Ana Aragão: “Si tuviese una religión, sería Borges”

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La artista portuguesa Ana Aragão (Oporto, 1984) vino al país por primera vez para presentar su exposición “Laberintos, bibliotecas y otras bifurcaciones”, que se podrá visitar hasta el 12 de otubre en el Museo Benito Quinquela Martín, en La Boca.

Los dibujos de la colección están inspirados en el universo de Jorge Luis Borges y también remiten a Quino. Sentada de espaldas a una ventana que da al paisaje portuario que inspiró a Quinquela Martín, Aragão habla con pasión sobre su admiración por el escritor y el historietista y se muestra maravillada por la relación entre el museo y el barrio.

-¿Cómo llegaste a la obra de Borges?

-Me gustaría decir muchas cosas, pero no me acuerdo (risas). Cuando era pequeñita, en casa de mi abuela había una gran biblioteca y yo, cuando no tenía nada para para hacer, iba a buscar libros y descubría cosas que no tenían mucho que ver con mi edad, como Nietzsche, cosas que no eran para niñas.

Y Borges yo creo que ha surgido como una de esos descubrimientos y ha quedado conmigo desde que tengo recuerdo.

Aragão trabajando en uno de sus dibujos

-¿Recordás si era en español o era en portugués?

-Era en portugués, era una traducción. Y creo que el primer libro que he leído, es el libro que más he leído en toda mi vida, que es Ficciones. Es el libro que me acompaña siempre. Yo no soy religiosa, pero si tuviese una religión sería Borges. Para mí es como una Biblia.

-¿Cada dibujo parte de un cuento o de un libro de Borges?

-No, no. Yo digo que en esta exposición los dibujos son un poquito un pretexto, porque todos mis dibujos tienen que ver con Borges en varios sentidos. Si quisiéramos la idea de la biblioteca, sí, la idea de las bifurcaciones, sí. Pero, más que todo, estas dos ideas tienen que ver con lo que para mí es universal. Si alguien me preguntara, ¿qué es el universo? Yo diría, dos imágenes para el universo, diría bifurcaciones, que en el fondo son elecciones, y bibliotecas por la idea del infinito. Entonces, creo que los dibujos son un poco pretextos. Podían ser estos, pero podían ser otros.

-En uno de tus dibujos, aparece por allí en medio de todo un tigre, un animal recurrente en la obra de Borges. ¿La idea es es que el espectador vaya buscando signos o símbolos? ¿Podría seguir buscando esos detalles en todos tus dibujos?

-Sí. Y eso es porque me interesa establecer una relación con el observador. Entonces, poniendo elementos que son identificables, como el tigre, que es muy claro, la luna, la esfera, hay elementos que son así más icónicos. Y todo mi trabajo juega un poquito con eso, con que las personas se sientan convocadas porque están identificando algo que conocen, pero al mismo tiempo, también un poco perdidas sobre en qué universo estamos, en un laberinto. Entonces, me agrada poner cosas escondidas en los dibujos para que te hablen, y que hablen de diferentes formas con los diferentes visitantes, claro.

Detalle de uno de los dibujos

-¿Cuánto tiempo te lleva hacer un dibujo?

-La Babel, que es el mayor, creo que ha sido más de medio año. Por tanto, por más de seis meses ha invadido mi casa. Ese dibujo ha sido hecha en el suelo. Yo estaba dibujando sobre ella, y ha invadido mi casa, mi vida. Cuando los dibujos son así grandes, me invaden todos, invaden mi vida.

-¿Cada día dibujás algo, ponés un detalle? ¿Es diario el trabajo?

-Es diario el trabajo, es bastante metódico, empiezo por la mañana hasta que termino. Es un poquito como si trabajase en otro sitio. No es la idea esperar la inspiración. Es un trabajo diario, lo único es que tengo que estar sola y recogida, en un sitio con silencio y en soledad. No dibujo en la calle, por ejemplo, no dibujo con otras personas alrededor. Tengo que estar tranquila.

-Pienso en el trabajo tremendo que te debe llevar a hacer los dibujos y el contraste con que hoy, cualquier persona en un segundo puede pedirle un dibujo a la Inteligencia Artificial. ¿Cómo te enfrentás a eso? ¿Qué pensás de la IA?

-Tengo bastante dificultad en entender las nuevas tecnologías, porque mi método de trabajo es súper analógico, casi clásico, entonces no me llevo nada bien con la tecnología y me genera confusión, porque, creo yo, el trabajo artístico no es lo que se ve al final. Creo que el trabajo artístico es una acumulación de cosas, es el pensamiento que está por detrás, es la acumulación de todos los trabajos que has hecho… Y eso requiere, naturalmente, tiempo, tiempo corto, en el sentido de horas, y en el sentido de tiempo largo de una carrera, de tiempo de vida, también de madurez, de ir creciendo un poquito con las cosas. Tiene que ver más con la forma de mirar.

Roland Barthes dividía entre el punto y el estudio, en el sentido de que uno era pornográfico y otro era erótico. Creo que el arte tiene que ser erótica, tiene que mantener el misterio, tiene que demorar tiempo, si no es una imagen fácil de consumir, pornografía, pero es instantánea y pasa y no te deja una marca o un recuerdo. Me agrada la idea de que el trabajo también es una seducción y una construcción en el tiempo.

Babel, una de las obras que se puede ver en la exposición

-Tu marido es del pueblo donde nacieron los antepasados de Borges en Portugal

– Sí, sí. Es muy bonito porque Borges ya era una figura principal en mi vida y mucho después de conocer a mi marido, un día me cuentan que el bisabuelo de Borges era de ahí, de Torre de Moncoro. Creo que ese tipo de pequeñas conexiones son las más encantadoras y las más preciosas. Me gustaría descubrir las historias que no están escritas, las otras, las más sutiles.

-¿Tenés un cuento favorito de Borges?

– Es difícil, pero tal vez sí. A ver. Creo que El jardín de los senderos que se bifurcan es uno de mis preferidos porque probablemente me ha dado el clic cuando he entendido que la parábola no es sobre sobre el espacio, sino sobre el tiempo. La palabra que no decimos es la más importante. Otro es La lotería en Babilonia. La idea de que la vida es un infinito juego de azares y de suerte y la idea de que hay una Compañía por detrás pero que tal vez la Compañía sea la propia vida es súper enorme, es una idea gigante, es verdaderamente mi religión, la única.

-Otra referencia tuya es Quino, que también fue traducido a todos los idiomas. ¿Cómo llega a influir en tu obra?

Es bonito porque mis padres se ofrecían los libros de Quino uno al otro, entonces ha sido parte de mi casa y todos los días en el desayuno yo leía los libros de él. Más que leer veía, observaba los libros de Quino. Son tan familiares porque desde pequeñita si necesito dar un ejemplo de algo, allí está una imagen que traduce exactamente aquella idea. Como la cuestión de la diferencia social, de los conflictos sociales, la ironía del mundo. Creo que es enorme, es un genio.

-¿Dibujás con lápiz?

-No, uso el lápiz para hacer un dibujo más genérico, como un esbozo, pero después todo es dibujado directamente con bolígrafo, por lo tanto, no hay cómo volver atrás.

-¿Nunca usás colores?

-También uso colores pero esta serie no tiene colores y también uso otras lapiceras, pero en esta exposición está todo hecho con Bic. Me gusta mucho eso de tener apenas una hoja de papel y una Bic, muy simple. Me gusta mucho reducir los espacios de trabajo a lo básico, porque después creo que es más bonito construir algo.

-¿Usás algún papel en específico para tus obras?

Sí, podría escribir un teoría sobre el papel. En estas obras uso un papel japonés que cuesta más que langostas vivas. Es una cosa super preciosa, super exquisita.

Ana dibuja con una Bic

-El último dibujo, que es Babel, está intervenido con un graffiti. ¿No te dio lástima?

– La cuestión es que este no es el original, el original está en Portugal. Esta es una reproducción, por lo que no hay problema (risas) no está dañado. Yo quería hacer algo aquí en el museo, entonces hemos ido a las terrazas de arriba y he escrito esta imagen.

-¿O sea que lo interviniste acá?

-Sí, acá. Y me agradaba que algo hubiera sido hecho aquí y también si entras en la exposición y solo ves los dibujos que te conducen hasta la Babel puedes pensar que es un artista más clásico, pero si ves el graffiti entiendes que es algo contemporáneo, me agrada esa confusión.

-¿Conocías a Quinquela Martín?

-No, no lo conocía hasta que surgió esta oportunidad, pero estoy encantada. Esto es súper rico en términos culturales, socioculturales, la relación efectiva del arte con la ciudad. Porque hay mucha teoría acerca de eso: los museos, el arte, la ciudad, las personas y aquí lo más bonito es que no es teoría. Aquí se vive eso, se respira, se siente el arte, la ciudad, el barrio y las personas y la comunidad son uno.

-Sos arquitecta, ¿hay algo de arquitectura en tu obra?

– Sí, muchísimo. Si no fuera por la arquitectura estaría dibujando retratos (risas). Otras de las personas que admiro muchísimo son arquitectos que por circunstancias varias no han conseguido o querido construir edificios reales y entonces se han quedado apenas en la arquitectura de papel. Me agrada esa idea arquitectura de papel, es un poco lo que hago. Me agrada eso de quedarme en el primer momento, que es imaginar. No necesito después construir nada, solo imaginarlo me basta.

Con la colaboración de Lucía Mernies

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