Entró al mundo del espectáculo con un personaje que muchas actrices sueñan interpretar y fue Evita en Quien quiere oír que oiga, de Eduardo Mignona. Por entonces, Flavia Palmiero tenía 17 años y muchos sueños que fue cumpliendo a la largo de su vida. La suerte la siguió acompañando y al poco tiempo se puso al frente de La ola verde. En pandemia cumplió otro deseo y creó su propia línea de trajes de baño y luego, de ropa.
El día que cumplió 59 años, el pasado 11 de julio, se regaló la apertura de su primer local en Palermo (en Gorriti 4788), todo blanco, inmaculado y lleno de luz, diseñado por su hija Giuliana. Allí Flavia pasa sus días dibujando, diseñando, eligiendo telas y soñando. De esto habló en una charla con LA NACION, y también de su relación de pareja con el productor de cine Luis Scalella (dueño y presidente de Argentina Sono Film).
Sentada frente a su escritorio de mármol, Flavia chequea las actividades del día y cuenta con entusiasmo: “El 25 de agosto presento parte de mi colección en la 65a. edición del Fashion Week Luxury Trends, en el Colón Fábrica, en La Boca. Ya hace dos años que presento los trajes de baño con accesorios y vestidos de playa en el Miami Swim Week, que es en mayo, y es la colección que acá arranca el 1º de septiembre”, detalla.
-¿Siempre te interesó la moda?
-La moda siempre fue un hobby. De hecho, en mis programas infantiles yo me ocupaba de los looks y todo eran cosas mías. Y siempre he elegido mis vestidos, mis looks, porque no tengo asesores de imagen. La marca tiene una gran referencia de lo que me gusta usar. Todo lo que está en mi local es algo que yo usaría. Arrancó como un pasatiempo en 2020, en medio de la pandemia y como una forma de no hundirme en una depresión porque en ese momento mi hijo Gianfranco se fue a vivir a otro país. Primero hice trajes de baño y de a poco fui sumando leggings de cuero, camperas, ropa de seda, vestidos de seda, blusas y tops, jeans y este año tejidos hechos en Argentina. Hago el diseño y la producción. Empecé trabajando en una parte de mi casa y ahora tengo todo en el local y es un placer porque puedo estar mucho más en contacto con la gente.
-Y tu hija diseñó el espacio…
-Sí, Giuliana es arquitecta y ella fue la que diseñó todo el espacio. Esto era un negocio gastronómico, lo tiramos abajo porque estaba arruinado y ella lo convirtió en este hermoso local. La idea era que fuese como mi casa porque el concepto de la marca arrancó ahí, entonces es algo muy especial, muy de familia, de identidad. Y la verdad es que recreó un poco mi casa, toda blanca y minimalista, con la misma vibra; íntimo.
-Tu hijo Gianmarco también aportó lo suyo animándote a lanzarte…
-Mi hijo está viviendo en Lituania ahora, es coach de tenis. Lo tengo muy lejos y lo extraño mucho, aunque hablamos todo el tiempo. Está haciendo su vida. Estuvo en Madrid, en Copenhague. Cuando Gianni se fue la primera vez, en medio de la pandemia, me dijo: “Prometeme que vas a hacer algo para no caer en una depresión”. Así que esta marca me salvó de muchas cosas, y también del vacío que se había producido en mi carrera, porque en ese momento sentía que no se iba a volver a un escenario, ni a un teatro, ni a un cine. La carrera del actor es un sube y baja y hace años que buscaba tener otra cosa, para no depender de la actuación y poder esperar tranquila que vengan los proyectos que me gustan. La última vez que hice una serie fue hace tres años: Madame Requin, que se vio en la TV Pública y está en Prime Video.
-¿Vas a volver a actuar o ya lo dejaste de lado?
-Estoy en un impase para dedicarme a mi marca. No es que haya tomado esa decisión, sino que se dio naturalmente. En un punto hay similitudes entre la actuación y mi marca porque yo siempre estuve en la producción de mis programas, en la autoría y también hay creatividad y comunicación y sigo en contacto con la gente. Entonces no es muy diferente ocuparme de mi marca que producir una obra de teatro o un programa de televisión. Y soy la imagen de la empresa.
-Tampoco estás alejada del medio porque tu pareja es productor de cine…
-Sí, pero él es también muy outsider como yo. Sigo ligada obviamente y miro todo y estoy muy pendiente de lo que se hace. Hay proyectos, pero no para este año.
-Hace trece años que estás con Luis Scalella. ¿El equilibrio de la pareja es no convivir?
-No convivimos, pero estamos todos los días juntos. La relación se fue afianzando con los años. Quizás al principio no tuvimos demasiada expectativa y eso está bueno. Con el tiempo se convirtió en una relación muy fuerte y tenemos un vínculo afectivo muy grande de amor, de compañeros. Con nuestras cosas, como cualquier pareja. No nos planteamos, pero prácticamente sí lo hacemos porque nos vemos y cenamos juntos todos los días. Y los fines de semana convivimos, y vacacionamos juntos, y pasamos la pandemia juntos también. Él vive muy cerca de mi casa, además. Así que no sé si es la receta, pero sé que nos fuimos amoldando.
-¿Cómo se conocieron?
-Nos conocimos en una reunión de amigos en común y empezamos a hablar. Alguna vez nos habíamos cruzado porque tenemos mucha gente en común. Y empezó a llamarme, me invitó a comer y de a poco nos fuimos encontrando. Pasaron 13 años. Él tiene hijos y nietos grandes, algunos viven afuera, y compartimos más con mis hijos en su momento, sobre todo con Gianmarco que estuvo viviendo en casa hasta hace cinco años.
-Debutaste muy joven y con un personaje y una película que dieron mucho que hablar. ¿Cómo se dio?
-Mi camino es espontáneo y auténtico, nada planificado. De muy chiquita trabajé mucho con una exigencia muy grande y eso me quedó muy registrado, lo cual es bravo porque todo lo vivo con esa locura. A veces tengo que obligarme a calmarme para poder disfrutar a pleno. Entrar a este mundo fue una búsqueda muy personal. Pero no estudié teatro antes sino después, cuando ya estaba trabajando. De chica jugaba a hacer programas de televisión para niños. Soñaba con estar en la tele. Hija única de padres separados, era muy responsable, solitaria y mi compañía era la tele.
–Hasta que todo cambió…
–En esa época para ser actor hacías una publicidad y entrabas. No recuerdo cómo me llegó un dato de una agencia de representantes de modelos, llevé una foto que me sacó mi mamá y al día siguiente me llamaron para hacer una prueba para una película que, yo no sabía, pero era Evita, quien quiera ori que oiga. Estaba en 5º año del colegio. Y me cambió la vida. Yo nací de nuevo. Nunca había actuado, nunca había puesto mi cara frente a una cámara, y me eligieron. Muchos años después le pregunté a Mignona por qué me había elegido a mí. Y me dijo: “Porque hicimos la prueba y vos eras una buena actriz y además tuviste una actitud que nos dio la pauta de que realmente te ibas a bancar esta película. Cuando quedaste preseleccionada y viniste a la oficina fuiste la única chica que se sentó adelante y la mamá atrás. Entendimos que realmente querías ese personaje, esa oportunidad”. Porque había que tener mucha valentía y mucho coraje para filmar una película que estás a veces 24 horas sin dormir, sin comer, te morís de frío, te morís de calor. No sé, fue algo muy natural para mí y tenía muy claro lo que estaba eligiendo. Me dieron una oportunidad y la iba a defender.
-También te metiste naturalmente en el mundo de la moda, ¿hay competencias?
-Yo hago la mía y no miro lo que hacen los demás. Desde el primer minuto dije: “Voy a hacer esto”. Y empecé a dibujar como lo hacía cuando presenté un proyecto para un programa infantil, a mis 19 años.
–La ola verde, que está cumpliendo 40 años
–La ola verde estaba con el Señor Televisor, renunció la conductora (Any Sosa Cordero) y el director de canal se acordó de mí porque había llevado un proyecto. Nunca había conducido, pero acepté en el instante y el programa empezó a mutar, a tener mi impronta y al mes ya estábamos en el Circo Rodas. Después nació La ola está de fiesta, que ya era totalmente mío.
-Antes decías que abriste el local el día de tu cumpleaños 59. Sos una de las pocas actrices que no miente su edad.
-Y no tengo cirugías tampoco. Tengo una frase que repito y es que elegí madurar y no envejecer. Es como sentirse plena, calmarse. El paso del tiempo no es una cuestión de arrugas, ni de estética, porque lo más difícil es lo que pasa en tu cabeza, la lucha interna. Trato de evitar el rollo del paso del tiempo. Creo que hay muchos mitos con la edad y no me interesa ir contra la naturaleza. Claro que me cuido y hago mis cositas para mantenerme bien, pero no me interesa ir contra la naturaleza. Ni negarla.