Huir de tu casa con lo puesto

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Almudena Álvarez

Saldaña (Palencia), 17 ago (EFE).- Huyeron de sus casas en Mantinos, Villalba y Fresno del Río (Palencia) con lo justo: una bolsa de ropa, la medicación y la incertidumbre de no saber qué quedará en pie cuando regresen: «Nunca pensamos que tendríamos que dejar nuestra casa por un incendio forestal. Nos fuimos con lo puesto».

La frase resume el sentir general de los 564 vecinos que fueron evacuados este pasado domingo de sus casas al ver que las llamas del incendio leonés de Canalejas avanzaba hacia ellos.

En minutos, el verano se convirtió en un éxodo hacia el polideportivo de Saldaña, ahora convertido en improvisado refugio donde la incertidumbre convive con la solidaridad entre camas plegables, botellas de agua, ventiladores y voluntarios.

“Fue todo muy caótico”, resume a EFE Manuel, vecino de Villalba. “Ya teníamos algo preparado por si acaso, pero cuando te dicen que salgas de tu casa, es un mazazo. Lo que te pide el cuerpo es quedarte a ayudar, pero no te dejan. Y te vas con miedo, con impotencia, sin saber qué va a pasar con lo tuyo”, relata.

A su lado, Pilar recuerda lo primero que metió en la bolsa. “La medicación. Luego algo de ropa. Pero te quedas en blanco, no sabes qué llevarte”.

En Fresno del Río, el desalojo sorprendió a varias familias que veraneaban en el pueblo. Judith Álvarez y Lidia Lobato, de más de noventa años, confesaban que nunca habían vivido nada parecido. “Antes se quemaban casas en los pueblos, sí, pero era cosa de un descuido, de una chimenea. Esto es distinto. Nunca tuvimos tanto miedo”, dice Lidia mientras Judith asiente: “Hoy estamos más tranquilas, pero ayer parecía que se nos venía encima”.

En Mantinos, la historia se repite. “Lo peor es la impotencia de ver el fuego tan cerca y no poder hacer nada. Te desalojan y piensas en tu casa. Y en la gente que tiene ganado, en los animales y los que se quedaron con los tractores para intentar frenar las llamas”, explica este lunes José María resumiendo el sentir de muchos.

“Nadie piensa que un día puede tener que salir corriendo porque el fuego se acerca a su pueblo”, ha explicado a EFE Monse Juanes, psicóloga de Cruz Roja. “Al principio muchos estaban angustiados, incluso en shock, pero hoy el ambiente es más tranquilo porque llegan noticias algo mejores. Lo más duro es asumir que tu casa, tu vida, puede estar en peligro”.

Un sentimiento que comparte Julio Rueda, que estaba de vacaciones en Mantinos con su madre, su mujer y su hijo de once años. “Ya nos habían avisado el día anterior de que podía pasar, pero cuando llaman a la puerta y te dicen que tienes que salir, no es fácil. Para los mayores es difícil de entender. Nosotros lo vivimos con impotencia, te quieres quedar a ayudar, pero te dicen que te vayas”.

Su hijo Marco, con la naturalidad de sus once años, intenta darle otro enfoque. “Me asusté porque pensé que el pueblo se iba a quemar y que se iban a perder los recuerdos de los veranos allí”, confesaba a EFE. “Ahora estoy más tranquilo porque estoy con mis amigos. El año que viene, en las fiestas, ya tendremos peña”.

Con el paso de las horas el ambiente en el polideportivo de Saldaña ha ido cambiando. Ayer reinaba la angustia, hoy la calma. “Cuando llegamos, lo que más me impresionó fue la gente llorando, abrazándose, pensando que lo habían perdido todo”, cuenta Leire, una de las voluntarias llegadas de Barrios de la Vega. “Hoy el humor es distinto. Están más calmados”.

Jorge, otro de los voluntarios, enumera el trabajo de estas horas: “Organizamos las camas, servimos cenas y desayunos, recogimos un listado de gente con alergias para la comida de hoy. Lo preparamos todo en tiempo récord. También vecinos de Saldaña han abierto sus casas o cedido pisos. La solidaridad ha sido impresionante”.

Uno de los primeros en poner en marcha la maquinaria fue el alcalde de Saldaña, Adolfo Palacios.

Apenas recibió la llamada de alerta, movilizó al personal del Ayuntamiento para preparar el pabellón. “Un domingo, con todo cerrado, hubo que acondicionar el espacio en cuestión de horas. Cruz Roja montó las camas, nosotros preparamos comedor y zonas de descanso, y hasta conseguimos un generador por si fallaba la luz. Ha sido un esfuerzo contrarreloj”, ha explicado.

El resultado fue un dispositivo que, pese a la premura, permitió acoger a los desplazados. “La gente de Saldaña se ha volcado. Muchos vecinos han abierto sus casas para alojar a familias enteras o a personas mayores. Otros han ofrecido hoteles y pisos vacíos. Ha sido impresionante la respuesta”.

“Hemos instalado 112 camas, aunque finalmente pasaron la noche 60 personas. Les damos kits de higiene, mantas, medicación si lo necesitan y un espacio para descansar. Muchos llegaron con lo puesto, sin tiempo de coger una maleta”, ha añadido la responsable de Cruz Roja, Alhena Pérez.

Para quienes lo vivieron, la experiencia quedará grabada. “Ves las caras de preocupación, la impotencia, el miedo, pero también la respuesta de un pueblo entero”, resume Palacios.

Con el paso de las horas, los evacuados esperan noticias que les permitan regresar cuanto antes a sus casas. Y entre tanto, el polideportivo de Saldaña sigue siendo un refugio de humanidad en medio de la catástrofe.EFE

aaf/grg/icn

(foto)

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