BERLÍN.- Las promesas del presidente Donald Trump de involucrar a Estados Unidos para garantizar la seguridad de Ucrania en caso de llegarse a un acuerdo de paz con Rusia complació mucho a los líderes ucranianos y europeos.
Al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, se lo vio muy entusiasmado por el compromiso público que hizo Trump el lunes en una cumbre en la Casa Blanca de dar algún tipo de garantía de seguridad, una promesa que los europeos buscaban ansiosamente. Rutte lo calificó de “gran avance”.
Sin embargo, aún no hay certezas de los alcances o implicancias de esas garantías. Los funcionarios norteamericanos prometieron mayor claridad durante las próximas semanas, cuando los planificadores del Ministerio de Defensa de Estados Unidos tengan que lidiar con las dificultades y complicaciones de convertir una promesa general en una opción realista.
Trump aseguró que los países europeos serían “la primera línea de defensa” para garantizar la seguridad de Ucrania, pero que Washington “los ayudará y participará”, y más tarde agregó: “Las naciones europeas asumirán gran parte de la carga. Nosotros los vamos a ayudar y haremos que sea seguro de verdad”.
No explicó cómo.
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, hablaron de una garantía “al estilo del Artículo 5” pero al margen de la propia OTAN, aunque basado en el mismo principio establecido en la carta fundacional de la alianza atlántica: el ataque contra un miembro será considerado un ataque contra todos.
Sin embargo, es difícil imaginar que la propia OTAN no quede inmediatamente involucrada si alguno de sus Estados miembros que tenga tropas apostadas en Ucrania entra en una guerra abierta con Rusia.
Tampoco hay ninguna seguridad de que Rusia cambie su postura y acepte que haya tropas de países de la OTAN estacionadas en Ucrania bajo una especie de garantía de facto respaldada por la OTAN. Muchos analistas, como John Mearsheimer, de la Universidad de Chicago, creen que los esfuerzos de Rusia por controlar Ucrania se derivan de su deseo declarado de frenar la ampliación de la OTAN a países a los que Moscú considera parte de su esfera de influencia, especialmente los que formaron parte de la Unión Soviética.
Considerándolo desde esa perspectiva, Moscú invadió Ucrania para bloquear la expansión de la OTAN y asegurarse de que el país no se integrara a la alianza. Así que la idea de que Rusia acepte que haya tropas de países de la OTAN estacionadas en Ucrania después de librar una larga guerra para evitar precisamente eso es, en el mejor de los casos, complicada.
“Nuestro objetivo es asegurarnos de establecer garantías de seguridad junto con Estados Unidos”, declaró el lunes por la noche el presidente finlandés, Alexander Stubb. “Creo que la visión de Rusia sobre las garantías de seguridad es bastante diferente a la nuestra”.
Las autoridades rusas ya habían rechazado la idea incluso antes de la reunión del lunes. Maria Zakharova, vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, declaró que Rusia “rechaza categóricamente cualquier escenario que contemple la aparición en Ucrania de un contingente militar del que participen países de la OTAN”.
Algunos funcionarios y analistas europeos consideran que la nueva promesa de garantías de seguridad de Trump es una forma de convencer al presidente ucraniano Volodimir Zelensky de que acepte las exigencias rusas de ceder el resto de la región oriental de Donetsk que no está ocupada por fuerzas rusas, para así frenar una guerra que lentamente Rusia está ganando. Ese argumento deja entrever que lo que importa es que siga existiendo una Ucrania soberana y con su futuro asegurado, por más que Rusia se quede con el 20% o más del territorio ucraniano que ha ocupado a partir de 2014.
Según el canciller alemán Friedrich Merz, en la reunión del lunes con líderes europeos la cuestión territorial ni siquiera se abordó. Los europeos se sintieron aliviados, pero el problema no ha desaparecido y subyace a lo que podría ser parte de un acuerdo final. El territorio que el Kremlin pretende quedarse solo en la región de Donetsk es considerablemente mayor que el total que Rusia logró apropiarse desde noviembre de 2022 y pagando un alto costo en vidas humanas. Por lo tanto, para Moscú sería un gran regalo, y para Zelensky, que rechaza la idea de plano, un enorme sacrificio.
Por el contrario, la atención en la Casa Blanca se centró en el tema de las garantías de seguridad. El domingo, Zelensky había advertido sobre la falta de detalles y enfatizó que todavía no había una propuesta sobre la mesa. “Necesitamos que esas garantías de seguridad funcionen en la práctica”, dijo el mandatario ucraniano.
Se ha avanzado un poco en lo que sería una garantía de seguridad bajo el mando de “una coalición de voluntarios” liderada por el primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente francés, Emmanuel Macron. La coordinación desde el lado de Estados Unidos le fue encomendada al secretario de Estado, Marco Rubio. Sin embargo, Francia, Gran Bretaña y la pequeña Estonia son los únicos países que se han manifestado dispuestos a desplegar tropas en una Ucrania de posguerra.
Alemania tiene sus dudas y los principales Estados situados en la primera línea de defensa, como Polonia, se han negado a participar. Los polacos desconfían de Rusia y han declarado que prefieren mantener sus tropas en casa, para su propia defensa, y donde realmente están protegidos por el Artículo 5 de la OTAN, en vez de quedar expuestos a incidentes o accidentes que Rusia podría utilizar para debilitar o dividir a las fuerzas de paz.
Una posible solución podría ser el despliegue en Ucrania de entre 15.000 y 20.000 soldados europeos, señala Camille Grand, exsecretario general adjunto de la OTAN, que ha estudiado las opciones que existen para esas garantías de seguridad. Las tropas estarían estacionadas lejos del frente, en apoyo del ejército ucraniano, que a esta altura ya es el más numeroso y experimentado de Europa y cuenta con unos 900.000 efectivos armados.
En ese escenario, los europeos funcionarían como una “fuerza de seguridad”. Otros países, o incluso las Naciones Unidas, podrían proporcionar observadores independientes y desarmados en primera línea de frente, con la ayuda de satélites y drones.
A Estados Unidos se le solicitaría que aporte inteligencia operativa, incluyendo cobertura satelital e información sobre las intenciones o movimientos de tropas rusos, y quizás también que entrene a las fuerzas ucranianas, pero sin tropas sobre el terreno. Sin embargo, “si la situación se complica”, dice Grand, actual analista del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, “sería bueno que haya un compromiso público de que estadounidenses no quedará de brazos cruzados”.
Idealmente, esto incluiría la promesa de utilizar el poderío aéreo y los recursos navales norteamericanos.
Los europeos también quieren mantener la presencia de tropas de Estados Unidos en el flanco oriental de la OTAN, especialmente si tiene que desplegar sus tropas adentro de Ucrania, lo que podría debilitar la propia capacidad de disuasión de la OTAN. La fuerza de reservistas europeos es pequeña, así que el despliegue de parte de ellos en Ucrania debilitaría la posición defensiva de la OTAN.
Según Grand, lo ideal sería que Rutte y el nuevo comandante supremo de la OTAN y Estados Unidos en Europa, el general Alexus G. Grynkewich, se encargaran de ayudar con la planificación, porque la OTAN tiene experiencia en la coordinación de fuerzas y activos de diferentes países, como lo ha hecho en conflictos anteriores fuera de la alianza atlántica, como en Libia.
“Y no hay necesidad de negociar nada de eso con Putin, al que se le puede informar, pero sin darle derecho a veto”, apunta Grand, y agrega que la reticencia o la buena disposición de Moscú a aceptar tales garantías “pondrá a prueba su buena fe en este proceso”.
De todos modos, lo que más le preocupa a Grand “es si algún europeo está dispuesto a hacer algo”.
El primer ministro Starmer hizo algunas promesas vagas, pero el ejército británico es pequeño y comprometerse con Ucrania es arriesgado, costoso y no tiene fecha de vencimiento.
Macron, por su lado, salió de la reunión con moderado optimismo: dijo que las garantías de seguridad deben venir acompañadas de un acuerdo de paz, y aseguró que Putin quiere seguir con la guerra. Con tantos detalles sin resolver, era evidente que el acuerdo para poner fin a la guerra sigue siendo remoto. “¿Si creo que Putin quiere la paz? La respuesta es que no”, apunto el mandatario francés. “Esto está lejos de terminar”.
Traducción de Jaime Arrambide