En 1959, Alaska se convirtió en el estado número 49 de Estados Unidos. Noventa y dos años antes de que el presidente Dwight D. Eisenhower lo declarara, el territorio le perteneció a Rusia y fue vendido al país norteamericano por una cifra que hoy resulta difícil de creer.
Por qué Rusia tomó el control de Alaska
Como señaló el sitio gubernamental del Servicio de Parques Nacionales (NPS, por sus siglas en inglés), la historia entre Alaska y Rusia comenzó en el siglo XVIII. En 1741, una expedición rusa encabezada por el danés Vitus Bering llegó al territorio que hoy es conocido como la isla de Kayak.
De acuerdo con The New York Times, Vitus Bering viajó a Alaska bajo las órdenes del zar Pedro I, quien deseaba conseguir más territorios para su país. En un inicio, fue una tierra atractiva para Rusia por la gran cantidad de pieles de nutria marina que tomaron de la región y las cuales vendieron a otras naciones, en especial a China.
Rusia se estableció oficialmente en Alaska en 1784, al construir su primer asentamiento en la isla de Kodiak, según NPS. Pero después de casi 70 años de controlar la región, el país que hoy está al mando de Vladímir Putin dejó de ver a este territorio como una conquista rentable.
Según The New York Times, el negocio de pieles cada vez generaba menos ingresos como consecuencia de la sobreexplotación. Además, Rusia competía con Estados Unidos y Gran Bretaña en la cacería de nutrias y las tensiones entre los países crecían cada vez más.
Por qué Rusia le vendió Alaska a Estados Unidos
El problema con el comercio de pieles no fue el único factor que convenció a Rusia de ceder el control de Alaska. De acuerdo con The New York Times, durante el conflicto contra el Imperio Otomano, Francia y Gran Bretaña, a los rusos les preocupó que sus enemigos los invadieran desde Norteamérica.
Por el otro lado, Estados Unidos cada vez conquistaba más territorios en América y Rusia no sabía si sería capaz de hacerle frente a esa potencia en ascenso. Fue por ello que Rusia estuvo dispuesta a negociar la venta de Alaska a Estados Unidos.
El encargado de la transacción por parte de Estados Unidos fue el Secretario de Estado, que en aquel entonces era William H. Seward. De acuerdo con el Senado de Estados Unidos, el acuerdo se pactó de forma secreta en un comienzo, pero cuando la noticia llegó al público en general, Seward se volvió el blanco de las burlas.
Tanto el Senado estadounidense como los periodistas y ciudadanos en general pensaron que la compra no tenía ningún sentido. La negociación pasó a ser conocida como “la locura de Seward”. Los ciudadanos bromearon que el dinero del país se desperdiciaría en glaciares, icebergs, osos y morsas.
Charles Sumner era el presidente del Comité de Relaciones Exteriores en ese entonces y él también estaba escéptico sobre la propuesta de Seward. Sin embargo, después de investigar a fondo sobre los recursos naturales de Alaska, convenció al Senado de Estados Unidos de aceptar la oferta de Rusia.
La compra pasó de ser “una locura” a un acierto económico
Como señaló NPS, en abril de 1867, Estados Unidos compró Alaska por USD$7,2 millones entregados en oro. Con la inflación actual, esa cantidad sería de US$150 millones, de acuerdo con BBC. Más o menos cada acre (0,40 hectáreas) de tierra fue vendido en dos centavos.
La compra de Alaska resultó ser un acierto para el gobierno de EE.UU. En 1872, se descubrió la presencia de oro en la región. Según NPS, más de 60 mil personas llegaron al territorio en busca del metal precioso en 1888.
BBC explicó que a mediados del siglo XX también se encontraron yacimientos de petróleo en Alaska, los cuales todavía son explotados. Actualmente, el producto interno bruto (PIB) que genera Alaska al año para EE.UU. es de US$70 mil millones.