Se trata de un escrito de defensa. Pero también es un contragolpe. La jueza Julieta Makintach, magistrada de San Isidro que quedó bajo sospecha cuando salió a la luz su participación estelar en un documental que pretendía contar detalles del juicio por la muerte de Diego Armando Maradona, presentó su descargo ante el Jurado Enjuiciamiento de Magistrados y Funcionarios Judiciales de la provincia de Buenos Aires e involucró a sus colegas del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°3 de San Isidro, Verónica Di Tommaso y Maximiliano Savarino.
“No hubo filmación prohibida, sino que trataba de un hecho conocido por todos los integrantes del Tribunal. Las decisiones se adoptaron colegiadamente, de manera conjunta con los doctores Di Tomasso y Savarino, tanto de modo de diálogo presencial como por chat de WhatsApp. No existieron tomas audiovisuales ocultas, clandestinas o prohibidas, sino, por el contrario, fueron conocidas y, por lo tanto, consentidas y avaladas, por todos los integrantes del tribunal e incluso comunicadas informalmente en el plano institucional”, sostuvo en el escrito presentado ayer junto con su abogado Darío Saldaño.
El documento de descargo comenzó con la recusación de la senadora María Lorena Mandagarán (UCR-Cambio Federal), una de las integrantes del jurado, “por haber adelantado opinión generando así un fundado temor de parcialidad”.
Después hizo referencia a Justicia Divina, el proyecto audiovisual que derivó en que el juicio que intentaba develar si hubo responsabilidades penales por la muerte de Maradona se declarara nulo.
“El potencial o eventual documental, una idea gestada, realizada y planificada por personas distintas a la doctora Makintach no ventilaba ninguna cuestión o incidente vinculado al desarrollo del debate. Makintach solo acepto -a propuesta de una amiga del colegio conocida desde la infancia – dar una entrevista previa al inicio del juicio, en el ámbito tribunalicio [sic], un día inhábil [domingo 9 de marzo], lo que no provoca afectación a su labor diaria judicial. Sostener que alguno de sus actos o comportamientos adoptados durante el debate se encontraba ´guionado’ o motivado en razones distintas a aquellas estrictamente jurídicas y procesales es una especulación malintencionada sin ningún sustento fáctico probatorio capaz de darle crédito alguno a esa posibilidad», se afirmó en el escrito.
En la audiencia donde el juicio se declaró nulo, los jueces Di Tommaso y Savarino negaron haber tenido conocimiento de la producción del documental.
Al tomar la palabra, Savarino, que ejercía la presidencia del tribunal, afirmó: «Fuimos filmados por un cámara oculta. Escuché falsedades de mí y de mi colega [por Di Tommaso]. No tenemos nada que ver con la filmación, con el documental. No voy a permitir que nadie me denuncie falsamente. Di Tommaso y yo integramos un mismo tribunal [el TOC N°3]. Hace cinco años que nos falta un juez. Makintach integra otro tribunal, el Tribunal Oral en lo Criminal N°2. No tenemos nada que ver con la filmación. Es una infamia decir que yo sabía, que vi a alguien grabando en la primera audiencia. Tengo una carrera de esfuerzo, que empezó como meritorio. Di Tommaso y yo no tenemos que ver con ningún documental”.
Por su parte, Di Tommaso explicó: “Quiero y cuido mucho mi trabajo. No puedo quedarme callada. Uno espera que del trabajo de uno no hablen o cuando dicen algo lo ponderen. Cuando escucho que mi apellido está vinculado a escándalo, engaño, sospecha, ego, papelón, vergüenza. Que mi apellido esté cerca de esas palabras no lo merezco. Yo soy la primera profesional de mi familia. Mis padres hicieron un esfuerzo gigante para que yo fuera a la universidad pública. No soy hija de ningún funcionario, no soy hija de nadie, sobrina de nadie“. Fue una clara alusión a Makintach, hija de un histórico juez y con aceitados nexos en la justicia bonaerense.
En el descargo presentado por Makintach y su abogado, se afirmó que no hubo una cámara oculta como sostuvo Savarino: “Esta circunstancia puede ser acreditada con las respectivas conversaciones que descartan el postulado de la existencia de una ‘cámara oculta’. La presencia notoria y evidente de una persona que entraba y salía de la sala, llevando consigo a la vista de todos una cámara de grandes dimensiones fue el resultado de un hecho conversado en el tribunal y consecuentemente autorizado. No hubo promoción o participación de la doctora Makintach en un documental sobre el juicio. El eventual proyecto fue idea de terceros y nunca abordó cuestiones propias del debate judicial, sino más bien vinculadas a la idea de justicia frente a situaciones complejas como la vida y muerte de un ídolo mundial. En caso de avanzar esta idea o eventual proyecto, sería canalizado con los permisos formales que fueran necesarios y requeridos para el caso».
Renuncia
A fines de junio pasado, Makintach, en una carta dirigida al gobernador Axel Kicillof, presentó su renuncia como jueza.
“Asumo que el ejercicio de la función judicial no puede desvincularse de la responsabilidad ética, política e institucional que conlleva integrar uno de los poderes del Estado, cuando defrauda expectativas sociales puestas al servicio de la buena administración de Justicia”, sostuvo en su carta la magistrada.
Makintach explicó que la decisión de renuncia “se inscribe el contexto de los hechos de público conocimiento que han generado un profundo impacto institucional y social, con consecuencias no deseadas”. Lo decía en clara alusión del documental.
El gobernador Kicillof todavía no resolvió si acepta o rechaza la renuncia presentada por Makintach. Si hace lugar, el jury se cae.
Pero además del proceso que puede derivar en su detitución, Makintach enfrenta un proceso penal que tiene como objeto determinar si cometió algún delito. Se trata de un expediente a cargo de los fiscales de San Isidro José Amallo, Carolina Asprella y Cecilia Chaieb.