Matías Rojas es un zurdo exquisito, a la medida de River. De 29 años, el paraguayo juega de 10, le sobra talento, sufre el mal de ausencias en pasajes durante los partidos y el físico (más de un desgarro), le pasa factura. Sin embargo, cuando pisa el balón, es una delicia. Jugó con Lionel Messi, se destacó en Racing, es bueno para la pelota parada, entiende el juego, tiene panorama. Y sin embargo, pese a que los dos equipos más grandes del fútbol argentino se pelearon por él para tenerlo, se terminó yendo casi sin jugar y… en medio del olvido.
Llegó al Monumental el 3 de enero y se va a Estados Unidos el 14 de agosto. Un abrir y cerrar de ojos. Jugó apenas 118 minutos, repartidos en cinco partidos en el torneo Apertura y dos en la Copa Libertadores. Debutó y marcó un gol en un lejano 1-1 con Platense. Desgarros, otros problemas musculares, distensiones, estados febriles y, evidentemente, no hubo sintonía con Marcelo Gallardo, el entrenador que adora a los futbolistas zurdos.
Siempre tuvo uno a mano: desde Leonardo Pisculichi (Juanfer Quintero y Pity Martínez, en modo héroes del pasado, se fueron, volvieron y… están) hasta Matías Galarza Fonda, con otro estilo, más como rueda de auxilio grupal. Hasta José Paradela, habitualmente castigado por un grupo de hinchas, tuvo su tiempo y espacio (86 partidos en su ciclo en River).
Rojas, nada. Verdaderamente, un misterio, más allá de que en los entrenamientos (cuando estuvo sano) no haya explotado su potencial. Es un caso de estudio. ¿La excepción a la “regla” Gallardo?
¡¡DEBUT GOLEADOR!! Matías Rojas empata de cabeza para River. 1-1 ante Platense sobre el final.
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— SportsCenter (@SC_ESPN) January 26, 2025
Siete meses después, se va a Portland Timbers, de la MLS. Llegó y se fue libre: tenía vínculo con River hasta diciembre, mantenía uno de los salarios más importantes del plantel, no jugaba y además ocupaba un cupo de extranjero; ambas parte entendieron que la rescisión era el mejor mecanismo. En Inter Miami había jugado solo en 20 partidos y en Corinthians, 30. Y la mayoría de los encuentros, ingresó desde el banco.
Se trata de un viejo anhelo de Juan Román Riquelme. Tanto como Edinson Cavani, el presidente de Boca lo tentó en cada mercado de pases, sin fortuna. Fernando Gago, en su breve y traumático paso por la Bombonera, lo buscó con entusiasmo en enero pasado, ya que le dio vuelo en Racing. Entre Gago y Rojas había sintonía, tenía esa “ventaja”. Sin embargo, el zurdo se inclinó por el llamado de Gallardo. Prefirió River, comprendió que su estilo era ideal para el Monumental.
🤯🇵🇾 POR FAVOR EL GOLAZO QUE HIZO MATÍAS ROJAS EN EL INTER MIAMI.pic.twitter.com/SwOJz06jHt
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Con el número siete sobre la espalda y botines negros, el hábil guaraní convirtió el empate en Vicente López. Le bastaron siete minutos para despertar la simpatía de la gente, en reemplazo de Gonzalo Montiel, en un revolucionario cambio táctico. Y allí quedó.
“Está buscando su mejor forma física, viene de una liga muy distinta, jugaba en un lugar muy diferente dentro de la cancha y se está acoplando”, contaba el Muñeco, esa noche. Al rato, insistía con un argumento que terminó siendo definitivo. “Tiene que buscar su mejor forma física, pero es un jugador muy inteligente que nos da varias alternativas”, apuntaba. El zurdo, que además actuó en Cerro Porteño, Lanús, Defensa y Justicia y la Academia (en donde estuvo cinco temporadas, máxima duración en su carrera), endulzaba los oídos de los fanáticos.
“La oportunidad es impresionante. Como me decía mi papá, es el equipo más grande de Sudamérica y tengo la oportunidad de estar acá“, advertía. “Creo que Boca se acercó a mi representante. Es un club extraordinario, como todo el mundo sabe, pero ya estaba planeando mi carrera para otro lado”, había dicho meses antes, ante la consulta del interés xeneize.
Había conversado con Gago, con quien mantiene una fraternal relación, pero la banda roja le hizo cosquillas desde el prólogo de esta pequeña historia. “Soñé desde el primer llamado. Desde ese momento me visualizo triunfando. Llegué en el mejor momento de mi carrera. No soy un jugador individual, dependo del grupo. Cuando funciona el grupo, yo funciono mucho mejor. Me conozco”, contó, un puñado de meses atrás.
Esa es la otra parte de la crónica: pocas veces, River funcionó como un equipo coral. Sin embargo, evidentemente, tampoco el paraguayo se ofrecía como una solución, según la clínica mirada del Muñeco, que sigue buscando el elenco ideal.
El paraguayo había mostrado su mejor versión como lanzador y tirado hacia la derecha, como le agrada al Muñeco que jueguen los zurdos. El controvertido “perfil cambiado”. El DT le ganó la pulseada a Boca, pero no le ofreció continuidad.
La ilusión se sostenía en datos. Rojas anotó 26 goles y dio 14 asistencias durante su estadía en Avellaneda, números que lo empujaron a Corinthians y desde allí, a la MLS, en 2024, cuando fue compañero de Lionel Messi.
Identificado con el fútbol argentino desde su llegada a Lanús en 2016 proveniente de Cerro Porteño, Rojas mantiene a Racing en su corazón. Tanto, que tras concluir su temporada al lado de Messi en Miami, el mediocampista guaraní regresó a Asunción para estar cerca de su familia y no dudó en presenciar la final de la Copa Sudamericana en el estadio La Nueva Olla (la casa de Cerro Porteño, su club). Hasta celebró el título internacional de la Academia.
En Inter Miami, anotó nueve goles en 20 partidos: casi un tanto cada dos encuentros jugados. Pero tampoco fue titular indiscutido en el conjunto de camiseta rosa que dirigía Gerardo Tata Martino: jugó desde el inicio en 14 de los 20 partidos en los que dispuso de minutos.
Era fanático de Messi antes de conocerlo bajo la misma camiseta. Y desde todo punto de vista. “En la Copa América 2019 había hablado con el fotógrafo de la selección de Paraguay porque quería una foto con él; apenas terminó la Copa América colgué la foto en casa en un cuadro. Da una imagen buena para todos los chicos y para toda la gente, siempre con la familia y eso creo que es extraordinario”, sostiene.
Con la llegada de Javier Mascherano a la franquicia de la Florida, Rojas no renovó el contrato y se transformó en agente libre. Así llegó a River. Y así se fue, en completo silencio.