PARÍS.- Más de tres años y medio después de la invasión rusa a Ucrania, la cumbre de Donald Trump y Vladimir Putin este viernes en Alaska podría ser un punto de inflexión en la guerra. Ucrania, que no fue invitada, espera un “alto el fuego inmediato”. Para el presidente de Estados Unidos, “hay 25% de probabilidades de que el encuentro fracase”.
En la víspera de ese encuentro, ya calificado como histórico, este jueves comenzaron a precisarse los detalles del programa. Este viernes 15 de agosto, ambos dirigentes discutirán “principalmente” sobre la forma de resolver el conflicto armado en Ucrania, durante un “cara a cara”. Donald Trump se muestra un poco menos optimista que en los últimos días. A su juicio, las negociaciones tendrían “25% de probabilidades de no ser un éxito” y que un acuerdo para poner fin a la guerra “necesariamente” deberá pasar por una cumbre posterior que incluya a Ucrania.
“El orden del día se centrará principalmente en la resolución de la crisis ucraniana”, declaró el asesor diplomático de Putin, Yuri Ushakov, mencionando también los temas de la “paz” y la “seguridad”, las “cuestiones internacionales de importancia” y “la cooperación bilateral”. Los dos presidentes también discutirán el “enorme potencial no explotado” de las relaciones económicas entre Rusia y Estados Unidos. Según Ushakov, los preparativos entraron este jueves “en su fase decisiva” de cara a esta cumbre, el primer encuentro entre los dos dirigentes desde el regreso de Trump al poder en enero.
La cumbre, que se celebrará en la base aérea de Elmendorf en Anchorage, en el estado norteamericano de Alaska, debe comenzar a partir de las 11.30 horas locales (16.30 de la Argentina), precisó Yuri Ushakov. Se iniciará con una entrevista entre Putin y Trump, acompañados únicamente por sus intérpretes. Luego las negociaciones continuarán entre las delegaciones respectivas alrededor de un almuerzo, en presencia de un grupo de expertos. “Más tarde se organizará una conferencia de prensa conjunta para hacer un balance”, concluyó el asesor del presidente ruso.
La delegación rusa estará compuesta por el ministro de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov; el ministro de Defensa, Andréi Belousov; el ministro de Finanzas, Antón Siluánov; el emisario encargado de cuestiones económicas internacionales, Kirill Dmitriev, y el propio Yuri Ushakov. Según este último, no se ha fijado un límite de duración para las negociaciones. “La delegación regresará a Rusia inmediatamente después del fin de las discusiones”, dijo.
Altas expectativas
Las expectativas son muy altas para esta cumbre, que se celebrará a priori sin el dirigente ucraniano Volodimir Zelensky y sin presencia europea. Temiendo que se alcance un acuerdo a sus espaldas, Kiev y sus aliados europeos multiplicaron en los últimos días los llamamientos para aumentar la presión sobre Moscú. El jueves, el primer ministro británico Keir Starmer recibió cálidamente al presidente ucraniano en Downing Street con un abrazo y un apretón de manos. Ninguno hizo declaraciones al término de esa reunión.
Our support for Ukraine is unwavering. pic.twitter.com/OlePwmKtZD
— Keir Starmer (@Keir_Starmer) August 14, 2025
El miércoles, Trump aseguró haber tenido una “muy buena llamada” con el presidente ucraniano y dirigentes de países europeos —a quienes calificó sorpresivamente de “gente formidable”—, de la Unión Europea (UE) y de la OTAN. Según varios líderes europeos presentes, el presidente norteamericano habría asegurado que en la cumbre de este viernes “no se tratará de intercambio de territorios”, sino de la forma de llegar a un cese del fuego inmediato.
En todo caso, en este drama interminable que se libra en el corazón de Europa, todos son conscientes de que el destino de la castigada Ucrania se juegue este viernes entre dos hombres: Donald Trump y Vladimir Putin. Y, contrariamente a lo que se podría pensar, es el primero quien representa el dolor de cabeza más serio para los occidentales.
Porque rara vez la diplomacia estadounidense se llevó a cabo de manera tan personal. “Desde su regreso al poder, Trump impuso a Estados Unidos un giro estratégico respecto a Rusia. Mientras que una mayoría de estadounidenses y legisladores en el Congreso siguen apoyando a Ucrania, él se alejó de ese país para acercarse a la posición rusa. Aunque el abandono de Kiev aún no ha sido completo, las esperanzas de analistas, europeos y partidarios de Ucrania de que Trump comprenda que Putin quiere la victoria más que la paz han desaparecido”, dijo Samantha de Bendern, investigadora en el Instituto Real de Relaciones Internacionales (Chatham House).
Si los presidentes estadounidenses disponen de una gran libertad en lo que respecta a la política exterior, Trump goza de un margen de maniobra aún mayor que la mayoría de sus predecesores. Se ha liberado del poder del Congreso, del cual los presidentes estadounidenses deben tradicionalmente tener en cuenta. Y aunque una mayoría de legisladores republicanos siguen siendo favorables a la ayuda a Ucrania, han evitado criticar los gestos de acercamiento hacia Rusia.
Trump también apartó a los expertos, asesores, militares o diplomáticos, especialistas en Rusia, que lo rodearon durante su primer mandato y que en varias ocasiones lo disuadieron de tomar decisiones que consideraban contrarias a los intereses estadounidenses. Las negociaciones con Rusia han sido llevadas desde el principio por Steve Witkoff, amigo personal de Trump, y también proveniente del mundo inmobiliario.
Sin experiencia en diplomacia, Witkoff se reunió en varias ocasiones con Putin sin estar acompañado por los profesionales del Pentágono o del Departamento de Estado, quienes quedaron horrorizados al escucharlo repetir argumentos del Kremlin o incluso olvidar los nombres de las cinco provincias ucranianas ocupadas o reclamadas por Moscú.
“Plan B”
El último de esos dramáticos episodios se produjo en torno a lo que Putin habría propuesto a Witkoff, el 6 de agosto pasado en el Kremlin, y que convenció a Trump de anunciar la cumbre de Alaska. Según varios funcionarios ucranianos y europeos, citados por Bild y el Washington Post, el emisario estadounidense, que no parece siempre atento a los detalles, habría entendido que Rusia ofrecía retirar sus propias tropas de las regiones de Zaporiyia y Kherson, cuando, en realidad, nunca fue así, como el mismo Witkoff reconoció dos días después. Putin habría mencionado en realidad la congelación de las hostilidades a lo largo de la línea de frente actual, a cambio de la retirada de Ucrania de las dos regiones disputadas del Donbass: Donetsk y Lugansk. A partir de ese episodio, la administración Trump se habría visto obligada a improvisar un “plan B” para mantener la cumbre y no quedar totalmente humillada ante el planeta.
¿Cuál sería la estrategia retenida? Según medios de prensa británicos, el presidente de Estados Unidos podría proponer a Putin la explotación de tierras raras en Alaska a cambio de una tregua en Ucrania.
“Un plan naturalmente imposible de aceptar para la opinión pública norteamericana. Pero, el poco interés de Trump por los detalles y su gusto por las soluciones simples lo hacen vulnerable a manipulaciones y distorsiones. Esto, frente a un Putin que conoce íntimamente el terreno y sus intereses”, analiza Claude Blanchemaison, exembajador francés en Moscú.
“Éxito político”
Para Putin, incluso antes de comenzar, la cumbre ya puede considerarse un “éxito político”: el solo hecho de que Estados Unidos acepte recibirlo, dialogar y negociar con él representa en sí mismo un logro. Se trata, después de todo, de la primera visita de un presidente ruso en suelo estadounidense desde Dimitri Medvedev en 2010.
Putin también obtuvo la satisfacción de un encuentro en Alaska, lo que le permite viajar a Estados Unidos sobrevolando únicamente Rusia. Muy práctico para el jefe del Kremlin, sobre quien pesa, desde marzo de 2023, una orden de arresto de la Corte Penal Internacional (CPI). ¿Estos favores lo empujarán a hacer concesiones en Anchorage? Nada es menos seguro.
Según fuentes rusas, el cálculo actual del Kremlin sería diabólico: ponerse de acuerdo en Alaska sobre una hoja de ruta hacia un alto el fuego con condiciones muy desfavorables para Ucrania, que inevitablemente será rechazado por Kiev y los europeos. Donald Trump, con sus prejuicios negativos hacia la parte ucraniana, podría entonces amenazar con retirarse del conflicto y suspender la ayuda estadounidense a Ucrania en caso de rechazo.
“Presionar a Kiev a través de Washington sigue siendo el objetivo ruso”, confirma la analista rusa Tatiana Stanovaia. Esta también es la salida más probable según las fuentes del semanario británico The Economist. Y para el politólogo ruso Dmitri Souslov, del Colegio Superior de Economía de Moscú, quien escribe en las columnas del diario Kommersant: “Los europeos fueron dejados de lado y esta cumbre significa el fin del discurso sobre ‘el aislamiento de Rusia’. Una suspensión de la ayuda estadounidense en material y sobre todo en inteligencia precipitaría la derrota de Kiev”. También insiste en el interés comercial del encuentro, cuyo lugar elegido, Alaska, pondría el acento en los proyectos de cooperación bilateral en el Ártico.
Otros, sin embargo, son más escépticos. Según Blanchemaison, los “duros” del régimen que rodean a Putin podrían disuadirlo de no hacer compromisos. Porque su ejército parece avanzar: unos 17 kilómetros en la región de Donetsk, penetrando las defensas ucranianas cerca de Dobropillia. “Esto podría servir al Kremlin para pedir nuevamente ‘la totalidad’ de las cuatro regiones anexadas o nada. Es decir, la continuación de los combates. Y como Ucrania probablemente rechazará cualquier propuesta rusa, nos dirigimos hacia eso”, añade.
En una cosa parecen coincidir expertos y analistas rusos y occidentales: en las pocas expectativas sobre el resultado positivo de esta cumbre para Ucrania.
Samantha de Bendern es una de ellos: “Todos son conscientes de que Trump es absolutamente volátil y de que Putin no está dispuesto a conceder un centímetro de lo que pretende. Y aun en caso de un acuerdo bilateral, ¿cuánto tiempo duraría? Estamos aún muy lejos de una resolución duradera del conflicto”.