Mar profundo: es bióloga, descubrió una especie nueva de coral y fue parte de la expedición al Cañón Submarino Mar del Plata

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Después de una semana en tierra, Jessica Ayelén Risaro tiene el movimiento del barco en la memoria de su cuerpo. Ya se puso al servicio de una nueva expedición que la tendrá durante quince días otra vez en el mar. Como parte de la misión en el Cañón Submarino Mar del Plata, la bióloga pudo observar y estudiar en vivo a las fantásticas criaturas que habitan sus profundidades. La repercusión de lo que protagonizó el grupo GEMPA, con apoyo del CONICET y en convenio con el Schmidt Ocean Institute, fue una sorpresa para miles de personas que siguieron en vivo sus transmisiones en streaming. Para ella fue un sueño cumplido.

Entre corales y medusas: coloridas, diversas y misteriosas

Detrás de la expedición del buque oceanográfico Falkor (too), en el Atlántico sur, y a 300 kilómetros de la costa de la ciudad de Mar del Plata, hubo veinticinco científicos y científicas que dedicaron día y noche a la investigación, con jornadas de doce horas —y más—, durante veintiún días. La pasión, por lo general, le gana al sueño y de eso Jéssica sabe bastante. 31 años, pelo enrulado y estampa de deportista, cuenta que estudió biología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y ahora está realizando su tesis de doctorado, especializada en corales y medusas.

Nació en Pomona, un pueblito conocido como “el jardín de la provincia de Río Negro”, de alrededor de 1100 habitantes, según los últimos registros de 2022. Sus padres de Buenos Aires eligieron la tranquilidad del Valle Medio para establecerse y formar una familia. Productor rural él, enfermera ella, criaron a sus hijos lejos de los ruidos de la ciudad, en una región de plantas frutales, muy cerca del río que bordea las orillas del balneario municipal.

Jessica Risaro busca difundir la ciencia

De chica, pensaba en ser veterinaria. “Siempre me gustaron los animales, ver documentales de Discovery Channel y ese estilo”. Ya por entonces le llamaban la atención “las cosas coloridas, diversas y misteriosas”, que eran los arrecifes de coral. Cambió de dirección y de carrera: a los dieciocho años, apenas egresó del colegio, decidió hacer el camino inverso al de sus padres para estudiar Ciencias Biológicas.

Con el paisaje cotidiano de Ciudad Universitaria, en 2012 empezó a experimentar lo que significaba el contacto con la vida microscópica. A la hora de elegir y fiel a sus deseos, se inclinó por estudiar sus animales favoritos. “Creo que me salió bien”, asegura. Su especialización la llevó a conocer un universo inesperado.

Jessica Risaro a bordo del Falkor (too)

Un hallazgo importante

En 2017 ingresó en el laboratorio del Museo de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” de Parque Centenario. Dos años después, y en plena pandemia, mientras hacía su tesina de licenciatura se topó con algo nuevo. Estaba reconociendo los caracteres importantes de cada uno de los organismos —lo que se denomina trabajo taxonómico— con su director, Daniel Lauretta. Entonces se dieron cuenta de que había un par de ejemplares que no encajaban en las especies ya conocidas. “Me propuso hacer la descripción, y nos enfocamos en eso”. Así descubrieron una especie de coral de aguas profundas. Y en homenaje a su pueblo, el coral se llamó umbellula pomona.

“Estos organismos son coloniales, están formados por un eje, que es lo que le da forma de pluma. En la parte más distante de la colonia se forma una suerte de grupo, como un racimo o un manojo de flores. Se caracterizan por tener lo que se llama pólipos de alimentación”. Los pennatuláceos conocidos como plumas de mar, se encuentran a más de 200 metros de profundidad.

Aspecto general de Umbellula Pomona (https://www.researchgate.net/)

Asesorados por un reconocido especialista norteamericano, Gary C Williams, de la Academia de Ciencias de San Francisco, realizaron la descripción del organismo hallado en el Cañón de Mar del Plata y generaron una nueva publicación científica. La noticia global, por supuesto, llegó a Río Negro y constituyó un motivo de orgullo provincial. El descubrimiento fue declarado por la Legislatura, “de interés científico, educativo y cultural”.

Jessica en pleno trabajo

Cinco años después, se continúa analizando. “Es un grupo muy complejo. Por cómo se agrupan y cómo se distribuyen a lo largo de la colonia, es que vamos diferenciando los distintos géneros y especies”.

Un viaje, una experiencia para no olvidar

El Grupo de Estudios del Mar Profundo de Argentina (GEMPA), desde 2012 realiza campañas científicas embarcadas, pero esta fue la primera vez que lograron estudiar la biodiversidad en tiempo real, en profundidades cercanas a los 4 mil metros. La calidad de imagen de ultra definición, gracias a las cámaras 4K del robot submarino ROV SuBastian, fue clave para acercar conocimiento al público por medio de la divulgación. Hubo lenguaje técnico, pero también accesible, chistes nerds y guiños a los comentarios del público, que popularizaron a “la estrella culona”, el pulpo “Dumbo”, o el pepino de mar, “Batatita”. Pero, por sobre todas las cosas, hubo pasión típicamente argentina, y una autenticidad que generó una conexión inmediata con chicos y grandes. En uno de los videos que realizó el instituto de origen norteamericano, se puede ver a Jessica sonriente y en su hábitat, tomar entre sus manos una muestra colectada por los brazos del robot.

El mismo director de su tesis de doctorado, Daniel Lauretta, fue el jefe científico de la campaña “Talud Continental IV” y el encargado de presentar el proyecto ante Schmidt Ocean Institute para acceder al financiamiento de la campaña en el barco. Ella no dudó cuando le ofrecieron subirse como parte del equipo, era una oportunidad extraordinaria para seguir trabajando con los corales blandos.

En plena expedición, Jessica Risaro y sus compañeros

“Cada uno de nosotros se especializa en un grupo diferente, así pudimos ver bien cuál era la diversidad de los lugares que fuimos recorriendo. Yo encontré particularmente varios organismos que en principio me resultan novedosos porque es la primera vez que los veo en vida”. Lo más novedoso fue ver cómo viven y cómo se relacionan con el entorno. “Fue una experiencia muy enriquecedora para todos”.

Jessica cuenta que ya se conocían entre ellos, eso facilitó la convivencia entre científicos de diferentes instituciones y regiones. “Era como trabajar con amigos. Y dormíamos muy poco, tratábamos de descansar lo mínimo indispensable porque queríamos ver cada segundo de la filmación. Fue una experiencia agotadora, pero a la vez única”. Cuando llegaban las muestras al barco, todos querían estar ahí para recibirlas y almacenarlas de la mejor manera posible.

Uno de sus compañeros de expedición, Martín Brogger, a quién vimos por los medios durante la expedición, cuenta que antes, no habían coincidido demasiado, ya que él trabaja en el Instituto de Biología de Organismos Marinos (IBIOMAR), en Puerto Madryn. Pero en esta expedición les tocó compartir el mismo grupo de trabajo y quedó impresionado por su profesionalismo y la buena energía que transmite en el trabajo en equipo. “También la vi muy cómoda y segura en las dos conexiones que hizo con escuelas (Ship-to-Shore), donde mostró una enorme calidez y una naturalidad especial para comunicarse con los estudiantes. Creo que tiene una mezcla muy linda de rigor científico y vocación docente, algo que no siempre se encuentra. Para mí fue un placer compartir estos días con ella, y estoy convencido de que tiene un futuro enorme en la ciencia”.

El vínculo no fue solo con sus compañeros, también estaban los tripulantes del buque Falkor (too). Se comunicaban con ellos en inglés pero se podía ver en las transmisiones, que algunos ganaban confianza y hasta bromeaban en español. “Todo el tiempo la gente del buque estuvo disponible para ayudarnos con cualquier cosa que nos surgiera. La verdad es que la convivencia fue excelente, es muy raro poder decir eso con un grupo de tanta gente, tantos días, ¿no?”.

Un futuro lleno de investigación

La expedición Talud Continental IV cerró el 10 de agosto con un cartel de ¡Gracias por el apoyo! que emocionó a muchos. Ahora se inicia la etapa de investigación. Si en las campañas anteriores a bordo del Buque Oceanográfico Puerto Deseado, con redes de arrastre, se registraron más de sesenta nuevas especies —con sus respectivas publicaciones científicas—, las proyecciones son aún más optimistas. En esta oportunidad hubo unas cuarenta especies que se consideran nuevas, y doscientas valiosas horas de grabación que servirán para continuar el estudio de las aguas profundas.

Las muestras ya fueron trasladadas al Museo Argentino de Ciencias Naturales. “Ahora viene toda la parte de ordenarlas, clasificarlas y almacenarlas de la manera correcta. Porque no es lo mismo como uno las conserva de manera provisoria en el barco a cómo se almacenan a largo plazo”. A eso se le llama “proceso de depurado”, explica Jessica. Recién entonces se comienza el análisis, según la forma y las características morfológicas.

Además de estudiar la morfología, genética y biogeografía de plumas de mar del Atlántico Sur, Jessica también trabaja con caracteres y análisis moleculares, y caracteres reproductivos. “Cada uno de estos lleva bastante tiempo y, bueno, hacer toda una descripción detallada lleva años”.

Jessica y el ROV SuBastian

Rumbo a Uruguay

Antes de su regreso al museo, se unirá a otra campaña, la de Uruguay, que tendrá un mes de duración. Jessica estará los primeros quince días. “Después me van a reemplazar otros investigadores que también participaron en nuestra campaña”. Tanta dedicación es compensada. “Trato de equilibrar un poco, los fines de semana o algún feriado, me enfoco en mi familia y amigos, pero la verdad es que ellos están acostumbrados a verme trabajar tanto ahora como en el momento de mi carrera, que llevaba mucho tiempo”.

En el mundo científico, los viajes son una posibilidad latente. “Siempre estamos haciendo colaboraciones con gente del país y del exterior, entonces tratamos de buscar algún financiamiento externo internacional que nos permita viajar, conocer otros museos, otros especialistas, para poder enriquecernos”.

Al mismo tiempo, la bióloga desea quedarse en el país y hacer su aporte a la ciencia local. “Dependemos de que se abran becas doctorales, posdoctorales y, luego, la entrada a la carrera”. Por el momento cuenta que tiene asegurado su puesto de trabajo y espera continuar en el futuro. El apoyo demostrado y el interés que despertó la ciencia, con casi dieciocho millones de visualizaciones en las plataformas de streaming, y miles de comentarios positivos, ilusiona a los científicos por su impacto en la sociedad.

Jessica no puede evitar un agradecimiento especial: “Trabajo con Daniel Lauretta desde el 2017, él creyó en mí para, primero, aceptar trabajar conmigo. Y después, bueno, la confianza de siempre, de apoyar los proyectos que estamos haciendo juntos. También a mis compañeros del museo y de GEMPA, que hicieron posible un trabajo tan bueno y tan divertido a la vez”.

Jessica, un día feliz, ya egresada

Una de las publicaciones del GEMPA en Instagram sobre el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, tiene la palabra de las mujeres de la expedición. Jessica eligió compartir una frase del recordado astrónomo Carl Sagan: “En algún lugar, algo increíble está esperando a ser descubierto.”

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