La fabulosa historia de la primera muestra flotante del mundo que dio origen al Museo Moderno hace 70 años

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En un monoambiente del centro porteño, una mujer casi centenaria guarda la bitácora de un viaje épico alrededor del mundo ocurrido hace 70 años. Teresa Baratta tiene hoy 98 y a los 29 era una mujer hermosa, consciente de que en los viajes se fabrican recuerdos. Los guardó en tres pesados biblioratos, donde hoy se puede leer la historia fabulosa de cómo nació el Museo de Arte Moderno en una muestra itinerante, en serio. Iba colgada a bordo del buque Yapeyú y Teresa era una tripulante especial. “Ese viaje me cambió la vida. Realmente fue una aventura y soy la única sobreviviente”, dice hoy esta especie de documentalista prodigiosa.

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El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires fue creado el 11 de abril de 1956, mediante el decreto N⁰ 3527/56, por iniciativa de Rafael Squirru, legendario crítico de arte de este diario. Este año es el centenario de su nacimiento, y se lo homenajeará el 30 de septiembre en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), donde Squirru fundó y dirigió por décadas la Comisión de Artes Plásticas. Cuando creó el museo, Squirru era un joven abogado de 31 años entusiasta y apasionado por la cultura, que se convertiría con los años en uno de los mayores promotores del arte argentino. Pero en 1956, el museo era él: no tenía colección ni sede. “Le Musée c’est moi”, respondía cuando se burlaban de su museo fantasma.

En el libro Tan Rafael Squirru! (Elefante Blanco, 2008), su hija Eloísa recoge sus memorias. Allí recuerda una de las primeras muestras que organizó en el piso de arriba del Museo Sívori, que entonces funcionaba en la calle Paraguay, y otras más con vocación nómade. “Exponíamos también en camiones que recorrían el país. Hicimos una muestra de esculturas contemporáneas en los jardines de Palermo acá en Buenos Aires. Al día siguiente hubo que pescarlas en el lago, pues algunos espectadores las habían arrojado al agua”, se lee en esas páginas. Después organizó exposiciones en espacios como las galerías Peuser, Yumar, Galería H, Rubbers, Lirolay, Witcomb, Van Riel y Pizarro, mientras se levantaba la futura sede del museo. Estaba en obra el edificio del futuro Teatro Municipal General San Martín, una obra del arquitecto Mario Roberto Álvarez, y seguiría en construcción hasta 1960.

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Entonces, en esta fiebre de muestras ambulantes, organizó la célebre Primera Exposición Flotante de Cincuenta Pintores Argentinos. Poco afecto a los trámites burocráticos, se lee en sus memorias que casi no logra hacerla zarpar. Pero finalmente lo hizo el 28 de septiembre de 1956 desde la dársena D de Puerto Nuevo de Buenos Aires. Iba a bordo del buque Yapeyú, que recorrió veinte ciudades del mundo en 164 días con obras de más de 50 artistas argentinos, entre ellos, Carlos Alonso, Juan Batlle Planas, Antonio Berni, Raquel Forner, Ramón Gómez Cornet, Juan Del Prete y Lino Enea Spilimbergo. Llevaba a un grupo heterogéneo de 262 personas de variadas nacionalidades, entre las que se encontraba la mujer de Arturo Frondizi, Elena Faggionato, quien se convertiría en Primera Dama unos pocos meses después de regresar, a comienzos de 1957. Compartía las cenas con Teresa, nuestra testigo.

Página del diario de Teresa Baratta, donde se la ve en muestra flotante en el barco Yapeyú, donde nació el Museo Moderno hace 70 años. En la foto, con Cecilio Madanes y Gladys Gómez, compañeros de tripulación

Sobre esta epopeya, el jueves 21 se estrena una ópera en el museo, Nada más viejo, con dramaturgia de Rafael Spregelburd y música de Zypce. “El propio capitán del Yapeyú dará su versión de los hechos”, anuncia la sinopsis. “Dentro de la idea de las Exposiciones en Cartel, desde Programas Públicos se pensó en revisitar la escritura de Rafael Squirru y así fue como el museo comisionó este estreno a Rafael Spregelburd. Su trabajo sobre la primera exposición del Moderno nos terminó llevando al álbum de viaje de Teresa, que no sólo es el único testimonio gráfico de esa exposición sino un catálogo visual del turismo de masas en sus comienzos”, detalla Fernando García, a cargo del área.

En el Museo Moderno, por ahora hay solo dos pliegos en una caja del Archivo donde se documenta esta muestra. Con guantes blancos, es posible desplegar el folleto, donde se listan los artistas y hay un texto de Squirru, que anticipa que en su exposición no habrá pintoresquismo: “Algunos sonreirán ante el hecho obvio de la paternidad de Picasso, de Klee o de Mondrian, buscarán afanosamente el toque folklórico y se sentirán defraudados ante la ausencia casi total de gauchos de amplio sombrero o bellas señoritas o indios pintorescos”. En la tapa, un dibujo Lino Enea Spilimbergo, fechado en 1931, plantaba semblante.

Reproducción del folleto de la muestra que dio origen al Museo de Arte Moderno en 1957

La investigadora suiza Laura Bohnenblust hizo su tesis sobre este viaje fantástico, titulada Arte Flotante (Edition Metzel, 2025) y disponible online en alemán, donde se ven fotos del barco, la muestra, el recorrido y Mirtha Legrand en la fiesta de inauguración antes de zarpar. “Desde Río de Janeiro, vía Ciudad del Cabo, Kochi, Singapur, Yakarta, Kobe y Honolulu, el M/N Yapeyú puede visitarse a través del Puente de Pasajeros durante ciertos horarios de apertura. La exposición se anuncia en la prensa local; por ejemplo, en Melbourne, bajo el titular Apresúrate a ver arte argentino. Además, una pancarta a estribor del buque destaca el espacio de exposición móvil de arte argentino”, escribe.

A partir de los diarios de Baratta, Bohnenblust reconstruye la inauguración: Squirru dio un discurso, hubo aplausos, se estrecharon las manos y se repartieron folletos. Pero Baratta tiene más para aportar, porque además de sus biblioratos tiene una memoria intacta, y una voz jovial al teléfono que narra entusiasmada sus recuerdos a LA NACION. “Cumplí 30 años en La Habana. Junto con Gladys Gómez trabajábamos en la comisaría del barco, algo muy poco común para una mujer en aquellos años. Hacíamos de todo. El barco había sido alquilado a la compañía Dodero por don Palmiro Trío, empresario de turismo que lo acondicionó para este viaje de seis meses que tenía por destino las Olimpíadas en Australia. El recorrido era atípico, pasando por ciudades como Hawái, Sudáfrica, Singapur, Japón… ¡El barco era una cáscara de nuez!”, recuerda.

Teresa Baratta retratada en 2018 por la investigadora suiza Laura Bohnenblust, que hizo su tesis doctoral sobre el Yapeyú a partir de sus diarios de viaje

Sobre el germen del Moderno también tiene mucho para contar: “A bordo iba Cecilio Madanes como encargado de la exposición. El barco era un barco muy chico, entonces todos los cuadros estaban expuestos en el comedor. Nosotros los teníamos día y noche, mañana y tarde, delante de la vista. Todavía no había máquinas para estabilizar el barco, entonces, cuando había marea alta, ¡los cuadros se movían como locos! Había rolío siempre. Cuando llegué a Buenos Aires, estuve más de un mes sintiendo el movimiento del barco cuando dormía. En cada puerto, cuando se abría al público, llegaban a hacerse dos o tres cuadras de cola para ver la exposición. Madanes hacía visitas guiadas las dos o tres horas que permanecía abierta la muestra”.

Algunos de los papeles que guardó Teresa Baratta, recortes de diario que anuncian la llegada del barco Yapeyú, con la exposición de arte argentino que dio la vuelta al mundo, y fotos de los visitantes

De todo guarda documentos. “Yo soy muy papelera, y me gusta tener todo muy ordenado. Tengo toda mi vida en biblioratos. Cuando vinieron Fernando y Laura (García y Bohnenblust), y veo que se ponen guantes blancos, yo no sabía si reírme o llorar. Son mis hijos de papel”, cuenta.

La investigadora suiza llegó a esta historia porque encontró que fue la primera exposición flotante de la historia, y la ubica dentro de las reivindicaciones territoriales en el ámbito de las exposiciones internacionales. “El buque argentino M/N Yapeyú es un pabellón nacional flotante que se mueve entre las tensiones de los procesos de construcción nacional y la internacionalización de la modernidad argentina. Basándome en teorías de geografía social, planteo la tesis de que el mar puede entenderse como un espacio alternativo para las exposiciones de aquellos actores que tuvieron poca o ninguna inserción en el canon del mundo artístico global de la posguerra”. Bueno, pero esto ya queda probado: tenemos el galardón de haber hecho la primera exposición flotante del mundo.

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