De online a on-chain: el salto que puede multiplicar tu patrimonio

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En apariencia, el sistema financiero parece totalmente integrado a la era digital. Tenemos transferencias desde el celular, acceso a cuentas en cualquier momento, operaciones de inversión en línea y billeteras virtuales que simplifican los pagos. Sin embargo, detrás de esa capa de modernidad, todavía opera una estructura que conserva procesos y reglas propias del siglo pasado. Todos sabemos que hoy en día podemos mandar un mensaje a la otra punta del mundo en un segundo, pero una transferencia internacional puede demorar días. Enviar dinero al extranjero puede transformarse en una secuencia larga de gestiones, autorizaciones y llamadas para destrabar funciones. Los pagos internacionales suelen pasar por varias entidades intermedias, cada una cobrando su comisión, mientras el tipo de cambio se ajusta en cada tramo, casi siempre en desventaja para el usuario. A esto se suma que los mercados tradicionales permanecen inactivos durante noches, fines de semana y feriados, lo que interrumpe cualquier operación hasta que vuelven a abrir. Esa fricción no solo encarece la experiencia, también mantiene atrapado el dinero en un sistema que rinde más para los intermediarios que para quienes lo usan. La tecnología blockchain plantea una alternativa con procesos más rápidos y simples. Permite transferencias que cruzan fronteras en segundos, con costos muy bajos, sin depender de autorizaciones previas y con registros visibles para todas las partes. Esto habilita un sistema financiero que podría funcionar de forma continua, sin pausas, y con la misma rapidez con la que se mueve la economía actual. En la columna de hoy presentaremos el mundo financiero que se viene y los argumentos por los cuáles creemos que será muy conveniente estar atento a ello.¡Comencemos!

Ejemplo práctico: la odisea hoy de pagar un hotel en Brasil

Para un argentino, pagar un hotel en Brasil todavía implica superar una serie de pasos que consumen tiempo y paciencia. Si se elige la tarjeta de crédito, primero hay que transferir dólares antes del cierre para evitar el recargo del llamado “dólar tarjeta”, que siempre es más alto que el tipo de cambio oficial. La tarjeta, además, debe estar habilitada para operaciones internacionales, con límites actualizados y sin bloqueos temporales. Ese proceso suele incluir llamados al banco, esperas para recibir autorizaciones que pueden tardar hasta 72 horas, contestar preguntas de validación de identidad y, en muchos casos, repetir la gestión porque algo no quedó resuelto. El resultado es previsible: horas invertidas por el viajero, cargos extra que impactan en la tarifa final y un gasto de recursos humanos para el banco que debe gestionar cada paso. La blockchain elimina gran parte de esos obstáculos. Con una stablecoin o una criptomoneda, el pago se realiza directamente a la billetera del hotel en cuestión de segundos, con costos que no dependen de un porcentaje del monto sino que pueden ser de apenas unos centavos. No es necesario contactar al banco, ajustar límites ni esperar habilitaciones. Basta con enviar el importe y la transacción queda confirmada. Rápido, eficiente y barato. Un trinomio irresistible que convierte el cambio de online a onchain en un fenómeno imparable.

De online a onchain: qué implica el cambio

El mercado financiero más desarrollado del mundo, el de Estados Unidos, ha empezado a mover fichas. Desde la gestión de Donald Trump, el gobierno viene impulsando regulaciones para modernizar la infraestructura, acelerar la tokenización y llevar parte del sistema financiero a una modalidad “on-chain”. La SEC (Comision Nacional de Valores de EEUU) lanzó Project Crypto, una iniciativa para integrar blockchain con las finanzas tradicionales, impulsando valores tokenizados y plataformas que unifiquen trading, préstamos y pagos bajo un solo marco regulatorio. Desde el Ejecutivo, el Grupo de Trabajo Presidencial sobre Activos Digitales presentó un plan para coordinar políticas en stablecoins, DeFi y ciberseguridad, mientras que el Congreso aprobó la Ley GENIUS, que regula las stablecoins con licencias federales, respaldo total y auditorías estrictas. En paralelo, la Reserva Federal de Nueva York avanza con el Proyecto RLN, un piloto que tokeniza pasivos bancarios y del propio banco central para operar 24/7, y la Crypto Task Force de la SEC organiza foros públicos para definir cómo trasladar activos del mundo tradicional a la cadena de bloques. Todo apunta a que, al menos en el plano institucional, la transición de la carroza al Fórmula 1 ya está en marcha. El objetivo es claro: tokenizar la mayoría de los activos financieros y permitir su custodia directa en billeteras digitales personales. Con este cambio, cualquier persona podría operar sus activos sin depender de horarios de apertura o cierre. Los mercados funcionarían de manera continua, 24 horas al día, todos los días del año. Transferir dinero sería más rápido, barato y eficiente, y la trazabilidad de las operaciones estaría garantizada. Pasar de “online” a “onchain” no es solo una actualización tecnológica; es un cambio estructural que resuelve muchas de las limitaciones que hoy siguen frenando la agilidad del sistema financiero global.

Conclusión

La historia económica muestra numerosos casos en los que la tecnología no solo aceleró procesos, sino que modificó las reglas del sistema. La blockchain y la tokenización parecen estar cerca de convertirse en uno de esos momentos decisivos. La cuestión ya no es si esta transformación ocurrirá, sino cuándo y con qué rapidez reemplazará las estructuras actuales. Este tipo de cambios produce una transferencia significativa de valor: desde quienes permanecen atados a los métodos tradicionales hacia quienes adoptan primero las nuevas herramientas. Reconocerlo y actuar a tiempo puede marcar la diferencia entre quedar relegado frente al avance o aprovechar las oportunidades antes que la mayoría. La seguimos la semana próxima con más material de finanzas personales e inversiones.

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