Underground: las claves de un film sobre la desintegración de un país que generó admiración y polémica

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“La historia de un país… que no existe más”, rezaba una de las frases publicitarias que hace un cuarto de siglo acompañaban el estreno en la Argentina de Underground, del renombrado realizador Emir Kusturica. La monumental alegoría sobre la trayectoria de Yugoslavia desde la Segunda Guerra Mundial, pasando por la Guerra Fría hasta la Guerra de los Balcanes, llegaba entonces (y ahora, desde este jueves, en copia restaurada), a los cines de la Argentina.

Underground retrataba con ironía, humor negro y metáfora la historia vivida hasta la desintegración política de la República Federativa Socialista de Yugoslavia, uno de los conflictos más sangrientos desde la Segunda Guerra Mundial y que cambió el mapa de la península de los Balcanes para siempre. El 1 de junio de 1995, el film había sido galardonado con la Palma de Oro de Cannes y ponía en el foco de la prensa en su director, pero también en la mira de un conflicto aún en curso, cuyo último episodio recién culminaría en diciembre de ese año con la firma de los Acuerdos de Dayton. En el orden político, el conflicto prosiguió durante la disolución de la República Federal de Yugoslavia con la guerra de Kosovo, el conflicto del sur de Serbia con los separatistas albaneses y el de Macedonia.

El retrato de 50 años de historia mirados con pesadumbre y actualidad no fue gratuito para su director, que debió instalarse en Francia y, al momento de su premio en Cannes, dividió las aguas de la intelectualidad francesa por la tragedia de la guerra de los Balcanes. Si el film fue definido como un exceso de virtuosismo, también tuvo críticas feroces que lo situaban cercano a la propaganda serbia, aunque solo cerca de 40 de los 170 minutos de la duración total hicieran referencia al conflicto en curso. Underground, a la salida de la mesa de montaje, era un descomunal film de cinco horas de duración que fue reducido a pedido de los productores. La versión larga se emitió como miniserie en la estatal Radio Televisión de Serbia RTS, que participó en la coproducción del film de manera minoritaria, y se la conoció en la Argentina en la pantalla de la TV Pública.

Frente a las críticas, el devenir del tiempo consolidó la denuncia de Underground sobre la manipulación de imágenes como aparato de poder. “Mi film es exactamente lo contrario de un film de propaganda. Hago películas que están del lado de los perdedores y no de los que utilizan la máquina de propaganda para sus intereses personales”, confirmaba el realizador.

Hace un año, en ocasión de una retrospectiva en la capital serbia donde se exhibió también la versión integral de Underground, Kusturica declaraba: “El cine se ha convertido, en gran medida, en víctima del lenguaje publicitario, y todas las películas de éxito del mundo se guían por la velocidad y el ritmo, olvidando que el ritmo es una categoría completamente interna con sus propias características externas”.

Hoy puede parecer increíble que una de las películas más famosas de la historia del cine estuvo amenazada de no terminarse nunca, porque ya en producción recibía críticas considerándola material de propaganda de la preservación de la identidad yugoslava, y Kusturica amenazaba con suspender el rodaje ante cada intento de situarla en el centro de la polémica. Pero el debate nunca terminó: hace poco más de dos décadas la dramaturga Biljana Srbljanović publicó un artículo en el que denunciaba que la película fue financiada por Slobodan Milošević, acusando al director de “colaboracionista”. Negándose a una disculpa pública para no seguir el proceso judicial, Biljana Srbljanović fue demandada por Kusturica, quien ganó el juicio por calumnias dos años y medio más tarde.

“La naturaleza tardó un millón de años en convertir a un mono en hombre, y el comunismo sólo 50 en convertir a un hombre en mono”

Una frase de las muchas memorables del guion, que no quedó en el montaje final, sintetiza la mirada de Kusturica hacia las dictaduras: “La naturaleza tardó un millón de años en convertir a un mono en hombre, y el comunismo sólo 50 en convertir a un hombre en mono”, dice cuando uno de los personajes se come una banana con cáscara, mientras que Soni, el mono y una figura fundamental de la película, sabe que la misma debe pelarse.

Cuando aun el director no imaginaba un destino de clásico, el rodaje de Underground comenzó en los praguenses estudios de Barrandov en octubre de 1993, basado en un relato de Dušan Kovačević que había sido escrito 20 años atrás y era la historia de un hombre que mantenía encerrada a una familia con el engaño de que la guerra seguía su curso. Ampliaron con Kusturica las épocas y, sobre todo, el enfoque del relato para acrecentarlo al retrato de un país que además, pese a todo, no dejaba de ser evocado con cierta añoranza.

El guion presenta a Marko, que esconde a su amigo Petar -apodado Blacky- y su familia para evitar que caigan en las garras de los nazis. Los involucra en la fabricación de armas para resistir el conflicto durante 20 años. También allí se encuentra Natalija Zovkov, una actriz de teatro oportunista que solo piensa en sí misma mientras los dos hombres están enamorados de ella. Entre tanto, Marko asciende en el andamiaje del poder durante la Guerra Fría, pero llega un día que parte de los habitantes del subsuelo finalmente salen a la superficie para encontrarse con la guerra de los Balcanes. La historia comienza el 6 de abril de 1941 en Belgrado, día en el cual se produce la invasión nazi al entonces Reino de Yugoslavia, y culmina en 1994, en plenas guerras yugoslavas.

El rodaje de Underground comenzó en los praguenses estudios de Barrandov en octubre de 1993, basado en un relato de Dušan Kovačević que había sido escrito 20 años atrás y era la historia de un hombre que mantenía encerrada a una familia con el engaño de que la guerra seguía su curso

En 1995 finalizó el rodaje de la película en Belgrado, marcando además el regreso de Kusturica a los sets de su país desde 1988, cuando el rodaje de Tiempo de Gitanos sucedía en paralelo al de la única coproducción entre ese país y la Argentina en toda su historia: El camino del sur o Put na jug, dirigida por Juan Bautista Stagnaro, que fue el primer protagónico en el cine para una Mirjana Joković, quien transitaba las calles del barrio de La Boca poco antes de hacerse mundialmente famosa con su Natalija Zovkov para Underground. Miki Manojlović, como Marko; Lazar Ristovski como Blacky, y Slavko Štimac, quien interpretó el papel de Iván, completan el reparto de un film que puede ser sintetizado como una explosión.

De hecho, los nombres fundamentales del equipo técnico de Tiempo de Gitanos fueron reunidos nuevamente por Kusturica para Underground, como el director de fotografía Vilko Filač, el músico Goran Bregović y Miljen “Kreka” Kljaković. El primero dotó a la imagen subterránea de una decoloración casi en monocromo y al mundo exterior en una explosión de color. El segundo, compuso una de las bandas sonoras más electrizantes, magnéticas y reconocibles de la historia de la música para cine. El tercero construyó 28.650 metros cuadrados de decorados para imaginar ese sótano que se convierte en una pequeña ciudadela en expansión y también los exteriores, con la premisa de un realismo que contrastara con lo metafórico y simbólico de la trama que demandó 4 meses de preparación antes de construir el set.

“Nací en un país donde la esperanza, la risa y la alegría de vivir son más fuertes que en cualquier otro lugar; también lo es el mal, por lo tanto, o te conviertes en el malhechor o en la víctima”, confirmaba Kusturica

Desde un primer momento, para Kusturica será más importante hablar de la energía que sale de la pantalla y de las referencias a la historia del cine más que a la historia que, en el rodaje, se tornaba impredecible. Sin embargo, el guion será fundamental para el realizador, que seguirá la marcación de los actores milimétricamente durante un rodaje que tenía además que envejecer a sus personajes cinco décadas; eso llevó a largas sesiones de maquillaje y al uso de prótesis o máscaras faciales muy complejas de colocar.

Nací en un país donde la esperanza, la risa y la alegría de vivir son más fuertes que en cualquier otro lugar; también lo es el mal, por lo tanto, o te conviertes en el malhechor o en la víctima”, confirmaba Kusturica sobre las características que imbricaban la historia de su país con las características propias del retrato llevado a cabo en su cine. Sin lugar a dudas, una de las escenas más recordadas fue una de las más difíciles de hacer: el bombardeo del zoológico, tal como retrata el making-of dirigido por Aleksandar Manić, donde se ve ese escenario de devastación atravesado por animales reales ambientando el zoológico de Belgrado para tales fines, y donde está el cuarto personaje de la trama, Ivan, el tartamudo cuidador del zoológico, el único personaje inocente en un mundo degradado por la corrupción. Así, la capital yugoslava se integraba en uno de los momentos más memorables de Underground a un periplo fílmico que incluyó Praga, Sofía y Berlín, para ir desde un rodaje a la vera del Iskar, el río que atraviesa la capital búlgara, al Tiergarten berlinés.

Emir Kusturica junto a Maradona, en el festival de Cannes

La versión restaurada de Underground se exhibió en el Festival de Cannes en formato 4K, el mismo que se verá en cines argentinos, obtenido de los negativos de audio e imagen originales, realizado por TF1 Studio con apoyo del francés CNC. Será una forma de reencuentro entre Kusturica y el público argentino, que lo vio varias veces en vivo con su banda The No Smoking Orchestra (incluso se editó un disco grabado en vivo en Buenos Aires, en 2005), o por su rodaje de Maradona by Kusturica. El festival de Cannes lo incluye, de hecho, en su selecto cuadro de honor por ser uno de los pocos realizadores que ganaron dos veces la codiciada Palma de Oro. Se la llevó con Papá salió en viaje de negocios y, pese a todo y contra (casi) todos, con aquella película devenida en clásico del cine que retrató la desintegración de un país, tal como sentenció el director: “Han sido engañados, solo para descubrir la apasionante, humillante y sangrienta verdad: que todo es cierto, después de todo”.

Underground se convirtió en una de las más contundentes alegorías que brindó el cine sobre la decadencia y el sufrimiento, plasmado con ironía y negruzco humor. Como en un permanente retorno a la caverna de Platón, el film vuelve luego de 25 años para iluminar las sombras de un mundo que se agita nuevamente ante la convulsión del engaño y de la guerra. Ese permanente diálogo con el devenir del tiempo, es solo posible en los grandes clásicos.

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