El despliegue de artillería pesada por parte del Ejército Nacional de Colombia en Antioquia llamó la atención por una razón técnica y estratégica: la potencia de fuego utilizada en la región es comparable a la que se emplea en el conflicto de Ucrania, en la que los obuses de 155 mm se han convertido en un recurso esencial para la defensa y el ataque.
Esta decisión surgió tras la jornada del jueves 21 de agosto, la cual estuvo marcada por la violencia en Colombia. Por ese motivo, el Ejército Nacional decidió responder con contundencia a los recientes atentados que sacudieron al país, especialmente en el municipio de Amalfi, en el departamento de Antioquia, y en Cali, la capital del Valle del Cauca.
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La ofensiva militar busca neutralizar a los responsables de los ataques, que incluyeron la caída de un helicóptero de la Policía Nacional y un atentado con carro bomba en una zona comercial de Cali.
El primer hecho de esa trágica jornada comenzó con la noticia de la caída de un helicóptero de la Policía Nacional, que dejó un saldo de 12 uniformados fallecidos y cuatro heridos.
La magnitud del ataque conmocionó a la opinión pública y a las autoridades, que no anticipaban una escalada de violencia de tal envergadura.
Horas después, la situación se agravó en Cali, donde un camión bomba explotó frente a un supermercado Ara y una tienda Dollarcity, dos puntos emblemáticos del comercio local.
El balance preliminar indica al menos seis muertos y más de 50 heridos, cifras que reflejan la gravedad de los hechos y el impacto sobre la población civil.
