WASHINGTON.- La gran pregunta de la reunión de mañana entre el presidente Donald Trump y su homólogo Volodimir Zelensky en la Casa Blanca es si el mandatario ucraniano recibirá esta vez un trato de alfombra roja, como sí fue recibido el viernes en Alaska el presidente ruso Vladimir Putin, mientras aflora el recuerdo amargo de la humillación que recibió el presidente de Ucrania la última vez que puso un pie en Washington.
La relación entre Zelensky y Trump ha pasado en poco tiempo de acusaciones graves a elogios en redes sociales. Su vínculo turbulento se evidencio inclusive desde que Rusia lanzó su invasión a gran escala en Ucrania el 24 de febrero de 2022.
Trump, que entonces estaba en campaña para su segundo mandato, dijo repetidamente que Rusia nunca habría invadido Ucrania si él hubiera sido presidente -afirmación que Putin aseguró el pasado viernes en Alaska- y que no tendría problemas para resolver el conflicto.
Al asumir el cargo, cambió por completo años de política estadounidense al enviar negociadores a Arabia Saudita para reunirse con funcionarios del gobierno de Putin, y también comenzó a negociar el acuerdo de minerales con Zelensky.
En diciembre pasado, Trump se reunió de nuevo con Zelensky durante una visita a París para asistir a la reapertura de la catedral de Notre Dame. Fue una reunión a tres bandas organizada apresuradamente por el presidente francés, Emmanuel Macron, quien intentaba presionar al presidente electo para que mantuviera su apoyo a Ucrania en su defensa contra la invasión rusa.
Como presidente, Trump ha instado públicamente a Zelensky a actuar con rapidez para negociar el fin de la guerra de Rusia en Ucrania, o se arriesgaría a quedarse sin un país al que dirigir. En sus redes sociales, Trump criticó a Zelensky por no organizar elecciones para decidir si debía permanecer en el poder —una idea respaldada por Rusia—, calificándolo de » dictador sin elecciones».
También sugirió que Ucrania era responsable de la invasión de Rusia, pero luego admitió que Rusia era el agresor.
La olla a presión explotó públicamente el pasado 28 de febrero en el Salón Oval, donde el presidente ucraniano fue despreciado por el presidente Trump, y su vice, JD Vance, ridiculizado por un periodista por la ropa juzgada “no adecuada” para la ocasión y expulsado bruscamente del Ala Oeste.
“Vuelve cuando estés listo para la paz”, le había intimado Trump al final de lo que todos los medios mundiales llamaron una verdadera emboscada, con el número dos del presidente estadounidense que incluso reprochó a Zelensky de no haber “agradecido” nunca a Estados Unidos por el apoyo recibido.
Un enfrentamiento dramático, una ruptura profunda en parte remendada dos meses después en el cara a cara de 15 minutos en la Basílica de San Pedro, poco antes del comienzo de los funerales de papa Jorge Bergoglio.
La imagen de ese encuentro, los dos líderes sentados uno frente al otro y a sus espaldas toda la majestuosidad de la Basílica, también marcó simbólicamente el inicio de una nueva fase en las relaciones entre Washington y Kiev.
“Creo que tuvimos la mejor conversación con el presidente Trump de todas las que han tenido lugar antes”, dijo Zelensky a los periodistas después de la reunión.
Esa reunión tuvo como resultado inmediato a principios de mayo la tan esperada y postergada firma de un acuerdo que otorga a Washington acceso a los minerales y otros recursos naturales esenciales en Ucrania.
Los dos líderes se volvieron a ver al margen de la cumbre de la OTAN en los Países Bajos, en junio.
“Hemos tenido momentos difíciles, pero no podría haber sido más amable”, dijo Trump después de esa reunión.
Frustrado por su falta de avances con Rusia, Trump finalmente anunció en julio que suministraría armas a Ucrania a través de la OTAN, confirmando un drástico giro en su postura tras haber expresado varias veces su frustración con Putin por la falta de avances para poner fin a la guerra.
Ahora, Zelensky regresa a la Casa Blanca después de la cumbre con Putin en Alaska y las presiones del comandante en jefe para aceptar un acuerdo. Pero esta vez, el líder ucraniano no estará solo y, sobre todo, en estos meses se preparó para enfrentar la fosa de los leones de Trump.
Entre los líderes europeos que lo acompañarán se encuentran, de hecho, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro británico, Keir Starmer, quienes le proporcionaron una serie de indicaciones precisas sobre cómo dirigirse al jefe de la Casa Blanca, sugiriendo un comportamiento menos agresivo y demostraciones más explícitas de gratitud por el apoyo de Estados Unidos.
No es casualidad que el presidente ucraniano se apresuró a agradecer a Trump en la red social X por la invitación. “Estoy muy agradecido”, fueron las palabras que Zelensky eligió en su publicación.
Y, a pesar de la alfombra roja y el aplauso al mandatario estadounidense, el presidente de Ucrania regresará al Estudio Oval, un lugar que Putin no ve desde 2005.
Agencias ANSA, AP y Reuters