LAUCA Ñ, Cochabamba.- Hace apenas seis años caminaba por los salones del Palacio de Gobierno de La Paz, siempre custodiado por la elegante escolta presidencial, conocida como los “Colorados”, que visten chaqueta y kepi rojo, adornado con un delicado plumón con los colores de la bandera de Bolivia.
Hoy, para llegar al expresidente Evo Morales (2006-2019) en este pueblo de Lauca Ñ (“Lugar de pescados”, en idioma yurakaré), en el monte del Trópico de Cochabamba, hay que atravesar al menos dos retenes de control formado por campesinos y campesinas, que usan sombrero de paja, revisan a cada persona y vehículo que se acerca a lo que ellos llaman “Estado Mayor del Pueblo”, y tienen como “armas” unos palos largos de madera que ostentan habitualmente en sus marchas.
“¿Quiénes vienen a bordo?“, interrogó una campesina del retén al chofer de la camioneta de partidarios de Evo que trasladó a LA NACION y otros reporteros los dos kilómetros que separan Lauca Ñ de Shinahota -otra pequeña ciudad cercana-. “Periodistas internacionales”, respondió el chofer, a lo que la campesina dio el visto bueno para el ingreso a la zona bajo su control.
Ya en el salón donde se realizó la entrevista, el expresidente Evo Morales explicó a LA NACION que el establecimiento de esos retenes no fue una decisión suya sino una medida de seguridad de los dirigentes de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba, que representa a los productores agrarios y cocaleros de la región.
“Lo decidieron ellos después del intento de asesinato contra mi persona ocurrido muy cerca de aquí el 27 de octubre del año pasado, justo un día después de mi cumpleaños 65″, comentó. “Me dispararon por lo menos tres balazos a la camioneta, pum, pum, pum”, agregó.
Convertida en su fortaleza con sus propias “fuerzas de seguridad”, que no controla el Estado, Morales está refugiado en esta localidad de Lauca Ñ, de donde únicamente sale para algún acto político en las cercanías, o para votar el pasado domingo, mientras se encuentra en calidad de prófugo de la Justicia.
En diciembre del año pasado, la fiscal departamental de Tarija dictó una orden de arresto por “trata de personas agravado” contra el exmandatario por un caso ocurrido en 2015 cuando estaba en el gobierno, con una menor con quien presuntamente tuvo una hija.
Morales fue imputado junto con los padres de la presunta víctima, Idelsa Pozo Saavedra y Emeterio Vargas Mamani.
Según la fiscal, los padres de la menor tenían “el único propósito de escalar políticamente y obtener beneficios… a cambio de entregar a su hija menor de edad”.
Hasta ahora el gobierno del presidente Luis Arce se abstuvo de ir a detenerlo para evitar un choque con los seguidores. Y la cuestión del eventual arresto de Morales es uno de los conflictos que heredará el próximo gobierno.
En la entrevista con LA NACION, el expresidente no esquivó el caso y explicó por qué no se entrega a la Justicia.
Pero se mostró mucho más interesado en hablar de cuestiones políticas y celebrar como un “éxito del pueblo” el 19,2 % de respaldo que tuvo este domingo su consigna de anular el voto, una iniciativa que, según el conteo rápido, se ubica como la tercera más popular, detrás del amplio respaldo que obtuvo el candidato Demócrata Cristiano, Rodrigo Paz Pereira, que alcanzó el 32,14 %, y el expresidente y candidato de Alianza Libre, Jorge “Tuto” Quiroga, con el 26,81% . Los dos irán a un balotaje el 19 de octubre.
Como el voto nulo no es tenido en cuenta a la hora de los cómputos, el porcentaje que obtuvieron todos los candidatos es en realidad bastante menor. Pero 1.246.836 millones de personas anularon su voto, como pidió Morales, lo que lo ubica algunos miles de votos por debajo del respaldo que recibió Quiroga, 1.356.370 millones.
De todas maneras, durante toda la entrevista, Morales sostuvo que finalmente el voto nulo quedará en “el segundo lugar”.
El apoyo a su iniciativa de anular el voto fue la segunda gran sorpresa de esta elección, junto al inesperado triunfo del “tapado” Paz Pereira, al que ninguna encuesta dio como ganador.
Envalentonado por este apoyo, Morales advirtió a LA NACION: “Si el próximo gobierno se atreve a tocar los cambios sociales que hicimos durante mi gobierno con el MAS, vamos a organizar la resistencia civil”.
Esa misma ambición de perpetuarse como figura central de la política boliviana fue la que determinó su auge y caída en estos veinte años. En 2006 se convirtió en el primer presidente indígena, con el 54% de los votos. Revalidó ese mandato con el 64% de apoyo en 2009 -el mismo año en que reformó la Constitución para crear un Estado Plurinacional-, y nuevamente obtuvo el 61% en 2014.
Cuando su figura comenzó a decaer con las primeras señales de la crisis económica, y aunque en 2016 un referéndum rechazó su posibilidad de la reelección, volvió a buscar ser candidato en 2019, en unos comicios que terminaron siendo anulados por las denuncias de fraude. Y la crisis política determinó su salida y exilio.
Ahora que su antiguo partido, el MAS, quedó fragmentado en varias agrupaciones de “traidores” -según Morales- que obtuvieron un respaldo mínimo este domingo, el 19% de apoyo a la consigna de voto nulo vuelve a dar esperanzas a su histórica ambición de poder.
Llegar a Lauca Ñ
Llegar hasta Lauca Ñ no es tarea fácil. Desde Cochabamba -la cuarta ciudad más poblada del país, con 900.000 habitantes- son casi cuatro horas de un camino de montaña en muy mal estado, con sectores donde la ruta se ha desmoronado hacia el vacío.
Luego de cruzar esa fría Cordillera del Tunari, con alturas que superan los 5000 metros, donde las nubes quedan por debajo del camino, en la última hora de viaje se llega a la calurosa zona del Trópico, un lugar mas plano y selvático, con pequeños pueblos esparcidos a lo largo de la ruta 4.
El camino oficial de las trafic que hacen ese recorrido desde Cochabamba concluye en la pequeña localidad de Shinahota, de 29.000 habitantes. Los lugareños recorren los dos kilómetros que la separan de Lauca Ñ en “mototaxi”, unas extrañas motos que tienen una sombrilla que protege del calor la zona al conductor, y que se extiende en un volado plástico hacia atrás para dar sombra también a los pasajeros.
Pero esta vez, para la entrevista, la guardia oficial que custodia a Evo prefirió fijar un punto de encuentro con la prensa en Shinahota, y hacer luego el traslado en camioneta a Lauca Ñ para agilizar así el paso a través los retenes.
Ya dentro del predio custodiado por los campesinos, LA NACION fue recibida por Ramiro García, director de la Radio Kawsachun Coca (en quechua “Que viva la coca”). La emisora fue creada en 2006, el mismo día que Morales cumplió 47 años, y es la radio oficial del evismo, con un amplio alcance por FM en toda la región y por streaming en La Paz.
García explicó que la mayoría de los campesinos del lugar pertenecen a la comunidad yuki y yurakaré, y su actividad principal es el comercio y el cultivo de coca, banana y piña. De hecho, a dos cuadras del lugar se podía ver un “secadero de coca”, un gran terreno en el que sobre un plástico azul había esparcidas hojas de coca secándose al sol durante varios días. El organismo de la ONU contra el narcotráfico sostiene que la mayor parte de la coca de la región del Chapare “no pasa por el mercado legal”, destinado a la fabricación de té de coca, medicinas y coca para masticar (acullicu). Aunque esa información es desmentida por los campesinos de la región.
Despacho “presidencial”
La asistente de Morales hace aguardar unos minutos a LA NACION en el despacho “del presidente” -como lo llaman sus seguidores-. Es un salón con un elegante escritorio de madera sobre el que se apilan recortes y fotocopias de información que Morales mostrará durante la entrevista. Detrás del escritorio está la bandera de Bolivia y también la colorida wiphala, de los pueblos originarios.
Justo frente a ese escritorio hay una gran fotografía del exmandatario con los atributos presidenciales.
Morales aparece rápidamente por una puerta del costado, vestido con una chomba a rayas y se muestra muy relajado durante toda la conversación. “En octubre cumplo 66 años pero sigo teniendo el pelo negro. No tengo canas porque me las quitan”, explicó, distendido, haciendo un gesto como de depilación.
-¿Por qué cree que tuvo tanto apoyo su consigna de anular el voto? Históricamente el voto nulo siempre rondó el 3 % y ahora llegó al 19 %
-Esta fue una elección sin el pueblo, una democracia sin la Bolivia profunda, sin el elemento indígena, sin el movimiento político más grande de la historia de Bolivia. Aquí le muestro una foto de la marcha del 16 de mayo de este año para inscribir mi candidatura presidencial, la última marcha de nuestro movimiento político. Según la herramienta MapChecking, ese día hubo 3,6 millones de asistentes [los medios bolivianos cifraron la cantidad de asistentes en “unos miles de personas”]. Entonces, si miramos que el padrón tiene siete millones de votantes, podemos entender que muchos de esos 3,6 millones anularon su voto, otros votaron en blanco y también algunos fueron para la fórmula Rodrigo Paz-Edman Lara.
-¿A qué atribuye el amplio respaldo que obtuvo Rodrigo Paz?
-La gente dijo “No” a la traición y a la corrupción, a la derecha vieja y a la nueva nueva derecha. Pero yo creo que ganó por Lara [un expolicía que fue dado de baja de la fuerza en agosto del año pasado luego de denunciar hechos de corrupción]. Paz, perdón que le diga, pero lleva encima muchos actos de corrupción en Tarija. ¿No le llama la atención que en ese lugar donde fue alcalde, Paz quedó en tercer lugar detrás de Samuel Doria Medina y Quiroga? Entonces, los que lo conocen, lo conocen muy bien. Por eso creo que la clave de la victoria es la presencia de Lara. Esa fórmula nos quitó a nosotros un mínimo del 10% a la consigna de anular el voto.
-¿Y cómo ve ahora el futuro del MAS, que fue históricamente su partido y esta vez representó al oficialismo de Luis Arce, a través del exministro de Gobierno, Eduardo del Castillo?
-La sigla del MAS está muerta. Ahora lo que viene es el frente de movimiento político “Evo Pueblo”. Por ahora solo sacamos el 20 %. Si Evo hubiera sido candidato [habla de sí mismo en tercera persona], estoy seguro de que ganábamos por el 60%. Porque la gente recuerda muy bien que en mis 14 años de gobierno había movimiento económico, no faltaba combustible, sobraban dólares, el precio de la comida no subía, y había crédito con cero por ciento de interés para los pequeños productores.
-El próximo gobierno va a heredar una profunda crisis económica, ¿qué cree que puede pasar con la conflictividad social?
-Si no tocan los grandes avances sociales que hubo durante mi gobierno, y los bonos de ayuda, creo que van a poder superar bien la crisis. Pero si se atreven a tocar esos cambios sociales vamos a organizar la resistencia civil.
-Y en cuanto a su causa judicial ¿Qué hará si el próximo gobierno ordena finalmente su detención?
-No lo sé. Pero no me voy a escapar a Cuba, como andan diciendo por ahí. Además esto es una clara persecución política. Esa chica, la supuesta denunciante que ahora tiene más de 20 años, no ha presentado ningún cargo. Es más, ella hizo una declaración ante el tribunal en la que dice que no fue víctima ni de trata ni de estupro. Entonces, si no hay víctima, no hay delito.
-Seguramente sus antiguos aliados, Lula da Silva en Brasil y Cristina Kirchner en la Argentina, también consideraron que su procesamiento era injusto, pero se entregaron a la Justicia y terminaron presos. ¿Por qué usted no se entrega como ellos?
-Porque yo no tengo garantías para mi seguridad física. Recuerde, por ejemplo, el atentado que hubo contra mi vida de octubre pasado. Además, en Tarija, adonde supuestamente me tenía que entregar, había 600 oficiales armados esperándome. ¿Le parece que tengo garantizada mi seguridad en ese contexto?
-Yendo a la situación política de la región de América Latina ¿cómo ve el avance de la derecha y lo que fue a comienzos de siglo el “socialismo del siglo XXI”?
-Aquello fue un gran momento, con Chávez en Venezuela, Lula en Brasil, los Kirchner en la Argentina. A mi no me preocupa tanto la situación actual. Lo veo como un movimiento de oscilación, cuando la gente se dé cuenta de que la derecha no soluciona sus problemas, va a volver a dar su apoyo a la izquierda. Mire lo que pasa en la Argentina con Javier Milei. Hace poco recibí la visita de unos parlamentarios de la Unasur y me hablaron de la grave situación económica de los más necesitados en la Argentina. No quiero hablar de lo que pasa en otro país. Pero esa es la realidad.
-La última pregunta ¿sigue con la aspiración de regresar a la presidencia? Pareciera que en Bolivia ya se le agotaron todas las vías legales para lograrlo luego que el Tribunal Constitucional ratificó a fines del año pasado que un funcionario no puede buscar una segunda reelección.
-Yo sigo sosteniendo que la clave es la palabra “discontinuidad”. En ningún lugar de la Constitución se prohíbe una nueva postulación en forma discontinua. Entonces, con el apoyo de la gente, yo voy a seguir luchando bajo la consigna “Evo Pueblo”.