Costó tanto, que no puede considerarse un fracaso ya que se agendó otra reunión, para la cual Putin ofreció Moscú, pero el éxito se mide por las expectativas, y sin duda alguna, Trump no quedó feliz, y ahí están su rostro (ojos) y el lenguaje corporal, no verbal, para demostrarlo, ya que un cese del fuego era su objetivo. Además, raro en él, en la conferencia de prensa habló poco, no aceptó preguntas, y en la entrevista posterior con Sean Hannity de Fox News, tampoco dijo mucho más, mientras que, por su parte, Putin habló más, pero también raro en él, no dijo nada. Algo más dijo al regresar a Moscú, informando que se habían discutido formas de poner fin al conflicto en “forma justa”, y que la reunión había sido “oportuna” y “muy útil”, mientras que los aliados europeos de Ucrania señalaron que lo hecho por Trump era “digno de elogio”, sí, países como Francia, dijeron eso.
Ahora viene la segunda parte de esta reunión, ya que este lunes visita Volodímir Zelenski la Casa Blanca. ¿Significa lo anterior que las expectativas de Trump para Alaska eran exageradas?
En la entrevista de Hannity que superó la media hora, Trump hizo un repaso de los éxitos que ha tenido en este segundo mandato, donde Ucrania ha resultado el objetivo más difícil de conseguir, ya que ha sumado acuerdos para India-Pakistán, Camboya-Tailandia, Congo-Ruanda, Armenia-Azerbaiyán, y EEUU es la única potencia que ha buscado activamente un cese del fuego en Gaza, a pesar de los rechazos de Hamás. Más aún, sus propuestas sobre aranceles siguen avanzando, incluyendo China, sin que se haya generado el caos que sus críticos anticiparon, como también en política interna, el Partido Demócrata se ve tan lleno de problemas que no se le perciben propuestas alternativas.
Por ello, la guerra de Ucrania es lo que ha resultado más difícil para mostrar resultados, quizás, porque no es una guerra de tres años como se ha dicho y repetido, sino de once años, toda vez que la parte militar se inició el 2014 con la toma de Crimea y la ocupación por separatistas rusos de dos de las cuatro regiones del Donbás ucraniano, todo con total apoyo de Moscú.
¿Pero pudo haber tenido otro resultado esta Cumbre en Alaska?
En general, a diferentes gobiernos, a la Casa Blanca con presidentes distintos, les cuesta entender otras mentalidades, claro en el caso de China o del Medio Oriente, pero también Rusia. Y he ahí el problema, EEUU y Rusia esperaban y esperan cosas distintas. Putin, aquello que ha demandado toda su vida pública, al menos desde el 7 de mayo de 2000 cuando asume el primero de sus mandatos presidenciales, es decir, todo el siglo XXI, y la verdad, es que antes había asumido el cargo de primer ministro de Yeltsin, a quien reemplazó cuando renunció sorpresivamente el 31 de diciembre de 1999.
Putin siempre ha dicho lo mismo, que el fin de la URSS fue tan rápido que realmente fue un desplome, tanto que no solo surgieron 15 países, sino que fue el fin de un imperio, y que está pendiente una negociación para concordar la fijación de las fronteras de esos países, y que, como sucesor, esa negociación debe hacerse con Rusia, es decir, con él. En otras palabras, cuando Putin insiste que hay que ir al origen de la guerra de Ucrania, está pensando en una negociación de estas características, de la cual la guerra de Ucrania sería el principio y no el final, detrás de lo cual, habría que ver en el fin de la URSS el fin de un imperio, es decir, no distinto a lo que ocurrió con el imperio español en Latinoamérica en el siglo XIX, y con la desaparición del imperio otomano después del fin de la Primera Guerra Mundial, por lo que en todo el siglo XIX, se presencian guerras fronterizas e invasiones de los países que de allí surgieron como también buena parte de los conflictos actuales del Medio Oriente tienen sus raíces en lo que en 1918 ocurriera.
El otro motivo, es que hoy la guerra la está ganando Rusia, en forma lenta y con muchas víctimas en cada lado, pero, aunque sea en metros y no kilómetros, el avance es ruso, con el agregado que Ucrania hoy sufre mucho, quizás demasiado, ya que hay ataques diarios a civiles, con muchos muertos, ataques para los cuales Ucrania no tiene defensa contra esos misiles, además que pasa todos los días y cada uno de ellos.
En cambio, Trump piensa en algo distinto, solucionar con urgencia el tema de la cantidad de gente que está muriendo, es decir, un Cese al Fuego, que hoy es una oferta generosa, ya que lo más probable, que ese Cese del Fuego, se transforme en una frontera de hecho, es decir, en definitiva, tal como ocurrió con Israel y sus vecinos árabes en 1949, y con ambas Coreas en 1953, también hasta hoy la frontera respetada por todos, es decir, se congelaría el 20% de territorio ucraniano en que se ha asentado la invasión rusa.
Para este objetivo, Trump dijo e hizo todo lo necesario. No solo utilizar como manual su libro el Arte de la Negociación, sino también recibió a Putin no como una visita cualquiera, sino como una Cumbre, una visita de Estado, con toda la formalidad que ello conlleva, pero el mandatario estadounidense quería algo tan concreto y necesario como un Cese del Fuego, mientras que Putin sigue viendo este encuentro como parte de una negociación más que un diálogo, y cuanto éxito se puede esperar lo vamos a ver en la muy próxima visita que se ha anunciado de Zelensky a la Casa Blanca, de mucha importancia, porque poner en marcha algo que seduzca a Putin, tiene que ver con concesiones de Kiev, tales como pérdida territorial y la aceptación de soluciones de neutralidad e interdicción de su soberanía, que se asemejan a lo que se les impusiera a Finlandia y a Austria en la Guerra Fría, y cuya actualización para Ucrania, sería olvidarse de la OTAN y del ingreso a la Unión Europea.
El problema es uno, grande y grave, tanto que condiciona todo lo que se puede hacer, ya que Zelensky tiene algo pendiente, que es la convocatoria a elecciones que debieron haber tenido lugar el año pasado, pero que no se hicieron, argumentándose la imposibilidad de hacerlo en guerra. Y cualquier concesión ratificaría lo que tanto el 2024 como en fechas más recientes mostraban las encuestas, que Zelensky sería derrotado por el excomandante en jefe de las Fuerzas Armadas y actual embajador en el Reino Unido, general (®) Valerii Zaluzhny, considerado el artífice de la exitosa defensa a la invasión, y que fuera destituido, después que fracasara la contraofensiva del 2023.
Trump tiene razón en el sentido que desde hace años esta es una guerra estancada, que no tiene final a la vista, a pesar de que se dan todas las características para ello, salvo una, que los combatientes no han perdido las ganas de seguir luchando, además que contrariamente a lo que se piensa, toda la vida pública de Trump es en contra de la idea que un enfrentamiento militar puede resolver este tipo de problemas, y piensa más bien en el uso limitado de los instrumentos militares y no en guerras prolongadas, por ejemplo, tal como acaba de ocurrir con EEUU en Irán.
Este empantanamiento de la guerra lo tiene claro Zelensky como también su dificultad para hacer concesiones. Por su parte, Putin tiene claras sus dificultades económicas y diplomáticas como también que podría ser imposible seguir financiando la guerra, si se imponen sanciones secundarias a los países que compran el petróleo ruso, algunos tan importantes como China y la India, país este último que revende más barato, pero con utilidad, a una serie de naciones, también aquellas europeas que incluyen a quienes tienen un discurso crítico de Putin y EEUU, en otra demostración de hipocresía internacional.
Las dificultades para obtener un cese del fuego no solo existen hacia el futuro, sino también existe evidencia en el pasado, toda vez que estos intentos no solo aparecieron con Trump, sino que existen varios acuerdos frustrados en años anteriores, ya que como se dijo, esta guerra no se inició hace tres sino hace once años.
Fue así como la narrativa rusa del origen de la guerra es diferente, ya que se han contado a sí mismos una mentira, que el origen de la guerra no fue su invasión, sino que la “provocó” Occidente con la agitación de la Plaza Maidán en Kiev el 2013 y la renuncia posterior del presidente Yanukóvich el 22 de febrero de 2014, suceso que califican falsamente como un “golpe parlamentario” como también culpan a Occidente del fracaso de los Acuerdos de Minsk, diseñados para poner fin a la guerra iniciada por los separatistas prorrusos y que consultaba una especie de sistema federal, mediante autonomía y descentralización para las provincias donde predominaba el idioma ruso. También responsabilizaban, sin evidencia al respecto, a EEUU y el Reino Unido de haber presionado a Ucrania para que rechazara las condiciones de Moscú para retirar a sus tropas, en la reunión que sostuvieran ambos países en Estambul el 2022 por mediación de Turquía, poco después de la invasión.
Sin embargo, intentos fracasados no se limitan a los mencionados, ya que también existe un fracaso israelí, iniciado con la visita sorpresiva del entonces primer ministro Naftalí Bennett en marzo 2022 a petición de EEUU, ya que Israel tenía una buena relación con Rusia y Ucrania, fundamentalmente por la cantidad de inmigrantes que habían nacido en ambos países. En todo caso, allí se dio un acuerdo que funcionó en la guerra civil de Siria, entre Netanyahu y Putin, que ha sido continuado desde entonces, ya que, a pesar de haber estado en bandos opuestos en esa guerra, nunca se enfrentaron, ya que fueron capaces de entender las necesidades estratégicas del otro. En su momento, esa situación fue presentada como ejemplo de que, con Putin, “se podía negociar”, pero no fue una negociación, sino solo un diálogo, pero dio resultados, lo que no ocurrió en este caso, por lo que Israel no volvió a mediar. Hoy se sabe que, en esa oportunidad, Bennett fue considerado prorruso en Kiev.
Así como los Acuerdos de Minsk se hicieron concesiones que después de la invasión serían imposibles, ya que el rol de Rusia es mucho más fuerte, como que, en esos Acuerdos, Ucrania aceptó por única vez que participaran con ese nombre las que entonces eran las únicas dos repúblicas separatistas, la Popular de Donetsk y la Popular de Lugansk, otros intentos involucran también a países europeos, en este caso. Es así como en diciembre de 2019, Ucrania y Rusia aceptaron reanudar las reuniones, por lo que Francia y Alemania resucitaron al Cuarteto de Normandía, lo que permite que en París tenga lugar la primera reunión cara a cara entre Putin y Zelensky, evidencia que el deseo actual del ucraniano para algo similar no es algo novedoso.
Más aún, en julio de 2020 se anunció un alto al fuego formal con los separatistas, nada menos que el vigésimo intento de ese tipo desde el 2014, lo que también da luces acerca de cómo Rusia ha ido respondiendo hoy a EEUU y de cómo lo hiciera entonces a los europeos. Otro antecedente es la campaña electoral presidencial, ya que entonces, en octubre de 2019 el candidato Zelensky anunció que en el gobierno respetaría las elecciones celebradas en las provincias ocupadas, a cambio de que Rusia retirara sus tropas, lo que nunca ocurrió, no solo por parte de Rusia, sino que, en Ucrania, una milicia de nombre todavía vigente hizo lo mismo, ya que los nacionalistas del Batallón Azov, también se negaron a aceptar ningún acuerdo.
Por último, útil es también permitir la revisión de todo aquello que fracasó, pero que en algún momento fue firmado, aunque hubiera existido incumplimiento, como fue el caso de lo que con frecuencia es citado por Kiev y que explica la insistencia en pedir seguridades, toda vez que nunca se respetó el Memorándum de Budapest, firmado en Hungría el 5 de diciembre de 1994, donde se le asegura a Ucrania la intangibilidad de sus fronteras, después que renunciara junto a Bielorrusia a las bombas atómicas que quedaron en su territorio al desaparecer la URSS, donde en Kiev la molestia en este caso es con otros firmantes como EEUU y el Reino Unido, que junto con Rusia concurrieron a esa firma y que no reaccionaron el 2014.
Este relato da una idea de los varios esfuerzos que se hicieron a través de los años para el Cese del Fuego, y las dificultades que enfrenta el actual intento de Donald Trump, donde ni siquiera un Premio Nobel de la Paz aparece con facilidad como merecida recompensa. Ello se debe a las particulares características de ese Nobel, uno de los cinco que fueron instituidos por Alfred Nobel, quien inventara la dinamita y fabricara armamentos, que según el Testamento se entrega cada año “a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición y reducción de los ejércitos alzados y la celebración y promoción de acuerdos de paz”, pero con una particularidad, ya que a diferencia de los otros cuatro, no es entregado por una academia sueca, sino que es un premio eminentemente político, desde el momento que es entregado por el Comité Noruego del Nobel, cinco personas determinadas por el Parlamento Noruego, lo que explica las críticas que con alguna frecuencia reciben los seleccionados.
Además, por tratarse de Noruega, hay orientaciones religiosas, políticas e ideológicas que obedecen a las realidades de ese país. Es así, como es difícil que las posiciones e imagen de Trump sean bienvenidas en ese parlamento. Además, hay situaciones especiales como ocurriera con Obama, que ganó el prestigioso premio, poco después su elección, cuando todavía no había alcanzado a tomar decisiones relevantes en la Casa Blanca, de lo cual se reía el propio expresidente.
Entre quienes ahora se han equivocado puede haber estado Putin, ya que no hay evidencia que EEUU quiera ingresar a una negociación extensa, y, por el contrario, la paciencia de Trump puede agotarse. En el fondo, Putin quiere algo que ni siquiera estuvo disponible al final de la URSS, tal como lo esperaba y lo ha criticado Gorbachov en sus memorias. Hoy, Putin quiere algo semejante a lo que después de Cuba, EEUU negoció, la llamada política de coexistencia pacífica que se conocería como “detente”, donde Europa simplemente no fue considerada entre los negociadores. Hoy, y como autoproclamado defensor de las minorías rusas que quedaron viviendo en otros lugares de la ex URSS, Putin quiere que EEUU negocie con Rusia, es decir, con él, las fronteras en que se dividió al antiguo imperio.
¿Qué ganaría EEUU? Dos cosas, además de evitar que Rusia siga invadiendo, solucionar focos futuros de conflicto en lugares como Kaliningrado o Moldavia, pero aún más importante, aquello que no había existido nunca, ni cuando ambos eran comunistas, una alianza con China, donde Rusia es el socio menor, pero no parece, y nunca lo ha dicho, que Trump quiere hacer al revés el viaje que hiciera Nixon a China en 1972 para que no terminara en manos soviéticas, después del caos de la Revolución Cultural.
Quizás, es más probable, que, si no obtiene el necesario e imprescindible Cese del Fuego, Trump pierda interés y busque construir su legado en otros lugares, ya que cada vez le queda menos tiempo, desde el momento que el próximo año hay elecciones de medio término en EEUU y después todo se va a enfocar en la próxima presidencial, sin Trump de candidato.
Al respecto, ayuda revisar los nombres de los presidentes que tuvieron reuniones con Putin. El primero lo hizo 28 veces si se suman los dos mandatos de George W. Bush, quien después de la primera reunión del 2001, dijera que a Putin “lo había mirado a los ojos” y lo encontró “confiable”, ya que había captado, nada menos, que “su alma”. Barack Obama se reunió con Putin nueve veces y doce más con Dimitri Medvédev (2008-2012), y aún hoy se recuerda el gran botón de “reinicio” que le entregara Hillary Clinton a Serguéi Lavrov el 2009, con el problema que la palabra que lo acompañaba en ruso, no significaba eso sino “sobrecarga”. Por su parte, Putin y Joe Biden se reunieron solo una vez como presidentes, en Ginebra, junio 2021.
En su primera presidencia Trump se juntó con Putin seis veces. Alaska sería la séptima, y recordemos que tuvieron una buena relación humana, pero ambos fueron negociadores duros, y contrariamente a lo que se ha dicho, no se encuentra gesto político o económico que hubiera favorecido indebidamente a Putin y a Rusia, por lo de MAGA, y sobre todo, como la falsa acusación de que Putin habría intervenido “eligiendo” a Trump, descarriló esa relación con la llamada “trama rusa”, que efectivamente fue una interferencia ilegal en el proceso democrático de EEUU, pero local, hecha por el llamado Estado profundo.
Con la visita de Zelensky a la Casa Blanca, anunciada para este lunes como la segunda parte de la reunión del viernes, sabremos qué esperar de Trump en el futuro cercano, sobre todo si se mantendrá o no su optimismo sobre una solución en camino, ya que al parecer sigue vigente lo que dijera Winston Churchill en 1939, al describir a Rusia como “un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma”, por la dificultad para entender la defensa que hace de sus intereses nacionales, complejidad y opacidad al mismo tiempo, todo lo cual dificulta predecir sus acciones.
Máster y PhD en Ciencia Política (Essex U), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)