Hay uno que está peor que Kung Fu. Tanto es así que la frase podría pasar a ser “más solo que Marcelo Moretti en reunión de comisión directiva”. El retornado presidente de San Lorenzo gestiona desde un palco del estadio, no desde la oficina de la sede porque nadie quiere verlo allí. Los propios dirigentes ya lo habían echado de la cancha cuando, en plena licencia, apareció en el VIP del Nuevo Gasómetro antes de que empezara un partido contra Platense en el torneo pasado.
En la previa de otro encuentro, uno a finales de 2024 frente a Tigre, Moretti enfrentó a los periodistas para asegurarles que era mentira la transferencia de dos jóvenes de las inferiores, Agustín Hausch y Santiago Sosa, a Defensa y Justicia. Pues bien, él mismo había firmado las ventas ¡horas antes! De tantas maniobras para enumerar, sobresale la que le valió una denuncia por parte de otro club: Independiente Rivadavia de Mendoza, cuyo presidente aseguró que San Lorenzo había realizado una transferencia bancaria por la compra del pase de Matías Reali desde una cuenta inexistente y se refirió a un comprobante trucho.
A Moretti se lo recordará siempre por la cámara oculta de un programa de Canal 9 que lo mostró guardándose en el bolsillo de su saco un fajo de 25 mil dólares. Primero se defendió diciendo que se trataba de una donación al club. Pero los balances de la institución sólo hablaban de donaciones por 11 millones de pesos. Recientemente, en un reportaje concedido a Infobae, Moretti manifestó que se trató de una donación “a título personal”. Aclaró con brea. La Justicia nacional en lo Comercial y Correccional decidirá si le calza la figura de defraudación por administración fraudulenta.
Hubo otras historias menos televisadas, como la presencia repetida en el banco de suplentes de Maximiliano Zelaya, un jugador de 26 años prácticamente desconocido, simplemente por ser el hijo de un empresario que aportó dinero. Y promesas, muchas promesas, en su gran mayoría incumplidas. San Lorenzo tiene un déficit operativo mensual de 500 mil dólares y, aun así, un par de fuentes con decisión en el fútbol argentino coinciden en que el principal problema de la institución es político. Si bien Moretti volvió avalado por Claudio Tapia, no habría que descartar, según las mismas fuentes, que en el corto plazo sea “invitado a dar un paso al costado”.
Otro club en el que pronto habrá novedades institucionales será Newell’s. En este caso, igualmente, la razón no sólo pasa por la resistencia social que causa su presidente Ignacio Astore sino básicamente porque se le termina el mandato. Alberto Fernández tendría más posibilidades de regresar al poder que Astore de ser reelegido. Incluso podría haberse ido en septiembre si hubiese cumplido con el adelantamiento de las elecciones que prometió meses antes.
Los técnicos le duran poco; los managers, menos. Había hecho campaña junto al brasileño Ricardo Rocha, quien contó que, una vez elegido, Astore no lo llamó nunca más. Semanas atrás, Newell’s aparentó transparencia con la publicación de un informe con los detalles de las altas y las bajas del plantel; el informe omitió las cifras de las salidas de juveniles del club, vendidos a clubes del ascenso sin que se entendiera por qué.
Los refuerzos llegan sin mucho más sustento que la relación con el representante de turno. Hoy no se sabe si la futura dirigencia, obligada a investigar lo realizado en estos años, podrá incorporar futbolistas porque el miércoles la FIFA inhibió al club por los próximos ¡tres libros de pases! Liverpool de Uruguay reclama una deuda en el pase del delantero Juan Ramírez. Newell’s trató de explicar su descontento mediante un comunicado en el que asegura que levantará la sanción; “el proceso de desinhibición se encuentra en curso”, se lee. Hay un gancho no tan forzado entre la búsqueda del club y las características de su presidente: desinhibido es todo aquel que carece de inhibiciones en su comportamiento.
El jueves se dio otro episodio en el recuento de palabras que no valen nada. El titular de Talleres, Andrés Fassi, llamó a una conferencia de prensa en la que rectificó sus críticas a Tapia. En junio, se habían visto en un evento organizado por Instituto y allí Fassi se habría acercado. A Tapia, se sabe, le gustan las disculpas públicas. ¿Fassi reculó en su histórica pelea con la AFA preocupado por la permanencia de su equipo en primera? Es probable. Si es así, validó que para ganar primero hay que alinearse. O que les hacen creer eso. O que tienen que parecer cercanos a la AFA para que sus hinchas no piensen que las derrotas se deciden en los escritorios.
Hay presidentes que eligen decir algo y actuar de otra forma como una forma de gobernar. Probablemente no sean mayoría, por eso es necesario ponerles nombres. Moretti en San Lorenzo y Astore en Newell’s son repudiados permanentemente por sus hinchas. Es la música de fondo de cada partido. Así surgen las únicas condenas que habitualmente genera el fútbol argentino: las sociales. Las judiciales jamás llegan.