¿Amigos? Trump pondrá a prueba su confuso vínculo con Putin en una cumbre de alto riesgo

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WASHINGTON.- Esta semana, en vísperas de su reunión de alto perfil y alto riesgo con Vladimir Putin, el presidente Donald Trump reflexionó brevemente sobre su curiosa y confusa relación con el presidente ruso. “Me llevaba bien con Putin”, dijo.

Curiosamente, lo dijo en tiempo pasado. Hace ya semanas que Trump manifiesta una inusual frustración por la renuencia del líder ruso a llegar a un acuerdo de paz en Ucrania. Pero con el transcurrir de la semana, a Trump se lo vio ansioso por volver a usar el verbo en presente cuando ambos se reúnan mañana en Alaska.

La afinidad de Trump con el férreo amo del Kremlin desconcierta a gran parte del mundo político y diplomático desde hace una década: puso en cuestión muchos supuestos, desató investigaciones, reconfiguró elecciones y alteró alianzas.

Y ahora, con el jefe de la Casa Blanca deseoso de negociar un alto el fuego en Ucrania, esa relación enfrenta su prueba de fuego: ¿está dispuesto a presionar seriamente a su homólogo ruso? ¿Logrará Putin convencerlo de que acepte su postura? ¿O su amistad está realmente en crisis?

A pesar de sus recientes quejas por la intransigencia rusa y su reclamo de que cese la guerra, en gran medida Trump se ha abstenido de atacar directamente a Putin, y ha preferido usar palabras como “decepción” o “indiferente” respecto del jefe del Kremlin.

Sus ataques más duros, en cambio, han sido contra el beligerante expresidente ruso Dimitri Medvedev, una forma más indirecta de atacar a Putin.

Y en los últimos días Trump parece haber retomado su postura de principios de año, cuando culpaba mayormente de la guerra al presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, a pesar de que fue Putin el que invadió a su país vecino y es quien viene rechazando las propuestas norteamericanas de un alto el fuego incondicional.

“Su amigo no lo ayuda”

Putin claramente fue demasiado lejos para Trump, y por eso en las últimas seis semanas ha hecho comentarios cada vez más negativos sobre él”, declaró en una entrevista John Bolton, consejero de Seguridad Nacional de Trump durante su primer mandato y actualmente uno de sus críticos más acérrimos.

“Su amigo no lo está ayudando. No está consiguiendo un acuerdo”, dijo el exfuncionario.

Pero Bolton asegura que claramente Trump no le ha dado la espalda a su amigo.

Según el exconsejero de Seguridad Nacional, al invitar a Putin a territorio norteamericano a pesar de las sanciones que le impuso Estados Unidos y de la orden de arresto internacional por crímenes de guerra que pesa en su contra, Trump está recompensando al líder ruso, liberándolo en los hechos del aislamiento internacional que le habían impuesto su predecesor, el presidente demócrata Joe Biden, y los líderes europeos.

“No entiende lo suficiente como para no dejarse manipular”, dijo Bolton sobre Trump. “Quiere llevarse bien con Putin, cree ser su amigo. No creo que Putin crea ser amigo suyo. Putin es despiadado como nadie”.

Los analistas más avezados de la relación entre Estados Unidos y Rusia dicen que las recientes palabras de exasperación del jefe de la Casa Blanca no indican una ruptura real con Putin. Al menos no todavía.

“No creo que Trump haya cambiado demasiado su opinión sobre Putin, y sigue queriendo resetear la relación”, apunta Angela E. Stent, funcionaria de inteligencia nacional sobre temas de Rusia durante el gobierno del presidente George W. Bush.

“Es cierto que hace unas semanas manifestó su frustración con Putin y elogió a Zelensky, pero eso parece haberse evaporado cuando entendió que Putin no estaba dispuesto a nada antes de la fecha límite que Trump había impuesto para un alto el fuego”.

Michael A. McFaul, embajador en Rusia durante la presidencia de Barack Obama, dice que el momentáneo cambio de tono de Trump hace unas semanas le llamó la atención. “Pero en estos últimos días volvió a ser el mismo”, dice McFaul. “Ha vuelto a culpar en parte a Zelensky por la invasión de Putin, desestimó su propuesta de una reunión trilateral y hasta sugirió que Zelensky tendrá que hacer concesiones importantes, pero sin decir una palabra sobre las concesiones que tendría que hacer Putin”.

Más allá de su presencia en las reuniones de las Naciones Unidas, la reunión en Alaska será la primera visita de Putin a Estados Unidos desde 2007, cuando Bush lo invitó a la residencia de su familia en Kennebunkport, Maine.

Tras múltiples llamadas telefónicas y tratativas de su enviado especial, Steve Witkoff, Trump dijo que quería reunirse con Putin para romper el actual estancamiento.

“El presidente Putin me invitó a involucrarme”, dijo Trump esta semana. “Él también quiere involucrarse. Creo que quiere terminar con esto de una vez. Sé que he dicho eso mismo varias veces y luego me decepcioné, porque después de una gran llamada telefónica con él, lanzan misiles sobre Kiev o cualquier otro lugar y dejan 60 personas muertas en una ruta”.

Pero Trump dijo que cree poder comunicarse con su homólogo ruso. “Voy a hablar con Vladimir Putin y le voy a decir: ‘Tenés que ponerle fin a esta guerra. Tenés que ponerle fin’”.

Moderación

De todos modos, sus asesores vienen intentando moderar las expectativas de que se produzca algún avance.

“Esto es un ejercicio de escucha para el presidente”, dijo anteayer a los medios la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt. “Miren, solo estará presente una de las partes involucradas en esta guerra. Así que el presidente va a ir para entender mejor cómo podemos poner fin a esta guerra, y ojalá así sea”.

Michael C. Kimmage, historiador de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia de la Universidad Católica de Estados Unidos y autor de Collisions, un libro sobre la guerra de Ucrania, dice que Trump tal vez crea que cultivar la amistad con Putin tiene un propósito estratégico. En enero, cuando regresó a la Casa Blanca, “Trump pensaba que podía desescalar la guerra gracias a su conexión personal con Putin”.

La estrategia no funcionó, pero ahora en Alaska Trump podría insistir en su “diplomacia personalista, porque no resiste la tentación del espectáculo mediático y la oportunidad de ser el centro de la escena”. Además, tras sus recientes intervenciones para detener los combates entre Tailandia y Camboya y resolver décadas de disputa entre Armenia y Azerbaiyán, es posible que Trump “crea que está de buena racha”, dice Kimmage.

Pero al programar su cumbre con Putin en Alaska por los canales diplomáticos habituales y con consultas previas con los países aliados para asegurar su éxito, “Trump está ensayando un nuevo estilo de acción diplomática”, asegura Kimmage, y agrega que el republicano parece básicamente enfocado en resolver los grandes problemas mundiales en un mano a mano con los líderes de las tres grandes superpotencias: él mismo, Putin y el presidente chino, Xi Jinping.

“Con ese nuevo estilo, gran parte del mundo quedará convertido en un mero espectador, y al mismo tiempo habrá apenas un puñado de líderes –con Trump como el primero entre iguales– que será elevado a un estatus de poder excepcional, un club vip de estadistas, compuesto principalmente por Xi, Putin y Trump”, señala Kimmage. “Esa nueva diplomacia es la que se pondrá a prueba el viernes”.

Traducción de Jaime Arrambide

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