

Las fechas hacen alusión al Bicentenario de la declaración de la independencia, el miércoles pasado, y a la desaparición de lo que en su momento fue el “milagro boliviano” cuando durante el gobierno de Evo Morales (2006-2019) el país disfrutó de un auge económico que redujo la pobreza moderada del 60 al 36%, y la pobreza extrema del 38 al 11%.

La prosperidad comenzó a verse en aquel momento incluso en las calles de esta capital que empezaron a ser sobrevoladas por el sistema de teleféricos urbanos más grande del mundo, una red de 31 kilómetros construidos por la empresa austríaca Doppelmayr.

El moderno teleférico de La Paz

Ingresar hoy, por ejemplo, a la estación Teatro Municipal de la línea roja —ubicada a unas 15 cuadras del Palacio de Gobierno— o a cualquiera de las otras 37 estaciones es una experiencia muy similar a la de entrar en una terminal de cablecarril de un centro de esquí en Innsbruck, Austria, operado por la misma compañía.

Pero de aquellos tiempos de esplendor solo queda el teleférico y la plena inclusión de los indígenas (más del 60% de la población) a la vida social y económica del país.

Jorge

Ninguna chola siente hoy vergüenza de caminar por la céntrica avenida Mariscal Cruz con sus coloridas polleras y sombrero bombín; muchas, incluso, son legisladoras o funcionarias públicas. Sus maridos tampoco temen ser discriminados, como ocurría antes, por usar el típico sombrero negro de los cholos.

Sin embargo, la postal más habitual de esta capital son las largas filas en las estaciones de servicio —especialmente para cargar diésel, que escasea—, donde la espera puede prolongarse durante horas o incluso más de un día. A ello se suman las dificultades para conseguir ciertos alimentos y la puja por comprar dólares, cuyo precio en el mercado paralelo más que duplica la cotización oficial de 6,92 pesos bolivianos por unidad.

Camioneros hacen cola para llenar sus tanques con diésel en Cochabamba, Bolivia. (AP Foto/Juan Karita)

En este contexto dramático, que incluye también la escasez de medicinas, la derecha tradicional boliviana —históricamente con poco respaldo en las urnas— vio crecer de pronto el apoyo a su propuesta, impulsado más por el espanto que por la adhesión genuina.

No se trata, sin embargo, de una derecha emergente como la de Viktor Orbán en Hungría o la de Javier Milei en la Argentina. Los dos candidatos que encabezan los sondeos para las elecciones de este domingo —el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga (Alianza Libre), con un 24,45 % de apoyo según la última encuesta de El Deber, y el empresario Samuel Doria Medina (Alianza Unidad), con un 23,64 %— cuentan con una extensa trayectoria en cargos públicos y forman parte de la “casta” política boliviana. No obstante, han renovado su imagen para resultar más atractivos a un electorado que los conoce desde hace décadas.

“Con el asesoramiento del mítico consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba, el expresidente Quiroga (2001-2002) ha dejado de utilizar el saco y corbata que vistió en otras campañas. Ahora se lo ve con ropa más informal y más cercano a la clase media boliviana y los jóvenes”, comentó en diálogo con LA NACION el analista político Carlos Cordero.

Por ejemplo, días atrás, en un acto de campaña, “Tuto” se mostró dialogando con él mismo en su juventud en un holograma hecho con Inteligencia Artificial (IA).

El “Tuto” joven le preguntó al del presente que estaba en el escenario: “¿En qué andamos? Con el potencial que tenemos los bolivianos, ¿la gente vive mejor? ¿estamos conectados con la tecnología? ¿somos un país desarrollado? ¿exportamos tecnología? ¿somos más felices?“. A lo que el candidato de Alianza Libre le respondió: “Por desgracia, Tuto joven, no todavía. Pero estamos por lograrlo”.

De la misma manera, el empresario Doria Medina -apodado “el señor hamburguesa” ya que posee la franquicia de la cadena Burger King en Bolivia- dejó atrás su imagen de millonario exitoso, ajeno a los problemas de la gente.

“Doria Medina se ha mostrado más abierto a la base social étnica y hasta empezó a utilizar indumentaria de los sectores campesinos, como ponchos y sombreros. E incluso reconoce abiertamente que el gran logro del gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, fue la integración de los indígenas históricamente relegados», señaló Cordero.

Pero la gran pregunta es qué se puede esperar de su programa de gobierno si el próximo 8 de noviembre asume la presidencia alguno de los candidatos de esta “derecha” tan particular, donde por ejemplo Doria Medina no reniega de haber sido funcionario público de la Izquierda Revolucionaria, y ahora es vicepresidente de la Internacional Socialista.

“La palabra ‘derecha’ le queda corta a las plataformas de estos candidatos que han aprendido de las lecciones del pasado. Se la podría definir como ‘una derecha con sensibilidad social’ que va a mantener los programas de atención a los más necesitados que lanzó el gobierno del MAS, pero que apunta a mejorar la gestión y la eficiencia del Estado, cerrando empresas públicas deficitarias y promoviendo la inversión privada. Nadie habla de hacer más eficientes esas empresas, sino de cerrarlas. Es un enfoque pragmático, al estilo de la economía china”, dijo Cordero.

Por último, todos los analistas coinciden en que el crecimiento de la derecha se debe a la dilapidación de la base electoral de la izquierda y del MAS.

Desde que asumió la presidencia en 2020, el principal enemigo de Luis Arce ha sido su predecesor y mentor, Evo Morales, que por la Constitución está inhabilitado para presentarse a un nuevo mandato.

Atrincherado en su feudo de la zona de El Chapare y rodeado de un “ejército popular” de cocaleros armados con palos y piedras, Morales se resiste a entregarse a la Justicia, que ordenó su detención por un caso de abuso sexual de menores.

Con paros y movilizaciones de las bases que aún le son leales, Morales ha torpedeado en estos años la gestión de Arce, especialmente desde que el presidente buscó tomar distancia de su antiguo mentor.

En su discurso del Bicentenario, Arce acusó a Morales de haberse “aliado con los verdugos de la derecha” para realizar actos de “sabotaje” e incluso intentar forzar un acortamiento de su mandato.

Protesta contra Luis Arce en el centro de La Paz

Ahora, el presidente que hace cinco años llegó al poder con el 55 % de los votos —presentado entonces como “el artífice del milagro” por su gestión al frente del Ministerio de Economía durante el gobierno de Morales— se despide como el segundo mandatario más impopular de América Latina, solo superado por la peruana Dina Boluarte. En las calles de esta ciudad abundan los carteles que lo señalan como “Arce hambreador”.

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