Superemos el lugar común desde el vamos. Miranda de la Serna es hija de la actriz Érica Rivas y del actor y músico Rodrigo de la Serna. También el mandato de la descripción de la joven de 24 años establece que hay que hacer hincapié en el enorme parecido físico con su madre. Y tienen el mismo timbre de voz.
Finalmente, no está de más decir que ha heredado el talento de sus progenitores y una personalidad arrasadora. “Soy llorona, como ellos”, sostiene en busca de algunos tópicos de su legado.
Dicho todo esto, la charla con LA NACION no eludirá algunas cuestiones de índole familiar y afectivo, sin descuidar el abordaje de su flamante aventura cinematográfica. Su rostro minado de energía y personalidad se la hacen fácil a la pantalla.
Desde el próximo jueves 11 de septiembre se la podrá ver en Verano Trippin, ópera prima de la realizadora Morena Fernández Quinteros –nacida en 1992 en la ciudad de San Carlos de Bariloche–, donde la actriz compartirá el protagónico con Zoe Hochbaum. Además, el film cuenta con la participación de Lali Espósito.
–Para una actriz siempre es estimulante poder sumarse y apoyar la primera película de un director. En este caso, además, se trata de una realizadora muy joven, ¿cómo lo tomás?
–Es un placer, ya me había sucedido con Alemania (primer largo escrito y dirigido por María Zanetti). Me gusta mucho poder ser parte de este tipo de experiencias.
Verano Trippin es un material que bien podría inscribirse en la mirada del coming–of–age, subgénero cinematográfico cuyas narrativas van en busca del paso de la adolescencia a la primera juventud y adultez.
Bajo la producción de Zoe Hochbaum y Orca Films, el libro de Morena Fernández Quinteros y Juan Cavoti plantea el itinerario literal y simbólico de dos amigas. Lo que comienza como una aventura emancipatoria va cobrando espesura y tensión –el tono del thriller va germinando a lo largo del relato– para dejar huella en los personajes centrales, quienes en ese camino elegido y compartido van a descubrir el sabor de lo prohibido y la desazón de la traición.
–Si pensamos en el disparador redentor con el que se inicia el film, se podría afirmar que dialoga muy bien con la libertad que se percibe en tus decisiones artísticas.
–Conocía a Morena (Fernández Quinteros) por amigos en común y cuando leí su guion, sentí que había algo allí que me interpelaba. Es una historia adolescente, pero necesaria para cualquier persona sin importar la edad. El salir del nido y explorar son aspectos con los que me sentí identificada, pero, además, aparece el tema del desenamoramiento de los amigos. Muchas veces, uno crece con un amigo, gente que sabe todo de vos, pero, llegado un momento determinado, puede suceder que te des cuenta que ya no hay nada que te una, que no tenés mucho que ver con esa persona.
Manu Fanego, Ariel Staltari y Juan Grandinetti completan el elenco principal de esta realización rodada en Bariloche. “En mi adolescencia, me faltó una película así”, afirma de la Serna. Si Verano Trippin va en busca de los dobleces de una amistad, más allá de la ficción las protagonistas también establecieron un gran vínculo.
“Era raro que, con tantos amigos en común, no nos conociéramos con Zoe (Hochbaum). En cuanto nos vimos, rápidamente nos hicimos amigas”, se ufana la coprotagonista del film. “Teníamos que actuar que nos peleábamos y nos desenamorábamos, pero, en la vida real, estábamos en nuestro mejor momento; el rodaje fue casi como un viaje de egresados a Bariloche”.
–Alguna vez declaraste que “la amistad es una forma del amor”.
–Los amigos son los grandes amores de nuestras vidas, a pesar que uno pone el peso en las relaciones románticas. Pero la vida tiene muchos amores y la amistad es uno de ellos. Verano Trippin es una película sobre la amistad y también sobre la pérdida de la inocencia.
–¿Te afecta verte en pantalla?
–Me cuesta, soy muy estricta. Estoy tratando de amigarme y ser más amable conmigo misma.
Elecciones
–Desde las artes plásticas podríamos pensar en términos de “curaduría”. Lo aplico a tu carrera sumamente prolija. Elegís muy bien tus proyectos. ¿Decidís sola o consultás con personas cercanas? ¿Cuenta la opinión de tus padres?
–Depende. En algunas cosas, no en todo, les pido consejos a mis papás.
Se ríe sola. Seguramente recordando aquello que hizo sin consentimiento cuando aún era su tiempo de pedir permisos. “También recurro mucho a mis amigos, pero, si un proyecto me interpela a nivel personal, emocional, sentimental o actoral, ya me parece un desafío y elijo hacerlo. Un personaje que no tiene mucho para contar no me interesa, prefiero guardar esa energía para ponerla en un proyecto que me convoque”.
–No hacer por hacer.
–Prefiero elegir, aunque valoro y respeto a quien no puede o no decide manejarse así.
En plan de escoger papeles que le impliquen una búsqueda artística y una experiencia de crecimiento, durante la temporada 2022, interpretó el personaje de la novia de Bodas de sangre en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín.
Se trató de una adaptación y dirección de Vivi Tellas del clásico de Federico García Lorca. “Fue un momento muy especial de mi vida, tenía 22 años, era una nena. Hacer Lorca es el sueño de todos los actores. Esa novia que interpreté es uno de los personajes más hermosos y difíciles escritos por Federico”.
Cuando le tocó audicionar para abrir la posibilidad de estar en la obra, Miranda de la Serna se encontraba con su madre recorriendo la ciudad de Granada, el terruño del autor de Doña Rosita, la soltera: “Le recé a Lorca y a todos los santos. Encendí la computadora, detrás tenía a la Alhambra, y me mandé a dar mi prueba virtual”.
Luego esa audición, transcurrieron varios días hasta que le confirmaron que había quedado seleccionada: “Seguíamos recorriendo España, pero mi mamá estaba más nerviosa que yo, porque, cuando estudiaba, había investigado mucho sobre el personaje de la novia de Bodas de sangre”.
Además, la actriz rescata la satisfacción de haber compartido el escenario con la recordada María Onetto, fallecida el 2 de marzo de 2023, a pocos meses de aquella temporada lorquiana.
“Recuerdo a una mujer muy compenetrada en la actuación, muy segura de sus palabras, clara a la hora de explicar a Lorca, era un privilegio”, rememora la actriz y agrega: “hubo momentos donde sentía que María no estaba del todo feliz o del todo bien, pero pensaba que tenía que ver con el drama de la obra, ya que a todos nos atravesó mucho, era muy trágico y dramático lo que se contaba, y eso, de alguna manera, te afecta. La recuerdo con mucho amor, aprendí mucho de ella, fuimos muy felices en ese tiempo. Su voz la tengo como una grabadora en mi cerebro”.
–A propósito de la posibilidad de hacer Bodas de sangre, tu madre te dijo, pensando en términos de ficción, “te vas a casar muchas veces”. ¿Contemplás esa posibilidad para tu vida personal?
–Por ahora, no. Soy muy joven.
–A futuro, la institución matrimonio, ¿te interesa?
–No me interesa la institución Iglesia. De casarme, sería por papeles para celebrar el amor, no más que eso.
Lo que se hereda…
–¿Te molesta que te pregunten por tus padres o que se haga hincapié en el parecido físico con tu madre?
–No me pesa en absoluto. Quizás era más incómodo en mi adolescencia, un momento donde uno se quiere despegar, pero, al elegir la misma profesión, me la puse complicada. Más allá de eso, estoy muy orgullosa de mis padres y me gusta hablar sobre ellos, son quienes me transmitieron el oficio.
–¿Qué considerás que heredaste de cada uno?
–Soy muy emocional, como ellos. Tenemos la emoción a flor de piel. Por suerte, podemos monetizarlo.
–¿Dijiste “monetizarlo”?
–Claro, la ficción nos ayuda a eso, si no, estaríamos llorando por ahí.
La broma esconde algo de verdad en esa posibilidad catártica de traspolar emociones propias hacia los universos ficcionales que le tocan escarbar. “De mi mamá heredé la forma de hablar y la cara; y de mi papá, el sentido del humor y su temperamento. Tengo aspectos de los dos”.
–Te mencionaba la buena “curaduría” de tu carrera, algo que también se percibe en Érica Rivas y Rodrigo de la Serna.
–Seguramente eso también lo heredé de ellos. Tenemos la capacidad de diferenciar y elegir los proyectos. Mis papás me enseñaron a decir no. Puede suceder que no tengas ganas de hacer algo o que el proyecto que te ofrecen, por alguna razón, no te llega o no te hace sentir lo que querés sentir. Está bien pasar la página.
Banderas propias
El feminismo y el veganismo son creencias, modos de vida, banderas que enarbola. Sin embargo, esquiva a la posibilidad de la militancia institucional y a los colectivos ad hoc. La sensación de rebaño humano no se lleva bien con ella, afecta a las elecciones y convencimientos individuales.
“No soy de agarrar un micrófono y hablar sobre estos temas, pero, desde el arte, desde mi lugar, siento que lucho. Ojalá tuviera la capacidad de ser alguien que puede hablar sobre política o feminismo de manera suelta, interesante e inteligente, pero se me da mejor actuar. Desde mi lugar, llevo mis ideales”.
–¿Podés despegarte de tu actividad o te insume todo tu tiempo?
–Soy bastante workaholic, me cuesta dejar el trabajo en la puerta de mi casa. Siento que los actores tenemos el beneficio y la “maldición” de que las cosas que hacés te acompañan hasta cuando te vas a dormir. No conozco actores que puedan despegarse, no tenemos un horario de oficina. Te podés estar bañando y te aparece una idea sobre el personaje que tenés que interpretar.
En sintonía con esa devoción y entrega por lo que hace, también asumió la producción de El llanto de perro, su ópera prima como productora cinematográfica. “Es un material de terror que dirige Federico Venzi, donde también actúo. Me metí en esta aventura sin saber que iba a ser tan difícil”.
–El terror es un lenguaje muy complejo de realizar
–Es mi género favorito.
–Dentro de ese lenguaje, ¿qué personaje es el que más te interpela?
–Siento que las últimas películas de Ti West –X, Pearl y Maxxxine-, son materiales de género que me interesan mucho, porque hablan del mundo de la actuación. Me gusta ese subgénero de películas que hablan sobre otras películas. Hacer algo así, es mi sueño.
–Tenés fuerza en tu rostro y disponibilidad física para encarar el género.
–Es una oportunidad de actuación muy extrema, alejada de las realidades y de los sentimientos cotidianos. Me parece interesante ocupar esas emociones.
Amor propio
A la hora de indagar en dolores personales, también emerge el desgarro lorquiano: “Viene a mi pensamiento el desamor y la rotura de corazón; son las cosas que te enseñan a elegir mejor y a quererte. Pero también siento que son dolorosas y de crecimiento las audiciones donde no quedás elegida para el personaje que tenías ganas de hacer, eso me está enseñando mucho. Es algo con lo que el actor convive durante toda su vida, es un duelo constante”.
–Regreso a Verano Trippin y pienso que no es menor que su estreno sea en un circuito de salas. Se trata de no olvidar ni discontinuar la experiencia de ver cine en pantalla grande.
–En este momento, donde todo es tan raro y la cultura está en riesgo, es un lindo gesto ir al cine para ver películas argentinas.