Níjar -o Nixar, en árabe- quiere decir corriente de agua, nombre que refiere a lo esencial de su geografía. Este valle, abrazado por el mar de Alborán (un brazo del Mediterráneo ubicado entre el cabo meridional hispánico y el norte de África) y penetrado por el río Andarax que incursiona a un lado de la sierra de Alhamilla, tiene una fertilidad única. Conocido como “la huerta almeriense”, allí se encuentra uno de los principales centros productores de frutas, hortalizas y flores de España.
Considerado uno de los pueblos más bonitos de la península ibérica, Níjar es un oasis de casitas blancas y techos de tejas rojas en medio del desierto de Tabernas que se destaca por su tono terracota intenso. Un horizonte de caléndulas amarillas y lavandas trae el aroma que regalan limoneros, naranjos, pinos, almendros y olivos.
No sólo hay un entrelazamiento de aguas oceánicas, también su identidad es un cruce de culturas: la hispánica y la arábiga. La presencia musulmana, que duró unos siete siglos, perdura en su arquitectura; está en sus calles estrechas y sinuosas, en la decoración de yeso que se utiliza para cubrir paredes en las casas y en algunas fincas icónicas, como la casa de los marqueses de Níjar del siglo XVIII, con sus arcos en herradura y la decoración con azulejos; o la iglesia de Santa María, del siglo XVI, construida sobre una antigua mezquita. Algunos vestigios de lo hispánico también se encuentran en este templo, en la imponente fachada renacentista y en su nave central. Del mundo moro destaca su formidable bóveda de madera tallada en relieve, estilo mudéjar.
Otra posibilidad de apreciar la mixtura de los mundos moriscos y españoles es ir de tapas y sentarse al sol en alguno de los encantadores barcitos dispuestos en las laberínticas callejuelas empedradas, típicas de la villa, y degustar un pan con tomate y za’atar (un adobo típico árabe) y después seguir con una paella mora (variante de la paella valenciana con ingredientes como el cuscús y la carne de cordero). Para concluir con un toque dulce, la crema catalana con miel de dátil o una baklava con frutas españolas.
Algunos de los restaurantes representativos de esta fusión son el bar Sayagués en la avenida Pipaces, en San Isidro de Níjar; el bar La Plaza en la plaza Andalucía y el restaurante La Tinaja en la avenida 28 de febrero, en Campohermoso.
Los hitos del pueblo
Sus escasos 3 mil habitantes viven a un ritmo tranquilo, sin demasiados contratiempos. A la hora de la siesta, una costumbre arraigada especialmente en verano, el pueblo es pura paz.
Dentro del casco, uno de los puntos esenciales es El Portillo, una de las puertas ancestrales de una muralla, vía de acceso a la villa, y desde donde se llega al barrio de la Atalaya, de típicas calles serpenteantes de la época morisca.
Ya en el barrio de la Atalaya se puede ascender por la calle de San Antón rumbo a la Torre del Atalaya, uno de los mejores miradores de Níjar. La torre, una construcción del siglo XII , es lo que queda de la antigua fortaleza que defendió la villa de los ataques piratas durante el dominio musulmán. Desde esas alturas, también se puede seguir la Ruta del Agua, o la así denominada Ruta de los Molinos, una ruta de senderismo de unos 8 kilómetros en ascenso que lleva a la pequeña aldea de Huebro, poblada por apenas unas decenas de habitantes principalmente dedicados a la agricultura y la ganadería.
Otro imperdible es el recorrido por el barrio alfarero (son famosas las cerámicas almerienses por su belleza y calidad artísticas. Ubicado en la calle de las Eras, en la parte baja del pueblo, puede verse el antiguo lavadero de artesanos y alguna de las boutiques y talleres de alfarería del barrio.
A lo largo del paseo de compras, se exhiben desde piezas especiales de cerámica de formas originalísimas, tapetes de jarapas con diseños geométricos hasta sombreros y cestas de esparto hechos según técnicas tradicionales.
Playas vírgenes y un parque natural volcánico
Las playas de esta región son, según entendidos, las más bellas y naturales de Almería. Una de ellas es la Playa San José, inserta como un secreto bien guardado en el corazón del Parque Natural del cabo de Gata. Es conocida por sus aguas cristalinas y su arena dorada.
Otra, afamada por sus aguas tranquilas y situada en un entorno salvaje, es la Playa de los Genoveses. En la Cala de San Pedro, un espacio más a resguardo, desplegada a lo largo de 700 metros de costa, es posible practicar el nudismo y disfrutar en todo el cuerpo la caricia de un mar de aguas reposadas y cálidas. Por último, hay lugares como la Playa de Mónsul, ideal para bucear y practicar deportes acuáticos en medio de un paisaje volcánico.
Datos útiles
- La primavera es la estación ideal para una visita, pero llegar durante el Festival de Otoño y Sal que se celebra en Rodalquilar y la Isleta del Moro también es una experiencia memorable. El escenario es único. Con el trasfondo de un pueblo de casas blancas y escalonadas en la ladera de una colina que lleva a un castillo del siglo XV y en la lejanía el contorno de las montañas de Sierra Gador, se celebra entre el 10 y el 12 de octubre una feria permanente de música, artesanías, teatro callejero, y degustación de platos tradicionales.
- Se recomienda dedicarle al menos tres días. Níjar ofrece diversas opciones de alojamiento, desde coquetos hoteles boutiques, hasta hostales y bed and breakfasts. Ademas hay hoteles de lujo enclavados en el Parque Natural Cabo de Gata, que cuentan con vistas soberbias.